Las verdaderas –y reales- musas
(Un artículo de Carlos
Benito en el Heraldo de Aragón del 10 de agosto de 2013)
Al difundirse la noticia
de que Caroline Kennedy va a ser la nueva embajadora de Estados Unidos en
Japón, miles de periodistas en todo el mundo empezaron a tararear la misma melodía.
La única hija viva de JFK ha acumulado un respetable currículum como defensora
de las libertades civiles y portavoz de su ilustre familia, pero también puede
presumir de llevar incorporada su propia banda sonora, que además es
particularmente pegadiza, capaz de secuestrar cerebros durante días enteros: la
nueva diplomática es la Caroline que inspiró 'Sweet Caroline', la canción
publicada por Neil Diamond en 1969, un éxito todoterreno que ha logrado pasar
por encima de épocas y modas. La culpa es seguramente de ese estribillo
explosivo y buenrollista -«dulce Caroline, los buenos tiempos nunca habían
parecido tan buenos; / dulce Caroline, me inclinaba a pensar que nunca iban a
serlo»- aunque los angloparlantes también muestran una clara predilección por
la estrofa previa, cuando las cosas se ponen intimas y un poco grotescas: «Manos,
/ manos que tocan, / entran en contacto, / me tocan, / te tocan».
Con esta vena lirica,
resulta bastante lógico que Caroline Kennedy no hubiese sospechado jamás que la
canción tenía que ver con ella, más allá de que algunos pelmas se la corearan
de vez en cuando como a todas las Carolines. Al fin y al cabo, ella solo tenía 11
años cuando salió el disco, y aún no estaba para esas maniobras de exploración táctil
que sugiere la letra. Pero décadas después, en 2007, contrataron a Neil Diamond
para entonar su gran 'hit' en el 50 cumpleaños de nuestra protagonista, y el
músico aprovechó para desvelar su secreto: «Nunca he discutido esto con nadie,
y lo he hecho adrede. Pensaba que quizá se lo contaría a Caroline si la conocía
algún día», planteó, antes de evocar aquella vez que, siendo «un compositor
joven y arruinado», vio en la revista 'Life' la foto de una Caroline niña,
vestida de amazona con su poni.
«Era una imagen tan
inocente y maravillosa… Sentí inmediatamente que allí había una canción». No la
escribió hasta unos cuantos años después, pero el caso es que la 'dulce
Caroline' siempre se apellidó Kennedy.
La hija de JFK es una de
esas personas ligadas a una canción popular, que les perseguirá ya para
siempre. El suyo, de hecho, es uno de esos casos particularmente graves en los
que el título incluye su nombre, de manera que el vínculo, una vez conocido, se
ha vuelto automático e insoslayable. En la mayoría de los ejemplos más famosos,
las homenajeadas parecen muy contentas con ese raro privilegio. Ahí está Peggy
Sue Gerron, la amiga del instituto de Buddy Holly que acabó inmortalizada en
'Peggy Sue' y cuyo nombre sigue sirviendo para referirse a la estética de las chicas
'rockabillies' al estilo de los 50. Su caso sirve también para desmitificar un poco
la visión sentimental del rock and roll, que a menudo no deja de ser ficción: la
canción se llamaba al principio 'Cindy Lou', como la sobrina de Buddy, pero el
batería del grupo pidió cambiar el título por 'Peggy Sue', su novia, con la que
atravesaba una mala época. Peggy acabó casándose con el percusionista, después
se divorció, se convirtió en la primera mujer fontanera de California y hoy
continúa viva, 54 años después de la muerte de Buddy Holly. En sus memorias,
'¿Qué fue de Peggy Sue?', asegura que el cantante de las gafas de pasta estaba
enamorado de ella.
También Sharona Alperin
aprovecha su propio mito. Aquella menor que enamoró al vocalista de The Knack e
inspiró la impetuosa 'My Sharona' trabaja hoy como agente inmobiliaria en California.
Se ha especializado en vender propiedades a famosos y nos saluda desde el
dominio de internet mysharona.com, con la canción sonando a todo trapo.
En España, por supuesto,
tenemos a la tinerfeña Noelia Afonso, Miss España en 1969 y Miss Europa en
1970, que tras el éxito en estos certámenes quiso emprender una carrera en la
música. «La belleza no es eterna y por eso quiero cantar», declaró entonces.
Estuvo ensayando con Augusto Algueró en Madrid, pero parece que el encuentro
resultó más fructífero para el compositor y arreglista que para la aspirante a
estrella: cautivado por la bella canaria, Algueró parió 'Noelia', una canción interpretada
por Nino Bravo de la que resultaba imposible escapar en la España de los 70. ¡Cuántas
mujeres, hoy rondando los cuarenta, se llaman Noelia por culpa de aquella chica
«igual pero distinta a las demás». Afonso, que pronto dejó atrás sus sueños discográficos
y hoy es propietaria del hotel Las Madrigueras en Tenerife, se quita
importancia en la historia: «Más que por mí, la inspiración fue por mi nombre, que
en aquella época era desconocido».
No puede decir lo mismo
Heló Pinheiro, porque su nombre, pese a lo bonito y lo sonoro que resulta,
importó bien poco en la génesis de 'su canción'. Lo que contaba era aquel
cuerpo de 17 años, tostado y firme, que en sus paseos por Ipanema solía cruzar
por delante del bar Veloso. A dos parroquianos del local, dedicados a la Iibación
concienzuda de cerveza, whisky y caipiriñas, se les iban siempre los ojos tras la
belleza en bikini. Decidieron retratar su paso en una canción contoneante,
soleada y vagamente melancólica: los dos bebedores eran Antonio Carlos Jobim y
Vinicius de Moraes, cómo no, y les salió esa maravilla volátil que es 'Garota
de Ipanema'. El propio Vinicius certificó que la «coisa mais linda» de la
canción era Heló, aquella «mezcla de flor y sirena, llena de luz y de gracia,
pero que también es una visión triste, porque carga con ella, camino del mar,
el sentimiento de la juventud que pasa». Aunque la juventud pasó hace mucho, Heló
sigue espléndida a los 68, con sus trabajos en televisión y su boutique de moda
playera, llamada -isí!- Garota de Ipanema.
