Breve historia de la democracia estadounidense II: Época colonial
A las
pequeñas colonias del norte se las llamó Nueva Inglaterra: Maine,
Massachusetts, New Hampshire, Rhode Island, Vermont y Connecticut. Sus
habitantes eran puritanos. Habían llegado en 1620 a cabo Cod a bordo del Mayflower para fundar "una ciudad
sobre la colina". Al año siguiente celebraron el primer Día de Acción de
Gracias para conmemorar su supervivencia. No obstante, la rigidez moral de
algunos de sus habitantes generó comportamientos sectarios. Pasaron pronto,
pero el conflicto que sobrevivió al siglo XVII fue el provocado por el
enfrentamiento entre los colonos y los pobladores indígenas. La convivencia
inicial no se mantuvo inmutable cuando los colonos se extendieron hacia el
interior. Esta es otra mancha en el historial de la nación.
La
primera mitad del siglo XVIII se caracteriza por el desarrollo de las
instituciones, el crecimiento demográfico y económico, la protección de la
propiedad y la convivencia entre los representantes de la corona y los habitantes
de las colonias, alterado por algunos enfrentamientos como el protagonizado por
los Patxon Boys, irlandeses y escoceses que se rebelaron contra la Asamblea de
Pensilvania en 1764.
Un año
antes, en 1763, se había firmado la Paz de París tras la Guerra de los Siete
Años. La victoria británica trajo la introducción de algunos cambios en
relación con las colonias. La corona abandonó la política de negligencia y se
propuso aplicar una "administración eficiente". Desde entonces, los
americanos no tendrían libertad para comerciar con las colonias francesas, ni
para intercambiar prisioneros por melaza para fabricar ron, lo que desafiaba
las leyes de navegación británicas. Asimismo, la corona estableció límites a la
expansión territorial de las colonias, para preservar los derechos de los
nativos. La orden real que promulgó el primer ministro George Grenville
separaba las áreas de establecimiento de los territorios europeos de las
tierras reservadas a los indios.
En
tercer lugar, para asegurar los territorios conquistados en Canadá, la corona
destinó tropas al Valle de Ohio y al río San Lorenzo, lo
que las colonias interpretaron como una amenaza. Y por último, tanto los
ministros del Gobierno como algunos diputados del Parlamento británico pensaron
que los americanos "debían soportar los costes de la expansión del imperio
antes que aprovecharse de sus beneficios".
En
definitiva, en 1763 el estado de cosas cambió sustancialmente. Los colonos, que
durante más de un siglo se habían sentido a gusto dentro de la corona,
representada en las asambleas coloniales por la figura del gobernador,
comenzaron a reclamar presencia y representación en el Parlamento de Inglaterra
para decidir sobre la imposición de tributos. Se extendieron como la pólvora
ideas ilustradas, niveladoras, republicanas y liberales.
En 1775,
los representantes de las colonias firmaron la Petición de la Rama de Olivo, en
la que rogaban al rey que prescindiera de sus ministros arteros y crueles. Los
congresistas y líderes americanos no eran revolucionarios: ni John Adams, ni el
propio Washington, ni mucho menos Franklin, prestigioso abogado en Londres;
tampoco Dickinson, Jay o Morris veían beneficio alguno en la independencia.
Sin
embargo, ya habían comenzado los enfrentamientos contra las tropas británicas.
Desde hacía varios años, los reguladores, los hijos de la libertad se
organizaban para boicotear y rebelarse frente a las imposiciones de la
metrópoli. En 1774 se había producido en Bastan el Motín del Té en respuesta a
la ley que entregaba el monopolio del comercio de esta mercancía a la Compañía
de las Indias Orientales. Los colonos, vestidos de indígenas, tiraron al mar
los cargamentos de la infusión. El gobernador Hutchinson no era precisamente el
más apropiado para acercar posturas. En respuesta, consiguió que el Parlamento
aprobara las leyes coercitivas. Massachusetts y Pensilvania fueron
especialmente beligerantes.
Al
comenzar 1776, el año de la proclamación de independencia, Thomas Paine, un panfletario
no especialmente ilustrado pero de pluma fácil y lenguaje llano publicó Sentido Común, una de las obras más
influyentes de la Revolución. Desde ese momento, la idea de libertad no se
asociaría solo a la representación de las colonias en el Parlamento, sino que
sería vinculada directamente a la independencia.
Por fin,
el 4 de julio de 1776, se proclamó la Declaración de Independencia, redactada
por Jefferson, uno de los líderes de formación más elevada del momento –fundador
de la Universidad de Virginia y, entre otras cosas, eminente arquitecto-,
aunque no sea, ni de lejos, uno de los presidentes mejor valorados por los
estadounidenses. La guerra se prolongó hasta 1783 y la paz se firmó en 1786.
Para entonces, las colonias ya estaban enzarzadas ensus propias disputas.
Aprobaron los Artículos de la Confederación, una "firme liga de
amistad" entre repúblicas, pero tardaron algún tiempo en entrar en vigor
pues no todas las colonias estaban por la labor de firmarlos. La última fue
Maryland.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia
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