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martes, marzo 27

Viena, la elegancia de un clásico

(Un texto de María León en la revista Mujer de Hoy del 15 de octubre de 2016)

La antigua capital del Imperio austro-húngaro es una auténtica amalgama de tradición y modernidad. Las celebraciones por el centenario de la muerte del emperador Francisco José la convierten, además, en un epicentro cultural europeo.

Hablar de Viena es hablar de una de las capitales europeas con más tradición e historia. Hacía dos años que no la visitaba y lo cierto es que he notado un gran cambio, tanto desde el punto de vista artístico como en el diseño y la gastronomía. ¡Qué mejor excusa para escaparse un par de días a la capital austriaca!

La primera visita imprescindible, tras la catedral de San Esteban es el palacio de Schönbrunn, la residencia de verano de los Habsburgo. Allí podréis ver las exposiciones Hombre y soberano y Representación y humildad, dos de las muchas muestras que conmemoran el centenario de la muerte del emperador Francisco José, que se cumple precisamente el día 21 de noviembre. En ellas, podréis descubrir multitud de detalles sobre la vida del káiser junto a la princesa Sissi... todo un icono en el país y de la que siempre he sido una auténtica fan.

En la ampliación de otro palacio, el de Hofburg (la residencia de invierno) se encuentra mi museo preferido de la capital austríaca: el Museo Albertina, que se llama así porque en ese palacio vivían el príncipe Alberto de Sajonia y su esposa María Cristina de Habsburgo, grandes coleccionitas de arte, que reunieron la mayor y mejor colección de grabados y dibujos del mundo.

Allí encontraréis piezas únicas, como el famoso grabado La liebre de Durero, una colección fabulosa de dibujos de Klimt (también vienés), y una exposición permanente titulada De Monet a Picasso. Y después de disfrutar del arte, podréis hacerlo también de su restaurante, con una gran carta de vinos y una terraza muy apetecible.

Uno de los discípulos de Klimt fue el también austriaco Egon Schiele. Sus obras están en el Museo Leopold de Arte Contemporáneo, donde se expone la colección de Rudolf y Elisabeth Leopold. Y si os gustan las corrientes artísticas más modernas, no os perdáis el MAK (con su magnífico restaurante de aire retro, SalonPlafond), o el Mumok.

¡Ah! Y atentos a Luis Casanova Sorolla, un joven artista peruano-austriaco que tuve la ocasión de conocer y que me cautivó con sus fotografías y pinturas creadas durante una performance especial con bailarines del Ballet Nacional de Viena.

Precisamente, una de las grandes experiencias que pude disfrutar en Viena fue "colarme" en los ensayos del Ballet Nacional en la Ópera. Y si queréis vivir un momento único, no podéis dejar de visitar la Escuela Española de Equitación, la única institución del mundo que mantiene sin cambios y cuida, desde el Renacimiento hasta hoy, el arte ecuestre clásico. Un auténtico espectáculo, de la pirueta a la cabriola, en medio del ambiente barroco del Palacio Imperial.

En torno a una mesa

Pero no solo de belleza se alimenta el espíritu. La restauración ha dado un gran giro en Viena, que se ha convertido en una capital gastro de primer nivel.

Los platos más típicos de la comida tradicional los encontraréis en El deshollinador blanco o Hutch Gastwirtschaft (os recomiendo los raviolis o el wieversnitzchel, el famoso filete empanado); pero si buscáis restaurantes más cool no podéis perderos PalmenHaus (en el jardín del palacio de Hofburg), Motto am Fluss (sobre uno de los canales del Danubio, con una zona dedicada a desayunos y brunch y otra para cenas con encanto), el Negro Camello (Zum Schwarzen Kameel), Pöschl o The Bank Brasserie (el restaurante del Hotel Hyatt, ubicado en un antiguo banco). Para los amantes de la comida orgánica la cita es en O Boufés, cuyos platos tienen una presentación muy artística, o Tian Bristro am Spittelberg (vegetariano).

Y si preferís un aperitivo informal a pie de calle, podréis pedir los típicos trzesniewski (panes untados con diferentes ingredientes, deliciosos para saborear con una cerveza) o elegir el mercado Naschmarkt, con una gran oferta de productos gastro. ¡Ah! Y no puedo dejar de recomendaros una merienda en la cafetería del Hotel Sacher, un clásico de la ciudad, como su deliciosa tarta de chocolate que era la favorita del emperador Francisco José.

Claro que no puedes ir a Viena y no dejarte caer por un café, centro de reunión de los intelectuales desde hace siglos. El Café Schwarzenberg, el Kleines Café o el Braunerhorf (con piano incluido) son tres clásicos indispensables y también mis tres favoritos.

A la hora del shopping, en Viena encontraréis dos zonas diferenciadas: el Barrio 1º, con tiendas clásicas, de marcas reconocidas, y el Barrio 7º, más bohemio, con propuestas de diseñadores jóvenes.
La calle Kohlmarkt, en el Barrio 1º, es quizá la más chic. Allí, además de firmas de lujo, encontraréis la confitería más famosa de Viena, Demel, que aloja un Museo del Mazapán con auténticas obras de arte con este dulce. En esta calle comienza el llamado Barrio Dorado, de reciente construcción, donde se ubican los almacenes de lujo Julius Meinl.

También me encantó la calle Dorothergasse, con multitud de anticuarios, o la calle Corintia, con tiendas muy populares, entre ellas, la de Swarovski, una de las firmas insignia de la moda austriaca.
Lucie, una experta en moda vienesa, me guió por el barrio alternativo, donde se sitúan tiendas como Mühlbauer (con elegantes sombreros), la del diseñador Shakkei o la de Schella Kann.

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