Autoestima: aprenda a quererse
(Un artículo de Inma Muñoz en el suplemento dominical del
Periódico de Aragón del 8 de marzo de 2015)
“Todo pasa por la autoestima y todo empieza y acaba en ella.
Hace ya muchos años que lo tenemos claro, aunque por alguna razón sigue siendo
el problema más habitual y el principal motivo de infelicidad en los seres
humanos”, escribe Silvia Congost en Autoestima
automática. La psicóloga gerundense ha comprobado que la inmensa mayoría de
personas que acuden a su consulta con problemas de celos patológicos,
inseguridad, estrés y hasta depresión tienen una imagen distorsionada de sí
mismos que les impide desarrollar su potencial y, en suma, alcanzar la paz
interior que conduce a la felicidad.
“En la mayoría de los casos, olvidamos que tendríamos que
darnos cuenta de que somos la persona más importante de nuestra vida. La más
importante. Somos la persona con quien vamos a estar durante el resto de
nuestra vida, 24 horas al día, siete días a la semana. Siempre. Nos tratemos como
nos tratemos, nos aceptemos o nos rechacemos, nos insultemos o nos
reconozcamos, seguiremos allí. Por ello, cuanto mejor nos tratemos, mejor nos
sentiremos”, continúa. Y ustedes se preguntarán: ¿y eso cómo se hace? Aquí
encontrarán algunos conceptos y claves extraídos del libro de Silvia Congost
para empezar a hacerlo. Pero el camino es largo y la bibliografía, extensa.
Este puede ser el primer paso de una carrera de fondo: aprender a quererse.
¿Qué es la
autoestima? Tener una buena autoestima es confiar en nosotros, sentirnos
competentes para la vida y merecedores de felicidad. Esto nos conducirá a
afrontar la vida con mayor seguridad, benevolencia y optimismo, y podremos
superar cualquier reto y cualquier dificultad. La confianza y la seguridad son
la base necesaria para sentirnos bien en todas las áreas de nuestra vida. Por
ello decimos que tener una buena autoestima nos afecta prácticamente en todo:
en el trabajo, con los amigos, con la pareja y con los propios retos personales.
La resiliencia. Es
la capacidad innata que tienen los seres humanos de adaptarse y superar los
reveses de la vida. Silvia Congost cita como referente en este tema a Victor
Frankl, un psiquiatra y neurólogo austriaco, autor de El hombre en busca de sentido. Frankl escribió ese libro tras ser
liberado, en 1945, de un campo de concentración nazi. Había estado tres años en
él, y vio morir a toda su familia. Aun así, en el entorno más hostil que
alguien pueda concebir, logró encontrar motivos para seguir viviendo. ¿Cómo?
Congost tiene la clave: “Ante la imposibilidad de cambiar la realidad, Frankl
decidió cambiar sus pensamientos y con ello la interpretación de aquellos duros
acontecimientos”.
Dos etapas claves
para nuestra autoestima. El 30% de nuestra autoestima nos viene en el ADN:
nuestro código genético hace que algunas personas estén más predispuestas a ver
el lado positivo de las cosas que otras. El 70% restante, sin embargo, lo
determina nuestro entorno: las relaciones familiares, la educación, los
valores, las experiencias vividas, el afecto recibido... Hay dos etapas que son
fundamentales en un buen desarrollo de la autoestima: la infancia, el momento
en el que construimos nuestra autoimagen y, por tanto, cuando se generan la
mayoría de nuestras creencias limitantes, y la adolescencia, una etapa de
inestabilidad emocional en la que muchos chavales ven cómo cae en picado la
imagen que tienen de sí mismos (sobre todo, entre los 8 y los 13 años, y con
más fuerza en las niñas).
Consecuencias. ¿En qué desemboca la baja autoestima?
Consecuencias. ¿En qué desemboca la baja autoestima?
-Celos
-Pérdida de oportunidades por miedo al fracaso
-Dependencia emocional
-Aislamiento
-Agresividad
-Maltrato psicológico y físico
¿Cómo recuperarla?
-Tomar conciencia de la necesidad de cambio
-Entrar en contacto con nuestro niño interior. Aceptarlo
como es y hacerse cargo de él
-Practicar la gratitud, entendida como forma de valorar lo
positivo que ofrece la vida
-Definir un rumbo para lograr lo que queremos, con objetivos
claros y realizables
-Pasar a la acción. Confiar en que el cambio es posible y
responsabilizarnos de él
- Ser asertivos: no decir sí cuando queremos decir no
Teoría del PEC y del
pensamiento positivo
PEC: por Pensamiento-Emoción-Conducta. O sea, que
nuestros pensamientos desencadenan nuestras emociones, y estas condicionan
nuestras conductas. El individuo que comprende e interioriza esta afirmación
adquiere un gran poder sobre sí mismo: si aprende a conducir sus pensamientos
en la dirección correcta, se sentirá mejor y logrará comportarse de la manera
más adecuada para lograr sus objetivos. “Los pensamientos negativos nos hacen
perder energía y nos debilitan”, escribe Congost. Un pensamiento positivo, en
cambio, permite mantener relaciones sanas y elegir cómo responder ante cada
situación. Ser, en definitiva, dueño de la propia vida.Etiquetas: Pensando en la salud
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