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miércoles, julio 17

Plantas medicinales



(Un artículo de David Navarro en el Heraldo de Aragón del 29 de mayo de 2011)

Los caminos aragoneses son ricos en plantas medicinales. Crecen en solares, campos y riberas, y guardan secretos curativos desde hace miles de años.

El herborista Manolo Roncero disfruta entre plantas, investigando sus propiedades y divulgándolas. Organiza paseos botánicos por Huesca y Zaragoza y explica las propiedades medicinales de flores, tallos, semillas y raíces. «Tan pronto como salimos a la calle, su sabiduría nos rodea. No hay que irse lejos para encontrarlas: diente de león, manzanilla, olivo u ortigas hay por doquier». Pero Roncero advierte de que no todas las plantas son curativas ni se pueden recolectar en cualquier sitio: «Nunca se deben recoger de las carreteras porque la contaminación ha podido afectarlas. Tampoco se pueden consumir si no se conocen perfectamente sus propiedades ni se ha sido asesorado por un experto». Además, es muy importante no tomar la planta entera ni esquilmarla de todas sus flores o semillas, «porque el entorno es nuestro futuro y las semillas han de quedarse en el campo, para que surjan nuevas flores». Roncero critica que durante décadas se haya apostado por la medicina «de laboratorio» en detrimento de la natural. «Afortunadamente, la gente mayor conservó esta sabiduría y ahora incluso se recomienda aprovechar las propiedades de las plantas como complemento a un tratamiento. Ya dice el refrán: “¿Cómo estás muerto, si tienes salvia en el huerto?”».

>>Achicoria Ya está en flor en el campo aragonés, llenando de azul las praderas. Sus flores son de un vivo color azul y destacan en los campos en barbecho. Contiene inulina (que abre el apetito) y han otorgado a su raíz propiedades diuréticas. Posee también taninos, beneficiosos para la circulación sanguínea. Su raíz tostada substituyó hace décadas al café entre las clases más pobres y su infusión se ha utilizado como remedio digestivo, para abrir el apetito y solucionar problemas de gases. Las hojas son muy amargas y se pueden tomar directamente en ensalada para “hacer hambre”. Por su abundancia, se ha consumido en Zaragoza durante siglos.

>> Caléndula silvestre Se la llama también maravilla y es idéntica a la caléndula de jardín, salvo por sus flores, que son más pequeñas. Se utilizan las hojas por su capacidad astringente (como cataplasma, para curar heridas). Sus flores, en infusión, se preparaban para casos de gastritis.

>> Hinojo. Prospera en caminos y solares. Sus semillas y raíces tienen propiedades expectorantes y alivian los gases. En primavera se come la planta directamente y todo el año se preparan infusiones con las semillas: al hervir el agua, se añade una cucharada de cápsulas machacadas. Con la raíz se elaboran jarabes diuréticos hirviéndola y dejándola macerar 24 horas. 

>> Espino albar. Con sus flores y frutos se preparan infusiones que regulan la tensión y ayudan al corazón, gracias a los flavonoides, acetilcolina y etilamina. Crece en los sotos de ribera incluso dentro de la ciudad. Sus flores brotan en mayo y su fruto madura en agosto. Las flores se toman en infusión, durante la comida y la cena. Los frutos, ricos en vitamina C, se cocinan como mermelada. 

>> Diente de león. Es quizá la planta silvestre más abundante en parques y jardines, gracias a la fertilidad y capacidad voladora de sus semillas. Su tallo y raíz tienen propiedades beneficiosas para el hígado, gracias a la inulina, y los riñones, por la capacidad depurativa. Se puede tomar en ensalada para beneficiarse de su vitamina B7; es buena para la memoria y para quemar grasas. 

>> Tomillo. Crece en los pinares aragoneses y rincones esteparios, sobre todo de Teruel. Su tallo florido, en infusión, alivia los bronquios y mejora la digestión. Se recolecta justo ahora y se deja secar boca abajo en un lugar ventilado durante un par de semanas o un mes. Media cucharada en infusión alivia la tos. En sopa, estimula el apetito y como baño es desinfectante. 

>> Escaramujos. Los frutos del rosal silvestre se denominan también 'tapa culos' porque, precisamente, ayudan durante la diarrea. Son astringentes y muy ricos en vitamina C, flavonoides, taninos y vanilina. El escaramujo, además, se puede cocer y conservar para elaborar mermelada, que al ser rica en flavonoides tendrá propiedades antioxidantes. 

>> Manzanilla. Igual que la salvia, es muy abundante en linderos y campos en barbecho de Aragón. Se recolectan sus flores, se extienden sobre papeles para secar y se guardan en sacos de tela para infusiones. Sus virtudes estomacales son muy conocidas y basta con añadir media docena de cabezuelas secas en una taza con agua hirviendo. 

>> Romero. En la Edad Media se ponían ramas de romero bajo la almohada para despejar la mente. En realidad, hay que tomar sus hojas y flores secas en infusión para beneficiarse del ácido carnósico, que se ha demostrado eficaz para evitar el infarto cerebral y combate el deterioro de las neuronas contra los radicales libres, responsables de su envejecimiento.

>> Salvia. Es la planta más aragonesa, porque en estas tierras es donde más se encuentra silvestre. Se recolectan brotes jóvenes y flores antes de abrirse y se dejan secar para utilizar en infusiones. Es digestiva y despeja la mente, pero sin añadir el nerviosismo del café o el té. Calma los vómitos y las diarreas y al enjuagar la boca refuerza dientes y encías.