Cambio de horario
(Extraído de un artículo de Ángel Jiménez de Luis en el
suplemento Ariadna de El Mundo del 8 de noviembre de 2009)
El cambio al horario de invierno juega una mala pasada a
cuatro de cada 10 españoles y el 18% lo considera "muy molesto". Pero,
¿de verdad ganarnos algo con el molesto cambio de hora? […] La medida permite
empezar y terminar el día en mayor sincronía con la luz solar y, teóricamente,
ahorrar energía.
Cuánta energía se ahorra realmente sigue siendo objeto de
debate, pero independientemente de los efectos económicos y ambientales a
muchos españoles les cuesta más empezar la jornada y adaptarse al cambio.
Cuatro de cada 10 tiene problemas con el nuevo horario de invierno, según un estudio
de la empresa Adhoc realizado para Philips. Sufren alteraciones de sueño, mayor
cansancio y dificultad para despertarse por las mañanas, incluso días después
del cambio.
El 14% de la población valora el proceso, de hecho, como
«muy molesto» y son mujeres y jóvenes los que más problemas tienen para
adaptarse. […]
La práctica del cambio de hora es un fenómeno bastante reciente,
aunque civilizaciones antiguas han tenido relojes específicos para diferentes épocas
del año. Se atribuye el primer intento de coordinar un cambio global de hora
para aprovechar mejor la luz en verano al entomólogo neozelandés George Vernon Hudson.
Hudson practicaba la entomología como afición y sólo podía realizarla después
del trabajo. Durante el invierno, sin embargo, apenas disponía de tardes con
luces para poder practicar su afición. En 1895 presentó una propuesta a la
Academia de Ciencias australiana sobre el adelanto conjunto de hora para poder beneficiar
al mayor número de personas y economías posibles.
Desde entonces varios países han ido sumándose a esta iniciativa
para adelantar y retrasar los relojes durante las diferentes estaciones para
aprovechar mejor la luz. La práctica se extendió -y llegó a nuestro país- durante
la crisis del petróleo en el año 1974, en un intento por reducir el consumo global
de crudo.
En Europa, el cambio al horario de verano en marzo y el retorno
al horario de invierno en octubre se convirtieron en directiva en el año 1981 y
se ha mantenido en todas las revisiones realizadas. La última versión, la
novena, es la primera que establece claramente los tiempos que deben regir para
el conjunto de los países de la Unión. Aunque la mayoría de los países del
hemisferio norte implementa el cambio
horario, no todos lo hacen a la misma vez y hay notables excepciones a la
práctica, como Japón, China, Islandia, y algunos estados de E.E.U.U. y México.
Quienes se oponen a la iniciativa se quejan de la confusión
que crea en varios sectores como el transporte y los negocios. También señalan los
efectos adversos para la salud. Una hora de atraso o adelanto puede no parecer
mucho tiempo, pero es suficiente para variar nuestro ánimo y alterar el
equilibrio hormonal del cuerpo. Un 25% de la población española sufre
alteraciones del sueño, el 21% de síntomas de cansancio al día siguiente y el 20%
encuentra difícil levantarse de la cama. A todos estos factores, que pueden
llegar a durar más de una semana, hay que sumar irritabilidad, distimia
(melancolía y apesumbramiento) y una mayor propensión a cometer errores o tener
accidentes por la falta de descanso.
Aunque ya es tarde para esta última ocasión, los
especialistas recomiendan ir variando progresivamente los hábitos diarios una semana
antes del día del cambio horario. La idea es adelantar o retrasar el comienzo
de las actividades unos diez minutos sobre la hora habitual para que la
transición a la nueva hora sea lo más cómoda posible el día en el que
finalmente cambie la hora. […]
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