Pero las relaciones
entre persona y canción no siempre son tan placenteras. Que se lo digan a la
actriz Patti D’Arbanville, que en 1970 comprobó cómo su novio (Steven Demetre
Georgiou, más conocido entonces como Cat Stevens y hoy rebautizado como Yusuf lslam)
le dedicaba su 'Lady D’Arbanville', con un enfoque tirando a enfermizo. «La escribió
cuando me fui a Nueva York. Me fui por un mes, así que no era el fin del mundo.
Pero escribió esta canción en la que yo aparecía muerta. Mientras yo estaba en
Nueva York, para él era como si yaciese en un ataúd», ha resumido la aludida.
Tampoco se ha visto
nunca muy ilusionada a Suzanne Verdal, la 'Suzanne' de Leonard Cohen, una
artista y bailarina con la que el poeta compartía veladas intimas en la
Montreal bohemia de los 60. Suzanne hacía en la realidad lo mismo que en la
canción: le servía té y naranjas, se vestía con prendas coloristas del Ejército
de Salvación y escuchaba pasar los barcos por el río San Lorenzo. «No creo
haber sido tan triste como él me retrató», se ha quejado alguna vez. Los
caminos de autor y musa se separaron de manera radical: él triunfó como
cantautor, con 'Suzanne' como primera canción de su primer álbum, mientras que
ella se perdió en una biografía accidentada que la ha llevado a vivir mucho
tiempo en una caravana.
También Janis Joplin se
convirtió en materia prima para una composición de Cohen, pero ella no tuvo
tiempo de protestar, porque ya había muerto cuando se editó 'Chelsea Hotel # 2',
con esa letra inolvidable que dice «te recuerdo bien en el Chelsea Hotel, / hablabas
de forma tan valiente y tan dulce. / Chupándomela sobre la cama sin hacer / mientras
las limusinas esperaban en la calle». La canción no especifica quién era la
compañera de juegos de Cohen, pero el canadiense se fue de la lengua en un
concierto: «Escribí esta canción para Janis Joplin», dijo al presentarla. Desde
entonces, se dice arrepentido: «Vinculé su nombre a la canción y me siento muy
mal por haberlo hecho, es una indiscreción que lamento mucho. Si hay alguna manera
de disculparse ante un espíritu, quiero hacerlo ahora mismo».
Lady D'Arbanville:
La actriz y modelo Patti
D’Arbanville inspiró al menos dos canciones a su novio de los 60, Cat Stevens: 'Wild
World' y la inequívoca 'Lady D’Arbanville', tema de aire trovadoresco en el que
el narrador se lamenta ante su amada muerta. «Lloré al escucharla, porque
entonces supe que todo había acabado», relata Patti.
'Hey Jude'
Julian Lennon, hijo
mayor de John, es el destinatario de 'Hey Jude', que en un principio decía «hey
Jules». No la compuso su padre, sino Paul McCartney, preocupado por las
consecuencias que podría tener para el pequeño Julian, de 5 años entonces, el
divorcio de sus padres. «Tengo más fotos con Paul que con mi padre», ha dicho
Julian.
'kooks'
El director de cine
Duncan Jones, hijo de David Bowie, fue el destinatario de una hermosa canción
de su padre: ‘Kooks', en la que le daba la bienvenida al mundo y a una familia
extravagante. «No te metas en peleas con abusones ni con granujas, / porque yo
no soy muy bueno dando puñetazos a los padres de los demás».
'Garota de Ipanema'
Heló Pinheiro, cuyo
nombre completo es Heloísa Eneida de Menezes Paes Pinheiro, solo tenía 17 años
cuando sus paseos en bikini por la playa carioca inspiraron a Jobim y Vinicius
de Moraes su 'Garota de Ipanema'. El revuelo que causó la canción hizo que su
novio quisiese casarse de inmediato.
'My Sharona'
Doug Fieger, vocalista
del grupo The Knack, se quedó prendado de Sharona Alperin cuando ella tenía 16
años y le compuso 'My Sharona', uno de los grandes 'hits' de finales de los 70.
«Es mágico ver cómo mucha gente se ha sentido tocada por mi canción», ha dicho Sharona,
hoy agente inmobiliaria en California.
‘Suzanne’
Suzanne Verdal estaba
casada con un amigo de Leonard Cohen, el escultor Armand Vaillancourt. Tras la
separación del matrimonio, Cohen siguió visitándola en su piso de Montreal, y aquellas
veladas son la sustancia de su tema 'Suzanne'. «Lo experimenté como una
invasión de mi privacidad», ha dicho ella.
‘Noelia'
La 'miss' canaria Noelia
Afonso, a quien se vinculó sentimentalmente con Julio Iglesias, quiso triunfar
en el mundo de la música y puso los primeros pasos de su carrera en manos de Augusto
Algueró. El compositor escribiría después 'Noelia', que se convirtió en un bombazo
en la voz de Nino Bravo.
‘Chelsea Hotel #2’
La malograda Janis
Joplis sirvió de asunto para un buen puñado de canciones como el ‘Pearl’ de The
Mamas and The Papas o el ‘Janis’ de Country Joe and the Fish. El caso más
singular fue el de Leonard Cohen, que en ‘Chelsea Hotel#2’ relata, sin
mencionar su nombre, un encuentro sexual con la legendaria cantante.
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