(Extraído de un artículo de F.J.Losilla en el suplemento
económico del Heraldo de Aragón del 7 de septiembre de 2014)
La
mercantilización a la que se ha abocado la vida en el siglo XXI encuentra en el
deporte profesional una de sus
manifestaciones más incontestables. Prácticamente todo está en venta por
el precio adecuado: desde el nombre de un estadio a los horarios de los partidos.
[…]
Si las
comparaciones son habitualmente odiosas, mucho más en este caso. Si nos retrotraemos a la pasada centuria, concretamente
a 1936, se observa el giro radical experimentado. Fue entonces, con motivo de
los Juegos Olímpicos de Berlín, cuando el alemán Adi Dassler -el fundador de Adidas-
fabricó las primera zapatillas personalizadas para un deportista. El elegido
fue Jesse Owens, estadounidense y de raza negra. Todo un riesgo en un país
gobernado por Adolf Hitler y su nacionalsocialismo. Dassler, ansioso por promocionar sus productos,
le propuso a Jo Waitzer, el preparador del equipo alemán de atletismo, que le
entregara a Owens tres pares de sus revolucionarias
creaciones, mucho más ligeras que las de la época. Poniendo en riesgo su
vida, le entregó la mercancía al estadounidense, que quedó maravillado con las
ventajas que ofrecían. Fue proclamado el rey de los Juegos gracias a sus cuatro
oros: 100 y 200 metros, relevos 4xlOO y salto de longitud. Owens no ingresó un
centavo por prestar su imagen. Al
contrario, envió una carta a Dassler agradeciéndole su inestimable ayuda. El
premio de ambos fue un lugar preferente en la historia.Etiquetas: Deporte
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