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miércoles, septiembre 19

Litio, la fiebre del oro blanco

(Un texto de David López en el XLSemanal del 3 de septiembre de 2017)

La irrupción de los coches eléctricos ha convertido la búsqueda de litio en una carrera contrarreloj. Ya es fundamental para las baterías de los móviles, pero sus usos aumentan. Por eso es uno de los recursos naturales más cotizados y menos explotados. Hasta ahora.

Ha sido bautizado como el ‘oro blanco’. Ensalzado por el banco de inversiones Goldman Sachs como «la nueva gasolina». Etiquetado por la prensa económica como «la materia prima más caliente en el radar de los inversores».

Desde el Deutsche Bank anuncian la llegada de una nueva ‘era’: la suya. Y se apuesta ya a que puede convertirse en la llave, en el elemento clave, de ‘la revolución verde’ del almacenamiento de energía.
Pero nada de todo eso podía siquiera imaginarlo el joven químico sueco Johann Arfvedson -hijo de una próspera familia burguesa de comerciantes- cuando hace justo 200 años, en 1817, navegó desde Estocolmo a la vecina islita de Utö, famosa por sus minas de hierro, las más antiguas del país. De allí se llevó un pedazo de petalita, el mineral que después analizó en el laboratorio que le prestaba su maestro Jöns Jacob Berzelius. Y allí descubrió un nuevo metal ligero, «un componente alcalino», como lo describieron en sus diarios de trabajo, al que definieron como lithio, ‘piedra’ en griego, y que desde entonces pasó a la historia en la tabla periódica convertido en lithium, un metal blando, de color plata en su forma pura, que convertido en carbonato de litio, en polvo blanco, es un perfecto conductor, almacenador y transmisor de energía. El ingrediente fundamental de las baterías de los aparatos electrónicos hoy. El responsable de la larga o escasa vida de nuestros teléfonos móviles. Si se lo hubieran dicho a Arfvedson, le hubiese sonado a ciencia ficción.

Fiebre desatada

El litio es abundante en la naturaleza. Pero su extracción, hasta ahora, no se había convertido en una carrera contrarreloj. El mundo no necesitaba tanto litio para sus gadgets. El culpable de que se haya disparado la fiebre del oro blanco es el empresario y visionario sudafricano Elon Musk. Su compañía de coches eléctricos Tesla ha probado que una automoción independiente de los combustibles fósiles es posible. Que hay vida más allá del petróleo y que es real ya.

Hasta ahora se utilizaba el litio para numerosos fines: baterías recargables, esmaltes para cerámicas, para fabricar aluminio, para el vidrio. Incluso las sales de litio se usan como fármacos para tratar enfermedades mentales como el trastorno bipolar. Pero no se había recurrido a él como esa gran fuente de energía, a pesar de que ya en los años setenta, tras la primera gran crisis del precio del petróleo, la empresa estadounidense Exxon invirtiese en la investigación de baterías de iones de litio como alternativa. Los precios del crudo se estabilizaron y su desarrollo se frenó.

Hoy, el coche eléctrico es una realidad. Y no solo Tesla lo impulsa. China planea contar con cinco millones de estos vehículos en 2020 y países como Austria, Holanda, Noruega o la India prevén prohibir a medio plazo las ventas de los coches tradicionales. A partir de ahí, las baterías de litio podrían extenderse también a otros usos, como las viviendas. Poseer litio será una necesidad. Comerciar con él es ya un gran negocio. Pero primero es necesario extraerlo de la tierra.

La producción mundial de litio apenas supera hoy las 40.000 toneladas, a pesar de que el sector ya demanda más de 180.000 al año y las previsiones apuntan a que oscilarán entre las 500.000 y las 800.000 en 2025. De ahí que en 2015, cuando se desató oficialmente la carrera del litio, se duplicase. Australia, con 14.300 toneladas, es el principal productor, seguido por Chile, con 12.000, y Argentina, con 5700. El triángulo de países que forman en Latinoamérica Chile, Argentina y Bolivia se conoce ya en el sector como ‘la Arabia Saudí del litio’, porque allí se concentran tres cuartas partes de sus reservas mundiales, aunque su extracción, salvo en Chile, apenas ha comenzado.

