La Florida: España en Estados Unidos
(Un artículo de Fernando Pajares en el suplemento
dominical de El País del 31 de marzo de 2013)
La 'Enciclopedia Británica' lo despacha en una
línea. Y muchos estadounidenses desconocen su gesta. Pero hace 500 años Ponce
de León puso un pie en esta península y con él empezó la gran historia española
y europea en Norteamérica.
¿Sabía que la bandera de España ha ondeado en el
territorio que hoy es Estados Unidos durante 308 años frente a los 237 de la
enseña de las barras y estrellas? Los tres siglos de presencia española en
Norteamérica fueron una aventura tan extraordinaria como desconocida.
Centrémonos, obviando Canadá y México, en la tierra
que hoy ocupa EE UU. La historia europea del hoy país más poderoso del mundo
empezó cuando Juan Ponce de León llegó el 27 de marzo de 1513, hace 500 años, a
las costas de una península que llamó Florida por la frescura de su vegetación
y porque era Domingo de Resurrección, Día de la Pascua Florida.
Ponce fue el descubridor oficial de Florida, pero
hoy sabemos que cuando él y sus hombres pisaron tierra, después de ser
recibidos a flechazo limpio por los indios, encontraron al menos a uno de ellos
que chapurreaba el español. Se cree que hubo una partida de españoles que
recorrió aquella tierra (¿1499?) en busca de esclavos.
Repasemos la vida y milagros de Ponce antes de
acercarnos a la asombrosa huella de España en Estados Unidos. En sus Mitos y Utopías del Descubrimiento, el
profesor Juan Gil, miembro de la Real Academia Española, dice que, según el
cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, Ponce nació "hacia 1474".
Otros autores apuntan a 1460. Su lugar de nacimiento pudo ser Santervás de
Campos (Valladolid) o San Servos (León). Guerreó en la Reconquista hasta que, en
1493, pasó a Indias. Ayudó primero a colonizar La Española yen 1508 conquistó
la isla de Borinquen, hoy Puerto Rico, de la que fue gobernador.
En 1513 pone proa a la misteriosa isla de Bimini,
pero llega a la costa de Florida. Bordea sus cayos y es el primero en
enfrentarse a la corriente del Golfo, clave para la navegación en los siglos
venideros. Ponce no busca la fuente de la juventud. Esta fábula, como las siete
ciudades de Cíbola, hechas de oro, venía de atrás. Hubo aventureros que
hablaban de baños relajantes en una isla paradisíaca, llena de árboles, llores
y mujeres, por supuesto desnudas. El de 1521 fue su último viaje. Los indios
volvieron a recibirlo con el arco presto. Herido de un flechazo, regresó a Cuba
para morir en La Habana a los 61 años. Su tumba está en la catedral de San Juan
de Puerto Rico.
Ponce fue el descubridor oficial de Florida, pero no el primero en llegar. Cristóbal Colón también
descubrió oficialmente América en 1492.
Pero tampoco fue el primero. Según el historiador estadounidense David J.
Weber, hubo exploradores asiáticos que llegaron por el estrecho de Bering. Y
grupos nórdicos que se instalaron hacia el año 1000 en Terranova.
Es verdad que españoles fueron los primeros europeos
en toparse con el impresionante río Misisipi (río Espíritu Santo, lo llamaron),
si bien en aquel momento no estaba Hernando de Soto, como siempre se ha escrito,
sino uno de sus hombres, Álvarez de Pineda. El descomunal Gran Cañón del
Colorado (Arizona) también fue descubierto por españoles, aunque entre aquellos
no figuraba Francisco Vázquez de Coronado, de quien se ha dicho que fue el
primero en verlo: fue una partida que él envió bajo el mando de García López de
Cárdenas.
San Agustín, en Florida, es la primera ciudad permanente
de EE UU. Fundada por Pedro Menéndez de Avilés en el año 1565, en su
impresionante castillo de San Marcos aún ondea la Cruz de San Andrés o Cruz de
Borgoña, bandera de España en el siglo XVI.
Al rebuscar en la historia nos encontrarnos con tres
asentamientos que, aunque no prosperaron, son anteriores a San Agustín: San
Miguel de Guadalupe (1526), Santa María de Filipino (1559) y Santa Elena
(1560), sobre la que Weber dice que sus restos estuvieron hasta finales de 1990
"¡bajo el hoyo ocho del campo de golf de los marines estacionados en
Parris Island, en Carolina del Sur!".
