Puente de Santiago, el puente de los dos arcos
(Un texto de Javier L. Velasco en el Heraldo del 12 de octubre de 2014)
La saturación y el mal estado de conservación de los puentes
de la ciudad, junto con los planes para la margen izquierda, obligaron a
Zaragoza a proyectar un nuevo paso sobre el Ebro a la altura de la avenida de
César Augusto. Casi medio siglo después, la presencia del tranvía y de un
carril bici lo han rejuvenecido.
Es punto de cruce diario para vecinos de la margen
izquierda, histórica puerta de entrada para visitantes procedentes de la
carretera de Huesca y, desde hace unos años, hasta soporte para los candados
que enganchan las parejas de enamorados evocando la neocostumbre del puente
Milvio de Roma. El de Santiago de Zaragoza no es -ni mucho menos- tan antiguo,
pero ya roza el medio siglo de edad y lo hace con aspecto y espíritu renovado.
De soportar sobre sus cimientos hasta ganado cruzando por la acera, […] y seis
carriles de circulación, ha pasado a solo tres y a encarnar los cambios que ha
sufrido la ciudad al acoger también el paso del tranvía -sin catenaria- y de
multitud de ciclistas por su nuevo carril bici.
Se inauguró el 13 de marzo de 1967 para quitar tráfico al
puente de Piedra y al de Hierro, saturados y en mal estado de conservación, y
para sustituir a la vieja pasarela metálica peatonal que se instaló en 1935. El
otro objetivo fue poder encauzar la actividad que se desarrollaba al otro lado
del Ebro, con la pujanza que asumía la Academia General Militar. Hoy ha perdido
la importancia que tuvo como cruce de vehículos, la misma que han ganado otros puentes
más periféricos como el de la Almozara o el del Tercer Milenio. Por contra, es
clave en el trazado del tranvía para enlazar la margen izquierda con la avenida
de César Augusto y, con ella, el Casco Histórico de la ciudad.
Como (casi) todo lo nuevo que llega a la ciudad, el proyecto
impulsado por el alcalde Luis Gómez Laguna lo hizo con cierta polémica. Su
diseño rompía con la estética habitual de los puentes, con un número impar de
arcos, y el central algo más ancho que los laterales. Sin embargo, el siempre
heterodoxo río Ebro recomendaba dibujar solo dos, de 62 metros cada uno, ya que
en caso de hacer tres, uno de ellos tenía que asentarse en la zona más profunda
del cauce y la obra se complicaba. El ingeniero Tomás Mur Vilaseca buscó
ligereza y esbeltez en el diseño, con 32 metros de anchura y 187 de longitud.
Su importancia creció exponencialmente a partir de 1970.
Entonces se lanzó la llamada Actuación Urgente Puente de Santiago, con la que
se dibujó casi una nueva ciudad, con viviendas para 108.000 habitantes que se
iban a asentar sobre las huertas que existían entre la autopista A-2, el río
Ebro y las viejas construcciones del Arrabal zaragozano. Como nudo de tráfico,
su eficacia era dudosa. La estrechez de la avenida de César Augusto, obligada
por la presencia del Torreón de la Zuda, de las Murallas Romanas y del Mercado
Central, convertía en un considerable embudo la salida y entrada de la ciudad
por este punto. Los viejos atascos de la zona, sin embargo, acabaron de un
plumazo con la renovadora (y polémica) llegada del tranvía. La peatonalización
de la avenida de César Augusto ha limitado la movilidad en coche y en autobús
urbano, pero también ha convertido una vieja estética de humo y ruido en un
paseo más diáfano y mucho más amable.
Etiquetas: Sitios donde perderse
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