España, en el banquillo

También a Europa ha llegado esta fiebre. Nuestro continente consume una cuarta parte del litio mundial, pero apenas produce un dos por ciento. Hoy existen prospecciones en marcha en países como Portugal, la República Checa y Alemania, donde se han encontrado ya grandes reservas. España, de momento, vive al margen de la carrera, en el banquillo. Según los últimos datos del Instituto Geológico y Minero, de 2014, no hay producción de litio ni un inventario de su posible existencia. Solo se sabe que hay ambligonita y lepidolita, dos minerales que poseen litio, en las provincias de Salamanca, Cáceres, Badajoz y Pontevedra.

Carrera no, maratón

Pero esta no es una carrera como aquella cinematográfica fiebre del oro americana de bateadores con el agua hasta las rodillas buscando pepitas doradas. Es una maratón para grandes competidores. La producción de litio es lenta, requiere años extraer el metal de las piedras y aún más el polvo blanco de las salinas, como en el chileno desierto de Atacama. Y necesita sobre todo inversiones millonarias. El resultado es que hoy existe un oligopolio del litio dominado por cinco grandes productores que controlan casi el 90 por ciento del negocio: la chilena SQM, las norteamericanas FMC Corp y Albemarle, la australiana Talison y la China Tianqi Lithium.

Cinco gigantes que pueden condicionar un mercado no exento de riesgos. Porque, aunque el litio es abundante, tienen capacidad sobre los precios. E incluso existe la posibilidad de que pudiesen morir de éxito. de que llegue a haber tanto litio que no sea necesario porque la investigación continúa avanzando y las baterías pueden mejorar e incluso llegar a no necesitarlo. El propio Musk ha repetido ya varias veces que no le preocupa este panorama, que habrá y conseguirá el litio que necesita porque su presencia, dice, es mínima en sus baterías. «Es solo la sal que se añade a una ensalada», lo define él. Mucho menos grandilocuente y atractivo, claro, que llamarlo ‘oro blanco’. Y sobre todo mucho más útil si se quiere ahuyentar a los grandes inversores y especuladores para que su precio no continúe duplicándose. Como si aún fuese solamente aquel polvo blanco que el joven Johann Arfvedson logró aislar tras pasear por Utö.

EL LITIO EN EUROPA

Alemania y la Républica Checa
Zinnwald, al sur de Dresde, antigua mina de zinc, se ha convertido en el epicentro de la extracción de litio en Alemania. El otro país europeo con más potencial para la producción de litio es la República Checa. Un sondeo geológico realizado el año pasado confirmó que en Cínovec, al norte del país, hay casi 1,5 millones de toneladas.

Portugal
Empresas mineras británicas y australianas compiten hoy por explotar las abundantes reservas halladas en la región de Tras-os-Montes y Alto Douro, una de las mayores de Europa. Al estar las reservas al sur de Orense, se ha creado una gran expectativa de que quizá en España pueda haber también.

LA ‘OPEP’ DEL LITIO

América latina: Chile, Argentina y Bolivia forman el ‘triángulo del litio’. Sólo Chile lo explota abiertamente. En Argentina empieza a liberarse el sector. Bolivia no permite la explotación a extranjeros.

El salar de Uyumi (Bolivia), el mayor desierto de sal continuo y alto del planeta, es la mayor reserva de litio del mundo. Cuenta, además, con importates cantidades de potasio, boro y magnesio.

Australia: Se extrae allí desde hace 25 años. Posee unas reservas de solo dos millones de toneladas, pero es uno de los principales productores. Sus empresas hacen prospecciones por todo el mundo.

China: Posee reservas de siete millones de toneladas, aunque aún no las explota. Su producción anual es de solo 2000 toneladas e importa de Australia la mayoría de lo que consume. Es el mayor consumidor del mundo de litio.

 

 

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