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jueves, noviembre 10

Zaragoza desconocida: Doña Godina en el Pilar, la escultura misteriosa

(Un texto de Mariano García en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

Puede ser la única representación que se conoce de Doña Goda de Foces o quizá un retrato de la reina Blanca de Navarra. Las esculturas que rematan el facistol del coro de la basílica del Pilar, inadvertidas para muchos, siguen constituyendo un misterio.

El 99,99% de los visitantes de la basílica del Pilar abandona el templo sin reparar en una pequeña obra de arte, la diminuta escultura de una mujer que reza a la Virgen en el facistol del coro. Incluso quienes dedican algo de tiempo a atisbar en el interior de la bella verja que lo cierra suelen descansar la mirada más en la caja del órgano o en la sillería tallada en roble de Flandes con incrustaciones de boj.

Pero en los primeros días de otoño, a partir de las 4 de la tarde, se produce un instante mágico. Los rayos de sol que entran por uno de los ventanales de la basílica dan de lleno en las esculturas, que adquieren una nueva corporeidad. Pero, ¿cómo han llegado allí? ¿Quién las mandó hacer? ¿Qué artista las realizó?

Sobre las dos piezas, o una, si se consideran obra conjunta, pesan numerosos misterios. Y es que lo poco que se sabe hasta ahora hunde sus raíces en el pantano de las leyendas.

Existen dos hipótesis. La más extendida dice que se trata de Doña Goda o Godina, hija de Atho de Foces, que ha pasado a la Historia por estar vinculada a los orígenes de La Almunia. Se da por hecho, gracias a la documentación antigua, que Doña Godina, que vivía en Cabañas, donó una almunia o huerta a la orden de San Juan de Jerusalén para que instalase en ella su hospital. Ese fue el origen histórico de la ciudad que hoy conocemos como La Almunia.

Pero que la mujer retratada en la escultura sea Doña Godina no está comúnmente aceptado por los historiadores. Una segunda hipótesis apunta a que podría tratarse en realidad de Blanca I, reina de Navarra desde 1425 hasta su muerte en 1441.

De acuerdo con fuentes de la época, la reina, esposa de Juan II el Grande, experimentó una curación milagrosa atribuida a la Virgen del Pilar y, en agradecimiento, marchó al santuario en julio de 1434. A partir de ese momento realizó numerosas donaciones al templo, hasta el punto de que los historiadores creen que la imagen que hoy se venera de la Virgen del Pilar, elaborada en 1435 en estilo gótico tardío por un imaginero de Daroca, Juan de la Huerta, muy probablemente fue una donación dé la reina Blanca y del arzobispo Dalmau de Mur.

En cualquier caso, faltan datos concluyentes sobre estas dos piezas, de delicada factura y gran belleza, aunque apenas puedan apreciarse a simple vista desde el exterior de la reja del coro.

Ambas constituyen una de las representaciones menos conocidas de la Virgen del Pilar en el interior de la basílica. Pero hay más, hasta el punto de que su búsqueda podría configurar una ruta artística por el templo mariano. Una ruta que empezaría en la misma plaza de acceso, donde destaca el relieve que el escultor Pablo Serrano realizó en 1968 para la fachada principal del templo. Un relieve monumental, en el eje de la calle de Alfonso I, que cambia de apariencia según la luz que incide en él.

Dentro del Pilar existen numerosas representaciones más de la Virgen, tanto en el museo como en las pinturas que decoran paredes y cúpulas del templo. En el coro pueden verse tres: aparte de la del facistol, hay otras rematando, la reja y en el respaldo tallado del asiento arzobispal.

En el altar mayor, el respaldo de la sede presbiteral tiene también tallada una imagen de la Virgen. Y en el despacho de la sacristía luce una imagen en plata bellamente cincelada. En algunas de estas representaciones el manto lo lleva como antiguamente, a mitad de cuerpo. Y aún hay otra representación espectacular que suele pasar inadvertida dentro del aluvión de piezas que se exponía en el Museo Pilarista, hoy cerrado por remodelación: él púlpito de la antigua Santa Capilla, que tiene un bello relieve.

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