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martes, abril 21

La certeza de la incertidumbre



(Un texto de Pablo Jáuregui en El Mundo del 31 de octubre de 2010)

“Vivimos en un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre”. Zygmunt Bauman pronunció […] esta nueva y elocuente variación del socrático “Sólo sé que no sé nada” tras recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales [en 2010]. Durante los últimos cuatrocientos años, los avances de la ciencia nos han permitido erradicar enfermedades letales, triplicar la esperanza de vida, viajar a la Luna e inventar prodigios tecnológicos […]. Sin embargo, hay preguntas ante las que, efectivamente, el animal humano sólo tiene la certeza de esa incertidumbre de la que habla el sabio Bauman.[…] ¿Hay algo más?¿O esto (“polvo eres…”) es lo que hay?

[…] a raíz del último libro de Stephen Hawking, se ha vuelto a polarizar de nuevo la eterna guerra cultural entre los dos bandos de aquellos que sí parecen tenerlo todo muy claro en este terreno, ya sea a favor o en contra de las creencias religiosas. Pero de todo lo que se ha escrito sobre esta cuestión tras el nuevo Dios ha muerto lanzado por el astrofísico británico, me quedo con la postura que ha defendido el neurocientífico estadounidense David Eagleman en un artículo publicado por la revista New Scientist.

Según este explorador del cerebro, el problema de los “nuevos ateos” como Hawking, Dawkins y Dennet es que dan la impresión de que la ciencia ya ha resuelto o muy pronto resolverá todas las grandes dudas de la humanidad. Sin embargo, para Eagleman, la lección principal de la ciencia es que “nuestra ignorancia es mucho mayor que nuestro conocimiento”. Por eso, este neurocientífico afirma que no acepta la supuesta verdad de ninguna religión, pero tampoco se considera ateo, sencillamente porque “no existen suficientes datos para descartar otras posibilidades interesantes”.

El hecho irrefutable, en su opinión, es que “sabemos demasiado como para ser religiosos, pero a la vez sabemos muy poco como para ser ateos”. Así que frente a la dicotomía de los dogmáticos que se pelean totalmente convencidos de la existencia o no existencia de Dios –o de que hay o no hay vida después de la muerte- Eagleman defiende una postura intermedia que ha bautizado como el “posibilismo”, cuyo lema es una frase de Voltaire: “la duda no es un estado agradable, pero la certeza es absurda”. Su mensaje es que la vida, antes y después de la muerte, sigue siendo un enigmático misterio, un rompecabezas al que todavía le faltan muchas piezas, así que no descartemos ninguna hipótesis y disfrutemos de las eternas posibilidades para explorar lo desconocido.

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