¿Por qué la leyenda negra de Felipe II?
(Un texto de José Segovia en el XLSemanal del 19 de junio de 2016)
Tras
sus dos fracasos matrimoniales, Felipe II se casó con Isabel de Valois,
con la que tuvo dos hijas: Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. El
monarca amó a Isabel y quedó destrozado cuando esta falleció, cuatro
años después. Fue en aquel tiempo cuando se gestó la leyenda negra de su
reinado. El príncipe don Carlos, primogénito de Felipe II y de su primera esposa,
María de Portugal, sufría una enfermedad crónica, consecuencia de la
consanguinidad de la unión de sus padres. Él era consciente de las
reticencias que mostraba su progenitor sobre sus derechos dinásticos, lo
que le causó muchísima frustración. Su odio hacia Felipe II hizo que
apoyara las reivindicaciones de la nobleza flamenca, lo cual provocó la
ira de su padre, que ordenó encarcelarlo en el torreón del alcázar de
Madrid, donde falleció en extrañas circunstancias, en 1568.
Su trágica muerte y las
supuestas relaciones que mantuvo con su madrastra, Isabel de Valois,
hicieron del príncipe un héroe romántico para los forjadores de la
leyenda negra, que acusaron al monarca español de haber ordenado el
asesinato de su hijo. Isabel se llevaba bien con Carlos, pero no mantuvo
una relación sentimental con su hijastro.
En 1579 se produjo el
procesamiento del secretario del rey Antonio Pérez y de la princesa de
Éboli, sospechosos de conspirar contra la Corona. Pérez se refugió en
Francia y publicó folletos virulentos contra el monarca español que
servirían de base para la elaboración de la leyenda negra. «¿Ha
hecho algo España en el mundo, como no sea quemar herejes y perseguir
eminencias científicas, destruir civilizaciones y dejar por doquier
huella sangrienta de su paso?», se preguntaba en 1914 Julián Juderías en su libro La leyenda negra,
título que a partir de entonces designó la visión de España que
urdieron anglosajones y flamencos, a la que retrataron como una nación
cruel y tiránica, enemiga del progreso y de las innovaciones. En sus
panfletos, los creadores de aquella campaña propagandística concluían
que España era una nación gobernada por déspotas que utilizaron la
Inquisición para someter a sus incultos súbditos, y Felipe II era el
peor de todos ellos.
Pero ¿por qué tanta saña
contra él? Por la posición de poder que adquirió España tras el
descubrimiento de América y el desarrollo del imperio. A partir de
entonces, los españoles fueron retratados en el exterior como individuos
atrasados, fanáticos, crueles y poco agraciados.
Caídos en desgracia
Felipe II acusó a su
secretario Antonio Pérez de tener tratos con herejes y de conspirar
contra él en connivencia con la princesa de Éboli: a ella la mandó
encerrar en Pastrana; Antonio Pérez consiguió huir a Francia. Desde allí
difundió folletos contra Felipe II.
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La historiografía
contemporánea desmiente la leyenda negra, cuyos tópicos retrataban a los
españoles como crueles, atrasados, altivos y poco dotados para las
artes y las ciencias. Esa era la imagen que los enemigos del imperio
español difundieron por el mundo.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia
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