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lunes, enero 28

Gingivitis: causas, tratamiento y lo que se esconde detrás

(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 15 de abril de 2018)

Encías que sangran al cepillarnos los dientes. No parece preocupante, pero detrás de este síntoma se esconde una enfermedad que puede complicarnos, y mucho, la salud.

Nuestras encías son vulnerables y su peor enemigo se llama gingivitis. Una enfermedad que, en sus comienzos, no resulta dolorosa, por lo que puede pasar desapercibida. Por su culpa, las encías se muestran enrojecidas o inflamadas y el sangrado de las mismas durante el cepillado puede ser el primer síntoma de que algo no va bien. Parece poca cosa, pero es la única pista que podemos tener de que sufrimos una enfermedad inflamatoria crónica de lo más común. Tanto que, en ocasiones, no le damos importancia y lo tomamos incluso como algo “normal” y poco peligroso. Aunque sí lo es.


Una historia de microbios

Para saber quién está detrás de todo este proceso debemos tener claro un concepto: placa bacteriana. “Se trata del conjunto de ecosistemas plagados de bacterias que habitan en nuestra boca, adheridos a nuestros dientes. Se forma por las proteínas de saliva, que crea sobre los dientes una capa invisible en la que se depositan diferentes especies de bacterias”, explica el odontólogo Iván Malagón.

Normalmente, la gingivitis está inducida por la acumulación de esta placa dental y bacteriana, aunque otros factores propician su aparición: sufrir infecciones con virus (como el herpes) u hongos, la genética o tener los dientes mal colocados.

Si no nos cepillamos los dientes de forma adecuada (y a menudo), estas bacterias empiezan a hacer de las suyas; o lo que es lo mismo, aparece la gingivitis. Y si esta no se trata a tiempo, se convierte en periodontitis, una enfermedad en la que las encías se alejan de los dientes y forman espacios o bolsas que se infectan. Y entonces comienza la batalla: el sistema inmunitario lucha contra las bacterias a medida que la placa se extiende y crece por debajo de las encías. Las bacterias y la respuesta natural del cuerpo contra esa infección empiezan a destruir el hueso que mantienen a los dientes en su lugar. Y si la periodontitis no se trata, los huesos, las encías y los tejidos que sostienen la dentadura se destruyen y los dientes pueden aflojarse.

Pero perder piezas dentales es solo la consecuencia más obvia de ignorar la gingivitis y su evolución. Existen otras más preocupantes. En los últimos años se ha relacionado esta afección bucal con problemas cardíacos, como la ateroesclerosis coronaria. “La teoría es que las proteínas inflamatorias y las bacterias del tejido de las encías entran en el torrente sanguíneo y causan varios efectos en el sistema cardiovascular. Los investigadores han concluido que el engrosamiento de los vasos sanguíneos está asociado a la presencia de una de las bacterias encontradas en la placa dental conocida por causar, además, la periodontitis”, expone Elena Criado, odontóloga de la Dirección Asistencial de Sanitas Dental.

Enemigas del cerebro

El corazón es el principal afectado por las bacterias bucales (además de, obviamente, los dientes), pero las nuevas investigaciones están buscando otras víctimas de estos molestos inquilinos. Ahora se sabe, por ejemplo, que hay una conexión entre la periodontitis y el infarto lacunar, un tipo de accidente vascular que causa lesiones de pequeño diámetro en la zona más profunda del cerebro y que es el causante del 25% de los ictus. “Según varios estudios, las personas que padecen enfermedad periodontal aumentan hasta cuatro veces su riesgo de padecer un infarto lacunar en comparación con las personas que no la sufren. Esto puede ser debido, bien a que la periodontitis provoca una inflamación que debilita la salud de los vasos sanguíneos o a que ambas dolencias comparten diversos factores de riesgo, como la hipertensión, el colesterol alto o la diabetes”, explica Iván Malagón.

El siguiente problema que afecta a nuestro cerebro y que parece estar relacionado con la salud de las encías es el alzhéimer. Esta dolencia, de origen aún hoy desconocido, se caracteriza por provocar pérdidas de memoria y desorientación a quien la padece, además de inflamar el cerebro. “En la boca proliferan más de 900 bacterias, y algunas de ellas, como la P. gingivalis, C. pneumoniae, H. pylorio y la del herpes simple tipo I, se considera que puedan afectar a dicha enfermedad. Hay sospechas de que la infección oral podría ser la puerta de entrada en el torrente sanguíneo para las bacterias que habitan en la boca, y que una vez dentro, si logran traspasar la barrera hematoencefálica del cerebro, muchas de ellas podrían estar implicadas en el desarrollo de alzhéimer”, dice Iván Malagón. En este sentido, una investigación realizada por científicos de la Universidad de Southampton y el Kings College de Londres asoció la periodontitis con un aumento de seis veces en la tasa de deterioro cognitivo.

Otro factor que sustenta esta teoría es el descubrimiento de moléculas de hongos en el cerebro de pacientes con esta dolencia y el aumento de las infecciones fúngicas severas en ancianos en los últimos 30 años, como comprobó un equipo de científicos del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (de la Universidad Autónoma de Madrid y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Estas moléculas también se localizan en la boca de personas con periodontitis.

Poniendo soluciones

Ahorrar estos riesgos es, sin embargo, sencillo: tratar la gingivitis en cuanto aparezca. Para curarla hay que eliminar el sarro con una limpieza específica (tartrectomía) y realizar un seguimiento exhaustivo. “Si las encías sangran hay que acudir al periodoncista, que es el especialista en su cuidado. Él elaborará un diagnóstico y realizará sesiones de limpieza bucal profesional o profilaxis, que puede incluir el uso de ultrasonidos para combatir el sarro y el de una pasta para aumentar los niveles de flúor, mejorar la limpieza y eliminar manchas”, explica Criado.

Tras el tratamiento profesional llega el trabajo duro: seguir las instrucciones de higiene dental, que serán rigurosas y que, en muchos caso, incluyen el uso de cepillos interproximales, hilo dental, enjuagues bucales específicos... Todo sea por conservar un corazón, un cerebro y una boca sana.

Los otros factores

En la gingivitis, no todo es consecuencia de la mala higiene bucal. Los siguientes factores también aumentan el riesgo de sufrir esta enfermedad, que puede reaparecer con frecuencia, según la salud de dientes y encías, a pesar de lavarnos bien los dientes.
Otras causas:
  • Padecer ciertas infecciones (herpes, bacterias) y enfermedades (inflamatorias, autoinmunes, diabetes mal controlada...).
  • Estar embarazada (los cambios hormonales aumentan la sensibilidad de las encías).
  • Tener los dientes mal alineados, los bordes de los empastes ásperos y la aparatología oral mal colocada o contaminada (como correctores dentales, prótesis, puentes y coronas).
  • Usar ciertos medicamentos, como fenitoína, bismuto y algunas píldoras anticonceptivas.
  • Sufrir alteraciones hormonales. La gingivites aparece generalmente durante la pubertad o durante las primeras etapas de la edad adulta, debido a los cambios hormonales.


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