Hänsel y Gretel: ni más ni menos que un cuento
(Un texto de Pablo Mérida en El Magazine de El Mundo del 10
de julio de 2011)
La historia de
Hansel y Gretel quizá sea de las que más impacto produce entre los niños. En
parte, por el sugerente poder de algunas de sus imágenes, como la de esa
maravillosa casita del bosque construida con todo tipo de dulces. Pero,
también, porque se trata de un cuento de terror puro y duro. Eso sí, hoy en día
asusta casi más a los padres que a los niños, porque el cuento contiene todo lo
que consideramos inadecuado para la infancia: abandono, engaño, maltrato... ¡y hasta
canibalismo! No, no estamos hablando de la versión junio de El silencio de los
corderos.
"El terror forma parte necesaria de toda literatura
que se precie de comprender el mundo infantil", afirma Blanca Álvarez,
autora de La verdadera historia de los cuentos
populares (Morata, 201l), para evitar que nadie se alarme en exceso.
"Todos los niños viven etapas en las cuales el terror se convierte en un
ingrediente necesario, temido y oscuramente deseado, imprescindible para aprender
a crecer enfrentándolo", añade.
Hansel y Gretel contiene momentos de genuino maltrato
infantil. Y eso no puede ser bueno, ¿no? "Numerosos cuentos populares
describe situaciones de maltrato a la infancia que recuerdan a casos reales que
se observan en la práctica clínica", explica Luis Manuel Estalayo Martín,
un veterano psicólogo a quien desde siempre le ha atraído el mundo de la
literatura infantil, hasta el punto de dedicarle alguna obra, como Psicoanálisis del maltrato a la infancia en
cuentos populares (Editorial Personal, 2010). "Pero el sentido de este
maltrato es radicalmente puesto en ambos casos. En 'maltrato real', la violencia
terna es siempre innecesaria, abusiva y perjudicial para el crecimiento
infantil. Por el contrario, el maltrato que representan los cuentos puede interpretarse
como 'castración simbólica' en tanto que el hijo maltratado emerge luego como
héroe o heroína, pasando de ser un necio vinculado a relaciones familiares a
ser un sujeto capaz de desear como adulto y de incluirse en su cultura",
asevera Estalayo.
Con todo lo controvertido que sea, Hansel y Gretel
mantiene su popularidad entre los niños. Todos lo conocen, con versiones desde
África hasta las Antillas. Es la clásica historia que siglos atrás se contaba a
la luz del fuego, entre familiares, vecinos o amigos. Incluso en los comercios.
Fue así como, a principios del siglo XIX, Wilhelm Grimm se lo oyó narrar a la
hija de un farmacéutico. La joven se llamaba Henrietta Dorotea Wild y poco después
se convirtió en la esposa del lingüista y escritor alemán. Wilhelm incorporó
Hansel y Gretel a otras narraciones que había recogido junto a su hermano y que
publicaron en 1812 bajo el título genérico de Cuentos para la infancia y el hogar.
La versión Grimm, que guarda numerosos puntos en
común con otros cuentos anteriores, como el Pulgarcito de Charles Perrault o la Finette Cendron de Madame d'Aulnoy,
narra la historia de un leñador que vive en el bosque con su mujer y sus dos
hijos: los pequeños Hansel y Gretel. Como toda la región, la familia padece una
terrible hambruna (como la acaecida realmente en el norte de Europa entre 1315 y
1322), por lo que la madre propone abandonar a los niños en mitad del bosque.
El astuto Hansel descubre el plan de sus padres y, antes de partir, se llena
los bolsillos de piedras que luego va dejando caer para marcar el camino de
regreso. Cuando los niños vuelven a casa, la madre los lleva aún más adentro
del bosque. Esta vez, a Hansel no le da tiempo a recoger piedras, por lo que
trata de marcar el camino con migas de
pan, pero los pájaros se las comen.
Abandonados y hambrientos, los hermanos encuentran
una casita hecha de chocolate y dulces. Sin saberlo, caen en la trampa de una
malvada bruja que pretende comerse a los niños.
Hansel es encerrado en una jaula donde la vieja quiere cebarlo antes del
banquete, pero Gretel aprovecha un descuido de la bruja y la tira dentro del
horno. Los hermanos logran regresar a su hogar con las joyas que tenía ocultas
la hechicera. El padre los recibe con gran alegría y, a pesar del oportuno fallecimiento de la madre, los
tres encaran el futuro felices y contentos.
Inmediatamente después de su publicación, a los
Grimm les empezaron a entrar los sudores. Tal vez recibieran críticas o,
simplemente, ellos mismos temieron que la historia fuera demasiado terrible. En
las sucesivas ediciones, comenzaron a introducir cambios en el argumento. Uno
de los más significativos fue el de convertir a la madre biológica de los niños
en madrastra. Maria Tatar, profesora de Literatura en Harvard (EEUU), explica
en The Hard Facts of the Grimms' Fairy
Tales (Las realidades de los cuentos de hadas de los Grimm, Princeton
University Press, 1987) cómo "Wilhelm Grimm reconoció que muchos niños
veían la figura de una diabólica madrastra más tolerable que la de una madre
cruel". A la autora le parece además una licencia que entonces no
desentonaba puesto que "considerando el alto índice de mortalidad de las
mujeres durante la maternidad en aquella época, la existencia de una madrastra
en la casa era algo más próximo a la regla que a la excepción".
Con toda intencionalidad, Jack David Zipes, otra
autoridad en el terreno de la literatura infantil, sugiere en Happily Ever After (Felices para
siempre, Ed. Routledge, 1997), que la maniobra de la madrastra responde más
bien a una sutil forma de potenciar la carga negativa del relato sobre la
mujer. "El propio Wilhelm sugirió que el cuento demoniza a la mujer al
asociar la madrastra con la bruja". Pero hay quien no está en absoluto de
acuerdo con la insistente idea de que los cuentos populares ofrecen una imagen
femenina negativa "En los cuentos de hadas se retrataba una sociedad en la
que las mujeres eran tan competentes y activas como los hombres, a cualquier
edad y dentro de cualquier clase social. Fue Gretel, y no Hansel, la que
desafió a la bruja y la venció", recuerda Alison Lurie en No se lo cuentes a los mayores
(Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998).
La mayoría de las interpretaciones de Hansel y
Gretel coinciden al contemplar este cuento como un relato iniciático que
simboliza la maduración de los hijos y la necesaria liberación de sus padres. A
ver si, al final, a quien de verdad asusta este cuento es a los padres por el
miedo a que sus hijos suelten amarras que, como dice Blanca Álvarez, es
"algo que los nuevos métodos educativos han relegado al olvido,
convirtiendo en permanentes infantes a los hijos; niños, además, con una absoluta
desinformación del mundo y sus peligros".
Maria Tatar apunta que, en su opinión, Hansel y
Gretel no sólo escenifica el choque entre el adulto y el niño. "También
dramatiza un conflicto entre aristocracia y campesinado, el amo y el esclavo, o
entre dos naciones hostiles", opina. Los nuevos tiempos traen nuevas
versiones. Como la del escritor Garth Nix en su relato Hansel's Eyes (Simon& Schuster, 2000), en el que dejaba
atrapados a lo hermanos en una tienda de videojuegos. O, mejor aún, muestra a
los protagonistas transformados en guapos adolescentes Así los veremos en 2012
en Hansel&Gretel: Witch Hunters, una
película de Tommy Wirkol que sitúa su acción 15 años después de los hechos que
narra e1cuento y que presenta a los heranos convertidos en audaces cazadores de
brujas ¿Qué sería de nosotros sin Hollywood?
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