Puente de piedra
(Un texto de Cristina Adán en el
Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2014)
Su incierto origen, su accidentada vida
consecuencia de las riadas que han obligado a reconstruirlo en varias ocasiones
y los debates generados sobre su uso compartido para peatones y vehículos no
han ensombrecido la grandeza del primer puente sobre el río Ebro. Un paso que se
ha convertido en todo un símbolo de la ciudad.
[…]
El puente de Piedra, el primero sobre
el Ebro, ha sido un paso más que 'discutido'. Su incierto origen, las
reconstrucciones sufridas como consecuencia de las riadas y los debates más
recientes que ha generado sobre su uso nunca han logrado ensombrecer la
grandeza del que es todo un símbolo de la ciudad. Y eso que ahora hay más de 110
puentes que cruzan Zaragoza, incluyendo en el listado pasos sobre ríos,
carreteras, canales o vías del ferrocarril.
Hay historiadores que definen al
puente de Piedra como el «monumento arquitectónico más incierto y discutido en
cuanto a su origen y cronología». Es obra del siglo XV, rehecha en el XVII,
pero los historiadores no conciben que César Augusta careciera de un gran
puente en el mismo lugar. Acaso tuvo pilares de piedra y el resto de madera,
como otros que hizo Roma. Y su ubicación era estratégica, ya que permitía
cruzar el río en línea con una de las principales calles de la ciudad en época romana.
Y también ahora, como calle de Don Jaime I.
Varias grandes riadas hicieron que
el puente se desplomara. Aunque volvió a ser levantado. Como también tuvo que
ser reconstruido tras la destrucción de una de las arcadas, la más próxima al
barrio del Arrabal, por parte de las tropas napoleónicas cuando salían de la
ciudad el 9 de julio de 1813.
Estos 225 metros de puente (parte
de ellos enterrados bajo el paseo de Echegaray y Caballero) han dado también
lugar a discusiones, estas ya sobre el asfalto. La última hace cuatro años,
cuando se valoró convertirlo en peatonal. El perjuicio que el paso de vehículos
pesados podía ocasionar en este momento era uno de los argumentos esgrimidos
por quienes apoyaban el uso exclusivo para peatones de este Bien de Interés Cultural.
Pero las necesidades de comunicación de los vecinos de la margen izquierda
ganaron la batalla. Aunque no dio libertad a todos los vehículos. Taxis,
autobuses y bicicletas conviven ahora con quienes cruzan el río andando y siguen
asomándose para observar el mismo río de siempre. Y la imponente basílica.
Etiquetas: Sitios donde perderse
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