El triángulo rosa
(Extraído de un texto de Picos Laguna en el Heraldo de
Aragón del 10 de febrero de 2019)
[…] Más allá de las fronteras
europeas, líderes políticos ultranacionalistas, autoritarios y/o con discursos
discriminatorios de la talla de Trump (EE.UU.), Putin (Rusia), Erdogan
(Turquía), Duterte (Filipinas), Bolsonaro (Brasil) o Modi (India) gobiernan
países que determinan las reglas del mundo. La extrema derecha basa su discurso
en la identidad nacional, aunque van más allá del nacionalismo ordinario. Clara
Roig explica que el politólogo holandés Cas Mudde propone en su libro 'Partidos
de derecha radical en Europa' (2007) el término 'nativismo', que incluye la
idea de que internamente las sociedades deben estar formadas por grupos
homogéneos nativos (de una sola raza, cultura o etnia) y que todo aquel elemento
no nativo, es decir, exterior, supone un peligro para la homogeneidad del
Estado-nación. Y de él se excluye a los homosexuales, un inmenso colectivo social que no tuvo el estatus de ciudadanos
hasta hace 40 años; que hasta 2014 no han tenido el respaldo de Naciones Unidas
cuando el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una resolución
para combatir la violencia y la discriminación por orientación sexual, y que
representó un logro muy importante para la defensa de los principios de la
Declaración de Derechos Humanos.
Olvidados
y despreciados siempre. Hasta en los propios barracones de la muerte de los
campos de concentración y exterminio, donde eran los parias, a los que se les
marcaba con un triángulo rosa. Considerados como los «de menos valor» de entre
los presos, eran a menudo seleccionados para ir a los campos de exterminio de
Mauthausen, Natzweiler o Gross-Rosen, o para realizar trabajos que implicaban
la muerte. Fueron el último grupo de víctimas del nazismo en ser reconocido, en
1985, y no fue hasta 2002 que el gobierno alemán anuló las sentencias nazis
(anteriores a 1945; las posteriores nunca han sido anuladas) y pidió disculpas
oficialmente a la comunidad gay.
Además,
los procesados de acuerdo con las leyes promulgadas en la Alemania nazi no
fueron perdonados hasta 2016 por el Bundestag (parlamento) y se estima que el
proceso ha limpiado el expediente de unos 50.000 hombres. La ley aprobada
describe la criminalización de la homosexualidad como una medida especial
contra los derechos fundamentales. Un ejemplo de la resistencia a reconocer a
los homosexuales como víctimas es la placa conmemorativa de piedra que grupos
LGBT habían pagado de su bolsillo para que fuese colocada en el campo de
concentración de Dachau. La piedra tuvo que conservarse en una iglesia hasta
que, diez años después, los homosexuales fueron aceptados como víctimas y se
trasladó al campo. El pasado 27 de enero [de 2019] se celebró el Día
Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, una fecha en la que
poco a poco se va haciendo también referencia a estos miles de olvidados.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia, s.XX
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