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sábado, noviembre 9

Berlusconi: la invención de la telebasura



(Un texto de Íñigo Domínguez en El Mundo del 11 de agosto de 2013)

Berlusconi tiene un toque genial y pocas historias tan edificantes como la puesta en pie de su imperio televisivo y la invención de la telebasura, que nuestras neuronas ya consideran normal. No digamos en España. Se lo debemos en parte a él. Tras construir Milano Due se le ocurrió poner a los vecinos una tele común por cable, para moldear su pequeño universo. Pero enseguida pensó que podía aspirar a algo más -el tiempo dio la razón a este visionario- y en 1978 fundó Telemilano 58. Era una de las muchas teles locales privadas que surgían en Italia, sometida durante dos décadas a la hegemonía de la RAI democristiana. Era mojigata, politizada, familiar, digna y con sus buenos momentos culturales. El Gobierno oteó el peligro y el Supremo dictaminó que las teles solo podían ser privadas a nivel local, no nacional.

La idea genial de Berlusconi para burlar la ley fue montar cadenas locales en toda Italia, grabar los programas y mandarles copias en vídeo para que los emitieran todas a la vez. Fue así como en 1981 ya tenía una auténtica programación nacional, pero de estrangis. Para vender publicidad era la bomba y abrió el mercado a pequeñas y medianas empresas sin acceso a los enchufes de la RAI. Por no hablar de que él no tenía las restricciones de anuncios de la cadena pública.

Además fichó al rostro de la RAI, el presentador bonachón Mike Bongiorno, y la gente empezó a pensar que esa era la tele buena y moderna, Canale 5. Además ponían series atrevidas que la RAI censuraba, como 'Dallas', salían mujeres medio desnudas y gente haciendo el mono. Concursos donde te regalaban el dinero y mucho fútbol. Una juerga continua. Fue pionero en Europa, donde todas las teles eran estatales. Se vendía consumo y diversión, el cóctel triunfador de los ochenta. La gente asimiló que tenía derecho a la buena vida, a la ostentación.

Para pegar este pelotazo Berlusconi necesitó créditos generosos y endeudarse hasta las cejas, y eso requirió de padrinos políticos. Bettino Craxi, líder del Partido Socialista (PSI), fue su hombre. Coincidieron en el estilo: Craxi quería el poder a toda costa y disparó la corrupción en Milán. Como demostrarían los tribunales, Berlusconi financió ilegalmente el PSI. Craxi le hizo tres decretos a la medida para legalizar la emisión nacional de las cadenas privadas y el magnate al final consiguió cerrar y comprarse los dos únicos canales de la competencia, Italia 1 en 1983 y Rete 4 en 1984.

Se hizo con el monopolio de la tele privada en un vacío legal interesado, un mercado no regulado durante 14 años porque a él no le interesaba regularlo y en el que la RAI se bajaba los pantalones. No era competencia y le comía la publicidad. Un ejemplo: en 1986 fue nombrado presidente de la RAI Enrico Manca. Era compañero de Berlusconi en la logia masónica ilegal P-2 y ese año, como se supo más tarde, el abogado de Berlusconi, el chanchullero Cesare Previti, le abrió una cuenta en Suiza con 1.200 millones de liras, más de 600.000 euros de ahora.

Por fin, en 1990 se hizo una ley para las teles privadas, pero el imperio de monopolio de Berlusconi era un hecho consumado. Con su amigo Craxi en el poder la ley fijó en tres el máximo de teles que se podían poseer, justo las que tenía él. El que escribió la ley, Davide Giacalone, cobró 600 millones de liras (300.000 euros) de Fininvest, uno de los grupos financieros más importantes de Italia, como se supo luego. Aun así Berlusconi tuvo una cuarta tele escondida en el accionariado.

Pero además Bettino Craxi le abrió las puertas de la televisión privada en dos países de amigos socialistas: Francia, con François Mitterrand, y España, con Felipe González. En Francia le fue mal, porque llegó la derecha, pero en 1989 en España, cuando empezaron las privadas, aún quedaba PSOE para rato. Desembarcó con Tele 5 y el primer cargamento de telebasura y pechos gratis de la televisión española. Qué nostalgia, las mamachicho y el 'cacao maravillao'. Así empezó a transformarse también la televisión y la sociedad españolas en las que se dan ahora.

Lo mejor es el final. En 1993 las empresas de Berlusconi estaban al borde de la quiebra; sus protectores políticos, en la cárcel por la operación contra la corrupción Manos Limpias; Craxi huyó a Túnez y los magistrados le pisaban a él mismo los talones. Su única salida era entrar en política. Podía usar sus teles para que la gente le votara y controlar incluso la cadena pública. Y así fue. Un genio, un genio.