Plantas medicinales
(Un
artículo de David Navarro en el Heraldo de Aragón del 29 de mayo de 2011)
Los
caminos aragoneses son ricos en plantas medicinales. Crecen en solares, campos
y riberas, y guardan secretos curativos desde hace miles de años.
El
herborista Manolo Roncero disfruta entre plantas, investigando sus propiedades
y divulgándolas. Organiza paseos botánicos por Huesca y Zaragoza y explica las
propiedades medicinales de flores, tallos, semillas y raíces. «Tan pronto como
salimos a la calle, su sabiduría nos rodea. No hay que irse lejos para
encontrarlas: diente de león, manzanilla, olivo u ortigas hay por doquier».
Pero Roncero advierte de que no todas las plantas son curativas ni se pueden
recolectar en cualquier sitio: «Nunca se deben recoger de las carreteras porque
la contaminación ha podido afectarlas. Tampoco se pueden consumir si no se
conocen perfectamente sus propiedades ni se ha sido asesorado por un experto».
Además, es muy importante no tomar la planta entera ni esquilmarla de todas sus
flores o semillas, «porque el entorno es nuestro futuro y las semillas han de
quedarse en el campo, para que surjan nuevas flores». Roncero critica que
durante décadas se haya apostado por la medicina «de laboratorio» en detrimento
de la natural. «Afortunadamente, la gente mayor conservó esta sabiduría y ahora
incluso se recomienda aprovechar las propiedades de las plantas como
complemento a un tratamiento. Ya dice el refrán: “¿Cómo estás muerto, si tienes
salvia en el huerto?”».
>>Achicoria
Ya está en flor en el campo aragonés, llenando de azul las praderas. Sus flores
son de un vivo color azul y destacan en los campos en barbecho. Contiene
inulina (que abre el apetito) y han otorgado a su raíz propiedades diuréticas.
Posee también taninos, beneficiosos para la circulación sanguínea. Su raíz
tostada substituyó hace décadas al café entre las clases más pobres y su infusión
se ha utilizado como remedio digestivo, para abrir el apetito y solucionar
problemas de gases. Las hojas son muy amargas y se pueden tomar directamente en
ensalada para “hacer hambre”. Por su abundancia, se ha consumido en Zaragoza
durante siglos.
>> Caléndula silvestre
Se la llama también maravilla y es idéntica a la caléndula de jardín, salvo por
sus flores, que son más pequeñas. Se utilizan las hojas por su capacidad
astringente (como cataplasma, para curar heridas). Sus flores, en infusión, se
preparaban para casos de gastritis.
>> Hinojo.
Prospera en caminos y solares. Sus semillas y raíces tienen propiedades expectorantes
y alivian los gases. En primavera se come la planta directamente y todo el año
se preparan infusiones con las semillas: al hervir el agua, se añade una
cucharada de cápsulas machacadas. Con la raíz se elaboran jarabes diuréticos hirviéndola
y dejándola macerar 24 horas.
>> Espino albar.
Con sus flores y frutos se preparan infusiones que regulan la tensión y ayudan
al corazón, gracias a los flavonoides, acetilcolina y etilamina. Crece en los
sotos de ribera incluso dentro de la ciudad. Sus flores brotan en mayo y su
fruto madura en agosto. Las flores se toman en infusión, durante la comida y la
cena. Los frutos, ricos en vitamina C, se cocinan como mermelada.
>> Diente de
león. Es quizá la planta silvestre más abundante en parques y jardines,
gracias a la fertilidad y capacidad voladora de sus semillas. Su tallo y raíz
tienen propiedades beneficiosas para el hígado, gracias a la inulina, y los
riñones, por la capacidad depurativa. Se puede tomar en ensalada para
beneficiarse de su vitamina B7; es buena para la memoria y para quemar grasas.
>> Tomillo.
Crece en los pinares aragoneses y rincones esteparios, sobre todo de Teruel. Su
tallo florido, en infusión, alivia los bronquios y mejora la digestión. Se
recolecta justo ahora y se deja secar boca abajo en un lugar ventilado durante
un par de semanas o un mes. Media cucharada en infusión alivia la tos. En sopa,
estimula el apetito y como baño es desinfectante.
>> Escaramujos.
Los frutos del rosal silvestre se denominan también 'tapa culos' porque,
precisamente, ayudan durante la diarrea. Son astringentes y muy ricos en
vitamina C, flavonoides, taninos y vanilina. El escaramujo, además, se puede
cocer y conservar para elaborar mermelada, que al ser rica en flavonoides
tendrá propiedades antioxidantes.
>> Manzanilla.
Igual que la salvia, es muy abundante en linderos y campos en barbecho de
Aragón. Se recolectan sus flores, se extienden sobre papeles para secar y se
guardan en sacos de tela para infusiones. Sus virtudes estomacales son muy
conocidas y basta con añadir media docena de cabezuelas secas en una taza con agua
hirviendo.
>> Romero.
En la Edad Media se ponían ramas de romero bajo la almohada para despejar la
mente. En realidad, hay que tomar sus hojas y flores secas en infusión para
beneficiarse del ácido carnósico, que se ha demostrado eficaz para evitar el
infarto cerebral y combate el deterioro de las neuronas contra los radicales
libres, responsables de su envejecimiento.
>> Salvia.
Es la planta más aragonesa, porque en estas tierras es donde más se encuentra
silvestre. Se recolectan brotes jóvenes y flores antes de abrirse y se dejan
secar para utilizar en infusiones. Es digestiva y despeja la mente, pero sin
añadir el nerviosismo del café o el té. Calma los vómitos y las diarreas y al
enjuagar la boca refuerza dientes y encías.
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