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lunes, marzo 19

La Laponia finlandesa

(Un texto de María León en la revista Mujer de Hoy del 19 de noviembre de 2016)

Existe un lugar donde la magia surca senderos de nieve y convierte el paisaje en un regalo para los sentidos… Sí, parece el comienzo de un cuento, pero en realidad es el comienzo de mi viaje a la Laponia finlandesa, dentro del círculo polar ártico, una región poblada por la etnia wami y repartida entre Noruega, Rusia, Suecia y Finlandia, el país donde yo estuve.

Mi viaje comenzó por Rovaniemi, la capital de la región, conocida por su situación geográfica como puerta de Laponia. Se trata de una ciudad peculiar, prácticamente nueva, ya que en la Segunda Guerra Mundial el ejército alemán la devastó casi por completo y tuvo que reconstruirse. En la década de los 60, el arquitecto finlandés Alvar Aalto –uno de los más prestigiosos de todo el siglo XX– fue el encargado de planifi car su nuevo urbanismo. De su obra, genuina por su concepción de los espacios grandes, abiertos al exterior en inmensos ventanales, destacan el Ayuntamiento, la Biblioteca y el Teatro Municipal.

Pero en mi primera noche me hospedé en uno de los pocos edificios antiguos que todavía se conservan en Rovaniemi: se trata del Arctic Light Hotel, que albergó el consistorio en los años 50 y que ahora combina aquellas líneas con un diseño moderno y cosmopolita.

Claro que, si buscáis un alojamiento de ensueño, sin duda debéis internaros en el bosque y probar el Arctic TreeHouse Hotel, donde se puede dormir, literalmente, entre los árboles, en plena naturaleza. ¡Es una experiencia increíble! De hecho, está en el Santa Park Arctic World, también conocido como Joulukka, un lugar mágico donde eres recibido por los elfos que te llevan a conocer a Papá Noel.

Si antes de ir le has escrito y quieres saber si tu carta ha llegado a su destino, debes visitar Santa Claus Village, su ciudad oficial, que atraviesa la línea del círculo polar ártico.

Su historia es curiosa: en los 50, Eleonor Roosevelt quiso visitar Laponia pero, como la zona estaba derruida tras la guerra y apenas había nada que enseñarle, se construyó este parque que ahora es uno de los grandes reclamos turísticos de Finlandia: miles de personas viajan hasta este lugar cada año para comprobar, en la Oficina Postal de Santa Claus, si la suya es una de las más de 500.000 cartas que se reciben cada año y, sobre todo, para conocer en persona a Santa Claus. Yo también pude verle, y fue una experiencia casi tan especial como contemplar las espectaculares auroras boreales que pueden verse casi 200 noches al año.

Pero, aunque Santa sea su vecino más famoso, Rovaniemi tiene muchos otros encantos para el viajero. El primero, la cultura. No os podéis perder el museo Artikum, dedicado a mostrar de manera científi ca la vida en el Ártico y la cultura de los lapones (aunque ellos prefieren que les llamen samis); el museo Pilke, con mil y una curiosidades sobre los bosques; o el Museo de Arte Contemporáneo Korundi, que alberga las piezas de arte moderno finlandés donadas por Janny y Antti Wihuri. Este centro se ubica en la Casa de la Cultura, otro de los edificios anteriores a la reconstrucción de Aalto que aún se conservan.

Para el shopping os recomiendo, en primer lugar, el Atelier Kangasniemi, que se encuentra a las afueras de la ciudad y donde Irene y su esposo trabajan de manera artesanal con materiales como la piel, los huesos de reno o la corteza de pino; o Mainoa Design, todo un referente del diseño en Rovaniemi.

Y entre parada y parada, nada mejor que deleitarse con la gastronomía lapona, con dos referentes: el poronkäristy (reno salteado con puré de patatas) y la makkara (una salchicha tradicional, que se toma con patata y mostaza). Estos platos típicos los encontraréis en el restaurante Nili, tradicional tanto en los fogones como en la decoración. Si buscáis algo más eco y contemporáneo, os recomiendo Aitta Deli & Deni, donde los ingredientes son orgánicos. Para un café (o una copa) está muy de moda Café & Bar 21, cerca de la universidad.

A apenas una hora en coche de Rovaniemi está nuestra segunda parada, Luosto: un pequeño pueblecito, que no llega a 1.000 habitantes, en el que disfrutaréis de la belleza natural más pura, ya que se sitúa cerca del Parque Nacional Pyhä- Luosto. Practicar deportes de nieve inmersos en la naturaleza es su principal reclamo, con actividades como el snowmobile de Lapland Safaris Luosto (un safari en medio de la nieve con motos… ¡dificilísimas de manejar!), el snowshoe trecking (una magnífi ca caminata con raquetas de nieve al estilo esquimal) o el esquí de fondo, que más que un deporte es allí una de las más comunes formas de transporte de los vecinos.

Los renos y los perros husky son en Luosto nuestros compañeros de viaje: no os podéis perder la visita a la granja de renos Reindeer Park Kopara, así como la Arctic Husky Farm. Allí descubriréis por qué el trineo con renos es más recomendable cuando sube la temperatura… y cuando digo “subir”, ¡hablo de llegar a 10 grados bajo cero! (porque los renos pueden sacar sus patas de la nieve aunque se hundan en ella porque está blanda), mientras que los huskies son más adecuados para tirar el trineo con más frío, cuando la nieve se transforma en hielo.

Y después de una jornada de nieve, tras haber saciado el hambre en el típico Café Loimu (en el Centro de Naturaleza Naava), nada más reconfortante que una buena taza de té en un iglú de cristal como los del Santa’s Hotel Aurora, un lugar inmejorable para disfrutar de las auroras boreales o, si viajáis en verano, del famoso sol de medianoche.

Si os gusta más la madera, una opción son las cabinas familiares Pyhä-Luosto Travel Ltd., realizadas en madera de kelo. Y colorín colorado… No, este cuento no acaba en el avión de regreso: os aseguro que poner un pie en Laponia es una experiencia que te acompaña durante mucho, mucho tiempo. Es el tipo de viajes que te transportan a momentos lejanos de la infancia y te permiten reencontrarte contigo misma en plena conexión con la naturaleza. Una ilusión que podéis compartir con vuestros hijos. Os lo agradecerán.

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