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jueves, noviembre 22

Kurosawa, el samurái que cambió el pincel por la cámara I



(Extraído de un artículo de Alfonso Basallo en el suplemento Dom del 12 de diciembre de 2010)


Era un gigante de casi dos metros, descendiente de samuráis, con el código del honor inscrito en los genes. Un creador profundo y sensible que dio a conocer el cine japonés al mundo entero […]. 


Caparrós equipara el caso de Kurosawa con los de Saura, Hitchcock o Nicholas Ray, que concebían sus escenas como cuadros. El mago de suspense, en concreto, había estudiado Ingeniería y Nicholas Ray, arquitectura. En el caso del maestro nipón son decisivas las influencias del teatro kabuki (filmes como Trono de sangre o Ran tienen su expresividad y la fuerza), pero también de la pintura occidental. "Se puede rastrear la huella de los impresionistas" -señala Caparrós-. "y hace un homenaje explícito a Van Gogh en el episodio de los cuervos del filme Los sueños". 

Esa vocación pictórica explica el gusto de Kurosawa por la composición y, desde que comenzó a usar el color en los años setenta, también por el simbolismo cromático. Obras como la citada Los sueños o Dersu Uzala (El cazador) son lienzos en movimiento. Pero esta constante no obedece a un diletantismo del arte por el arte. No se puede entender el cine de Kurosawa sin el equilibrio entre los valores estéticos y los éticos. Filmes como Vivir, Rashomon, Trono de sangre o Ran son obras hermosas, y no sólo estéticamente, porque conmueven, estremecen y hacen pensar.


Nacido en Tokio en1910, Kurosawa era el menor de los siete hijos de un oficial. Dotado de acusada sensibilidad artística, estudió Bellas Artes, para decantarse luego por el cine. En los años treinta, trabaja en los estudios Taha, primero como ayudante del director Kajiro Yamamoto y luego como guionista. Debuta como director en1943 con La leyenda del judo

Su extensa obra se divide en tres grandes etapas. La primera se prolonga hasta 1951 y aborda dramas duros, teñidos de pesimismo, que por su escenario -el Japón roto de la posguerra- y su estilo, recuerdan al neorrealismo italiano. A esta época pertenecen filmes como El escándalo, El ángel ebrio y El perro rabioso

La segunda etapa abarca desde 1951 hasta 1971. Es el período de madurez del genio. La abre Rashomon, la historia de una violación narrada desde cuatro puntos de vista contrapuestos, que influyó en el filme norteamericano Cuatro confesiones, de Martín Ritt. Obra emblemática por tratarse de su primera incursión en el Japón medieval; porque le da a conocer en Occidente, al ganar el León de Oro de Venecia y el Oscar; y porque consagra a su actor más característico: Toshiro Mifune. Este llegaría a ser una especie de álter ego del director, gracias a su nivel de concentración y su expresividad. "Lo que otro gran intérprete tarda en expresar 30 segundos, Mifune lo consigue en tres" declaró Kurosawa. El cineasta se convierte entonces en el emperador del cine japonés, al nivel de maestros como Mizoguchi y Ozu, con filmes tan relevantes como Vivir, La fortaleza escondida, Trono de sangre, Los canallas duermen en paz, Sanjuro o Barbarroja. En 1971, sufre dos humillaciones que le dejan al borde del harakiri: el productor norteamericano Darryl Zanuck le despide del rodaje de Tora, tora, tora (sobre el ataque a Pearl Harbar) y el filme Dodeskaden fracasa en taquilla.

Pero seis años después, un encargo le permite superar la depresión. Es una coproducción con la URSS que narra la amistad entre un roussoniano cazador siberiano y un topógrafo del Ejército zarista. Con Dersu Uzala (El cazador), obra maestra del séptimo arte, el director inicia su etapa postrera, en la que su aliento creativo está presente en joyas como Kagemusha, la sombra del guerrero, Ran o Los sueños. Contó entonces con el mecenazgo económico y moral de jóvenes maestros de Hollywood como Ford Coppola, Lucas, Spielberg o Scorsese, todos ellos fascinados por su cine. Gracias a ese apoyo, Kurosawa se mantuvo en activo hasta su último filme Madadayo (Espera un poco), rodado en1992 con ¡82 años! 

(Sigue mañana)

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