Islas perdidas, historias encontradas
(Un texto de Imma Muñoz en el suplemento dominical del
Periódico de Aragón del 1 de diciembre de 2013)
La escritora y
diseñadora alemana Judith Schalansky recorre en este peculiar atlas 50 islas en
las que jamás ha puesto los pies: viaja por ellas a través de los textos de
quienes las disfrutaron y también de quienes las sufrieron. 50 islas con 50
historias a las que el progreso no ha robado la magia.
Escenario de un extraño crimen sin resolver - Floreana (Islas
Galápagos. Ecuador)
(100 habitantes 173 km2)
En 1929, Dore Strauch,
profesora de instituto, y Friedrich Ritter, dentista, abandonan Berlín y a sus
cónyuges para empezar una vida nueva en Floreana, donde no hay más ley que la
de la supervivencia. Su humilde paraíso es invadido en 1932 por una baronesa
venida a menos que se instala en la isla con dos amantes, a los que tiraniza.
Pretende construir un hotel para millonarios. Dos años después, en Floreana no
hay ni rastro del hotel y sí dos desaparecidos, dos muertos y un gran misterio
sobre el que Dore, la única que vuelve a Berlín, guarda silencio.
Tras los pasos de Long John Silver - Isla de los Cocos (Costa Rica)
(Deshabitada 24 km2)
La historia de esta isla
habría fascinado a Robert L. Stevenson. En 1889, el marinero alemán August
Gissler desembarcó en ella convencido de que iba a hallar el oro robado por los
piratas que surcaban el cabo de Hornos. Dedicó dos décadas a buscarlo, a veces
junto a socios que compartieron fugazmente con él el sueño; otras solo, abandonado
hasta por su esposa. Al final, con la isla hecha un patatal sin más recompensa
que un puñado de viejas monedas, se dio por vencido, aunque seguía convencido
de que el tesoro estaba allí.
Un farero convertido en tirano sangriento - Clipperton (Francia)
(Deshabitada 1,7 km2)
¿Qué precisa un hombre
para convertirse en asesino? Tal vez solo la impunidad que da una situación
extrema. Eso pudo ser lo que transformó a Victoriano Álvarez, el antiguo
vigilante del faro de Clipperton, en una pesadilla para las seis mujeres y los
seis niños que sobrevivieron a un naufragio en sus costas. Álvarez los
esclavizó, violó y asesinó durante dos años, hasta que cuatro de ellas y sus
hijos lo mataron a golpes con un martillo. Era el 17 de julio de 1917. Poco
después, fueron rescatados por un barco de la marina estadounidense.
Menos visitantes que la Luna - Pedro I (Antártida)
(Deshabitada 156 km2)
Por este reino de hielo
que reivindica, por el momento sin éxito, Noruega han caminado menos hombres
que por la superficie de la Luna. Descubierta en 1821 por una expedición rusa,
fueron noruegos quienes lograron vencer las escarpadas costas y poner los pies
por primera vez en ella, en 1929. Desde entonces, pocos humanos más por allí
que los que montaron, en 1955, una estación meteorológica y de transmisiones
que funciona de forma automática.
En constante riesgo de hundimiento - Takuu (Papúa Nueva Guinea)
(560 habitantes 1,4 km2)
Takuu está condenada a
muerte. Se la tragará el mar. ¿Cuándo? Eso es lo que no saben sus habitantes,
que luchan por la supervivencia de este frágil anillo de arena con todas sus
armas: construyendo diques de raíces, arenisca y piedra, y rezando a los
espíritus y a los antepasados. Y así pasan la vida, con el agua por los
tobillos y la sal echando a perder las cosechas. Cosas del cambio climático y el
aumento del nivel del mar. La directora Briar March narró su drama en el
documental There once was an island.
El paraíso de la revolución sexual - Pukapuka (Islas Cook)
El paraíso de la revolución sexual - Pukapuka (Islas Cook)
(600 habitantes 3 km2)
Poco imaginaba el
español Álvaro de Mendaña, que descubrió esta isla en 1595, que iba a poner en
el mapa un verdadero paraíso de libertad sexual. Lo constató Robert Dean
Frisbie, un joven de Cleveland que llegó a esta tierra hacia 1920 buscando la
paz y encontró una placentera revolución: el sexo como un juego, con tríos
incluidos y sin lugar para los celos, y un respeto sagrado por la maternidad.
Así lo contó en The Island of Desire.
Desire se llamaba, precisamente, su mujer, una polinesia con la que tuvo cinco
hijos.
Esclavos de su libertad - Tromelin (Francia)
(4 habitantes 0,8 km2)
Tortugas, aves marinas y
una estación de Météo France en la que viven cuatro personas. Y poco más, o
nada más, hay en Tromelin, un islote a 430 km de Madagascar y 550 km de
Mauricio donde en 1760 un grupo de esclavos creyó encontrar la libertad.
Viajaban a bordo del Utile, un barco
de la Compañía Mercante de las Indias, que embarrancó en la isla y se rompió en
mil pedazos. Sobrevivieron 122 marineros y una sesentena de esclavos. Los
primeros pasaron dos meses construyendo una barcaza y, cuando la tuvieron
lista, se echaron a la mar prometiendo volver con ayuda. Nunca más se supo de
ellos. Los esclavos se proclamaron libres y lucharon por su supervivencia en esa
nueva prisión de arena y agua. Muchos prefirieron la incertidumbre del mar
abierto a la certeza del confinamiento. Los más resistentes velaron 15 años una
hoguera, hasta que en 1776 fueron rescatados los últimos supervivientes: siete
mujeres y un niño de pecho.
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