Frederick Banting, el nobel de medicina más joven de la historia
(Un texto de David Valera en el suplemento dominical del
Heraldo de Aragón del 17 de diciembre de 2017)
Inyectarse
insulina se ha convertido en un
hábito rudimentario
y sencillo para miles de personas. Ese simple gesto
les permite llevar prácticamente una vida normal a pesar de sufrir diabetes.
Una enfermedad que en su variante menos agresiva y más común -la tipo 2- afecta
al 13,8% de los españoles mayores de 18 años. Sin embargo, alrededor de un 5% de los diabéticos padecen
el tipo 1 de esta afección, lo que supone que necesitan pincharse insulina
diariamente, según datos de la Fundación para la Diabetes.
Por
suerte, los avances médicos han permitido que estas personas puedan mantener
una calidad de vida muy razonable pese a su enfermedad crónica. Sin embargo, no
siempre fue así. Y uno de los principales responsables de esta gran mejora fue
Frederick Banting, quien descubrió la técnica
para aislar la insulina y lograr combatir la diabetes con ella. Este importante
logró le valió convertirse en el galardonado más joven
del Nobel de Medicina.
Banting
nació en 1891 en la ciudad canadiense de Alliston. Estudió la carrera de
medicina y nada más graduarse en 1916 se incorporó al ejército para participar en
la Primera Guerra Mundial, donde la demanda de doctores era incesante. Fue
destinado al frente de Francia. Allí
prestó servicio y
fue herido por una bala en la batalla de Cambrai. Su comportamiento valeroso
durante la contienda quedó acreditado por la Cruz Militar.
Silenciadas
las armas, Banting regresó a Canadá para seguir profundizando sus estudios. En
concreto, se especializó en medicina ortopédica y trabajó como cirujano. Sin
embargo, la persona que daría un paso fundamental para reducir la mortalidad de
la diabetes se interesó por el tema casi de casualidad. Fue a raíz de la
lectura de varios artículos sobre el páncreas y su influencia en la diabetes lo
que despertó su curiosidad. En aquella época, varios médicos habían realizado
ya importantes descubrimientos en este campo.
AISLAR
LA HORMONA. De
hecho, el endocrino británico Edward Albert Sharpey-Schafer había detectado la
hormona responsable de regular el azúcar en la sangre, a la que llamó insulina.
Este investigador se dio cuenta de que la ausencia de esta hormona provocaba
los altos niveles de glucosa en la sangre. Tanto él, como otros médicos
trataron de aislar la insulina y extraerla de las células del páncreas para
estudiarlas mejor y poder tratar la enfermedad. Sin embargo, los intentos fracasaron.
Es en ese punto donde Banting adquiere un papel clave. El canadiense se puso en
contacto con el médico John Richard Macleod, profesor de fisiología en la Universidad de Toronto, quien le ayudó y le
cedió sus laboratorios para llevar a cabo sus investigaciones.
Ambos
médicos contaron con la ayuda del joven estudiante de medicina Charles Best y
del químico James Collip. El equipo trabajó de manera incansable y enseguida
obtuvieron resultados positivos. Tanto evolucionaron que, en apenas un año, Banting había logrado extraer la insulina y probarla en
pacientes. En 1922 publicaron el primer artículo científico en el que
explicaban el éxito de su método y los resultados obtenidos. Bajo el título 'Extractos
pancreáticos en el tratamiento de diabetes mellitus' apareció en el 'Canadian
Medical Association Journal'. Posteriormente escribieron más artículos en los
que detallaban las mejoras de su método.
En 1923 la Academia Sueca reconoció el importante hallazgo con el Nobel
de Medicina para Banting y Macleod. El médico canadiense contaba con tan solo 32
años, lo que le convirtió en el galardonado más joven en esta disciplina. En
cualquier caso, ambos compartieron el premio con sus ayudantes Best y Collip. En
los años siguientes Banting continuó recibiendo distintos reconocimientos e incluso
creó un instituto de investigación con
su nombre centrado en el estudio de la silicosis
y el cáncer.
De esta
forma, Bating dejó poco a poco a un lado los estudios de la diabetes y se
interesó más por otros problemas. Uno de los últimos que le ocupó tuvo que ver
con las molestias que experimentaban los pilotos de aviones militares al volar
a determinadas velocidades. Pero de nuevo la guerra se cruzó en su camino y
durante el segundo conflicto mundial buscó tratamiento para las quemaduras producidas
por el gas mostaza. Falleció inesperadamente en 1941 en un accidente de avión.
Etiquetas: Grandes personajes, Pensando en la salud
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