Lentejas políticas
(La columna de Martin Ferrand en el XLSemanal del 3 de
febrero de 2013)
No sé qué habrá sido de Mona Jiménez, una encantadora y
enigmática peruana que en los primeros años de la Transición convirtió su
domicilio —un apartamento cercano al que todavía era Estadio Bernabéu— en lugar
de encuentro y convivencia para fomentar el diálogo entre los españoles que,
tras el franquismo, debíamos aprender a ser demócratas. El pretexto de Mona
Jiménez eran las lentejas. Entendidas como plato único y servido por un
catering de la época, daban pretexto a una plural tertulia en la que solía
actuar de moderador Emilio Romero, notable periodista ya desaparecido.
Las lentejas de Mona Jiménez tienen su antecedente en las
que, en su domicilio particular de la calle Serrano, número 40, de Madrid,
ofrecía Emilio Castelar. Dada su condición de gran solterón, era su hermana
Concha quien actuaba como ama de casa y, como cuenta Carmen Llorca, «al lado
del político sentaba al periodista; junto al aristócrata, al principiante
llegado de provincias; al lado del escritor ponía al hombre de negocios y así
continuaban los más opuestos profesionales».
La mesa, o sus taburetes equivalentes, es un lugar de
encuentro más que un escenario nutricio. El ejemplo de Castelar o el de
Jiménez, cada cual en su rango e independientemente del menú, son un modelo de
convivencia del que tristemente ya estamos lejos. Nos queda el consuelo de
algunos restaurantes que siguen ofreciendo majestuosos platos de lentejas. En
Madrid son muy ricas las de Casa Ciriaco (Mayor, 84), que frecuentaban y
compartían Camilo José Cela, Jaime Campmany y otros geniales animales de pluma,
y me parecen insuperables las que, con su chorizo, ofrecen en De la Riva
(Cochabamba, 13).
Etiquetas: Culturilla general
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home