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lunes, enero 5

La noche de Reyes en Aragón



(Un texto de David Navarro en el Heraldo de Aragón del 5 de enero de 2014)

La noche de Reyes es rica en tradiciones con un único objetivo: alimentar la ilusión de los más pequeños en la víspera de uno de los días más esperados del año, En Aragón hay costumbres que aún perduran y que los estudiosos José Antonio Adell Castán y Celedonio García Rodríguez han recogido en libros como 'Fiestas y Tradiciones en el Alto Aragón. El Invierno'. «La fiesta de los Reyes es una de las más populares del año -destaca Adell-. La sabiduría popular ha tejido numerosos dichos y leyendas con los que se embauca la inocencia de los niños». Por ejemplo, en Sariñena se decía que «si los niños querían obtener un regalo extraordinario, tenían que ir a esperar a los Reyes a las doce de la noche con la faldeta mojada y una caña verde».

Quizá la que más llama la atención por su ternura es la que tiene lugar en La Fresneda (Teruel), cuando suena la víspera de Reyes el estruendo de los 'calderons', un repicar constante de ollas, cazuelas, sartenes... «Cuenta la tradición que hubo un año en que los Reyes Magos pasaron de largo y no dejaron regalo alguno en La Fresneda -recuerda Adell-, Ahora, los niños salen a las calles a hacer todo el ruido que pueden con los calderos, para que Sus Majestades no pasen de largo». Los hay que incluso ponen enormes latas de gasolina para hacer aún más ruido. No es el único municipio que cuenta con la tradición del ruido. También en Salvatierra de Esca (Zaragoza), antes de la cabalgata, en la tarde del día 5, los niños corren por las calles haciendo sonar sus esquilas o cencerros. De vez en cuando, anuncian a gritos: «Ya vienen los Reyes Magos», mientras arman el alboroto. Algunos años dejó de hacerse esta tradición, pero recientemente se ha recuperado. Una de las curiosidades de este pueblo (que pertenece a la comarca de la Jacetania) es que niños y mayores participan en la cabalgata vestidos de pastores.

Aunque en parte de Aragón los Reyes Magos de la cabalgata solo traen regalos a los niños, hay pueblos más generosos. En Pancrudo (Teruel), se hace una especie de 'amigo invisible', de manera que todos los vecinos reciben un presente. Todos acuden al bar, donde se reparten cajas en medio de los asistentes. Tal y como indican desde el Instituto de Estudios Turolenses, las localidades de la provincia que tienen pocos habitantes hacen sus propias fiestas, algunas de ellas cargadas de originalidad. Por ejemplo, en San Martín del Río, los tres monarcas bajan la montaña portando unas espectaculares antorchas.

Sorprende que en muchas localidades de Aragón se mantenga viva la tradición de la Tronca de Navidad (o 'Tronc de Nadal' en el Matarraña). «Y no solo en la parte oriental de Aragón, hay localidades de las Cinco Villas donde es muy popular», asegura José Antonio Adell. Está muy relacionado con el ritual del fuego, «en Ansó se deja ardiendo toda la noche, para calentar al Niño. Y en Baraguás permanece hasta Reyes o la Candelaria (2 de febrero)». Es un ritual que se perdió porque se necesita una chimenea en casa, pero en los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo por recuperarlo en la Nochebuena.

Aún más curiosa es la tradición de las 'damas y caballeros'. «En un puchero se introducían papeletas con los nombres de las mozas y de las viudas del pueblo y en otro los de los mozos viudos y tiones -indica Adell-. Se sacaban papeletas y si faltaban chicos o chicas se emparejaban con animales. En Pozán de Vero, al día siguiente, tras la misa, el mozo debía pagar a su pareja un pedazo de turrón comprado al turronero de Pertusa e invitar a bailar a la moza. En Bespén la chica tenía que bailar con el chico e invitarle a merendar. En Robres y en Biscarrués el juego se denominaba 'damas y galanes'; en Biscarrués también se les asignaba oficios». Según el investigador Bastián Lasierra, esta tradición procede de tribus más primitivas, que procreaban en estos primeros días del año para llamar a la fertilidad.

Y el día de la Epifanía tienen todavía lugar fiestas y romerías en numerosos pueblos de Aragón. Según cuenta Adell en su libro, «se celebraban las fiestas en Cortillas, Fanlo, Lanave, Bono, Juseu y Loscertales. Se sigue venerando este día en las fiestas pequeñas de Panillo y de Grañén; en esta villa junto con San Julián Hospitalario. En los años veinte, los festejos profanos de Grañén se reducían a bailes en los salones de Cajal y Luzán, amenizados, entre otras, por la orquestina de Azanuy». Hoy en día, en Grañén se celebra el 7 de enero (san Julián), en una jornada que resume lo que antes duraba días y días. Baile, misas y actividades. En Binéfar (Zaragoza), se celebra el día de San Quílez, patrón de la localidad, Son las fiestas de invierno que años atrás tenían lugar del 31 de diciembre al 7 de enero y que ahora se reducen a la jornada de Reyes. «La imagen del santo se baja a la plaza y los lugareños llevan una rama de hojarasca, que se tira a una gran hoguera. Tras terminar la misa, se regresa a la hoguera para aprovechar las ascuas y asar en ella longanizas, tortetas, carne... hay fiesta y juegos para los más pequeños».

En Huesca, una de las tradiciones más extendidas es la de la caña verde. Según Adell «dos niños iban a esperar a los Reyes con la clásica caña a la plazoleta del puente de San Miguel, ya que la carretera de Santa Lucía era la ruta tradicional que traían los augustos y prodigiosos señores. En Lanaja se gastaba la misma broma a los niños; se iba a esperar a los Reyes a Santa Bárbara, con camisa mojada y una caña verde, para que, según se decía, los Reyes repartieran mejor los regalos. Los niños recibían muñecos de cartón, dinero, higos secos, mandarinas o trozos de turrón».

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