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lunes, enero 27

El mosaico romano de El Pilar


(Un texto de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 7 de octubre de 2018)

Poco se sabe en torno a qué late bajo del Pilar, nunca se han efectuado excavaciones con rigor. Según parece, en los cimientos de la Santa capilla se encontraron, en el primer tercio del siglo XX, restos de un mosaico romano del que no existe documento gráfico y que no se quiso rescatar. Se disponían cerca de la base de Columna y se decidió encementarlos en el contexto de las obras de consolidación que se acometieron en el templo entre 1929 y 1940. El profesor Beltrán fue quien divulgo la noticia cuando, años más tarde, le llegó de forma oscura a través de un privilegiado testigo.

Nada impide elucubrar que ese mosaico (o cuando menos pavimento) decorara una vivienda que bien pudo ser utilizada -también- para el culto. Aquel Pilar primitivo sería una casa romana de gente acomodada en la que se rezaría. Al referirnos a templos cristianos de época tan temprana no debemos imaginar magnas edificaciones.

Así lo planteó Beltrán en 1995: «¿Y si los restos romanos identificados bajo el Pilar fueron una casa que la piedad de Santiago y de sus convertidos transformó en la iglesia que cumplía el mandato de la Virgen que registra la tradición? Nunca lo sabremos por las vías de la Arqueología o la Historia, pero donde éstas no lleguen, la tradición convertirá las leyendas en historia firme y tendrá que ser tenida en cuenta». En 1997, le pregunté al profesor Fatás y me enmarcó el contexto: «En el año 40 el cristianismo no estaba legalizado y en el imperio romano occidental quienes seguían a Jesús se reunían en casas de gente bien, casi siempre de los judíos de cada ciudad, puesto que solían ser ellos quienes primero recibían noticias del nuevo mensaje religioso».

Investigando en la colección de HERALDO de 1934, me he tropezado con un reportaje de Miguel Gay: «El hallazgo de piezas arqueológicas dan a los trabajos que se realizan una importancia inesperada». Al comentar las ya eternas obras de consolidación del Pilar, ofrece un listado (sin especificar el lugar exacto de los descubrimientos): esqueletos, una cabeza romana de mujer, un capitel árabe, utensilios de cerámica (un cangilón, una lámpara y vasijas). Gay expresa un templado lamento: «De estos hallazgos se ha dicho poco o no se ha dicho nada. Indudablemente es que no se les ha concedido importancia (…). Pero surgida la ocasión casualmente, alguien ha debido interesarse por hacer, al menos, un estudio somero del terreno del hallazgo, atender la excavación por si el dato arqueológico fuera más abundante, obtener datos y croquis numerosos».

¿El afloramiento del casi legendario mosaico romano debemos situarlo en 1934?

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