La investigadora María Antonia Sainz Sastre (La Florida en el siglo XVI. Exploración y
colonización, Fundación Mapfre) sostiene que Menéndez de Avilés "lleva
con sigo al primer negro libre en la historia de Norteamérica, Juan Garrido”, y
que "dispuso de tanta confianza de Felipe II que este le ofreció en 1754
comandar una gran armada para luchar contra los herejes en Flandes y donde
fuera necesario". Pero el conquistador murió aquel mismo año de tabardillo,
una especie de tifus.
San Agustín desmiente que el Thanksgiving Day, la gran fiesta familiar estadounidense, proceda
de la primera comida de acción de gracias que hicieron los pioneros ingleses en
Plymouth en 1621, al año de bajarse del Mayflower.
Según el historiador de Florida Michael Gannon, la primera misa, celebrada por
el padre Francisco López de Mendoza, y la primera comida de acción de gracias
fueron en San Agustín, donde los españoles comulgaron y compartieron sus
alimentos con los indios. Fue en 1564, 57 años antes del Thanksgiving Day.
La gesta española empieza en Florida y se extiende
por el territorio. California, por ejemplo, le debe mucho al conquistador catalán
Gaspar de Portolá y a fray Junípero Serra. El primero, desde los presidios
(fortalezas militares), y el segundo, desde sus misiones. Ahí tenemos San
Francisco, Los Ángeles o San Diego. Todo empezó con el apoyo de tres grandes
hombres: el rey Carlos III, el conde de Aranda y el ministro de Indias José de
Gálvez.
Gálvez es apellido respetado en EE UU. Más que nada
por el sobrino de José, Bernardo de Gálvez. Al general Washington le hubiera
costado ganar la Guerra de Independencia contra los ingleses (1775-1783) si no
hubiera sido por la campaña de este joven brigadier en 1779. España apoyó a los
americanos contra una Inglaterra dispuesta a devolver Gibraltar si se mantenía
neutral. Según el profesor José Manuel Pérez Prendes, "este dato, que aún
hoy sorprende, está recogido en documentos oficiales del Ministerio de Asuntos
Exteriores del año 1966".
La intervención de Gálvez y su flotilla fue crucial
para los patriotas: despejó el puerto de Nueva Orleans y tomó la mayor base
inglesa en el Sur, Pensacola. Atravesó la bahía de Mobile bajo el fuego cruzado
de los cañones enemigos. Lo hizo solo. Nadie más se atrevió. Por eso Carlos III
le permitiría más tarde llevar el lema "Yo solo" en su escudo de
armas. La ciudad de Galveston, en Tejas, lleva su nombre.
El menorquín Jorge Farragut también luchó en aquella
guerra. Acabó de comandante del Ejército americano. Y de tal palo, tal astilla.
Su hijo David Farragut, ya nacido en EE UU, tuvo un papel extraordinario en la
guerra civil (1861-1865) al lado de la Unión, presidida por Abraham Lincoln,
cuando arrebató Mobile Bay y Nueva Orleans a los confederados. Como Gálvez
antes, cruzó en barco la bahía mientras bramaba; "¡Al carajo los torpedos!
¡A toda máquina!". David Farragut, de sangre española, fue, nada menos, el
primer almirante de la Armada de Estados Unidos.
Por cierto: cuando George Washington jura su cargo
como primer presidente de EE UU (Nueva York, 30 de abril de 1769), en la ceremonia,
muy bien sentado, está el embajador de España, Diego de Gardoqui.
Curiosa historia la del dólar. Se llamó Spanish dollar: Aún lleva en su signo
las dos columnas de Hércules. Según Pérez Prendes, la moneda es de origen
mexicano: al ocupar parte del territorio de la Nueva España, los gringos
exigieron a sus habitantes un peso como tributo. A este impuesto los lugareños
lo llamaron “un dolor”.
Y qué decir del cowboy
americano, que no es sino un trasunto descarado del vaquero español desde el
sombrero del jinete hasta las pezuñas del caballo. Como españoles eran el
pastoreo, la trashumancia y el propio ganado: vacas, ovejas o cerdos llevados a
América desde las marismas del Guadalquivir. Abramos un diccionario inglés: buckaroo (vaquero), sombrero, Spanish saddle
(silla de montar), lasso (lazo), bronc (bronco), mustang (mesteño), cinch
(cincha), chaps (chaparreras), lariat (la reata), hackamore (jáquima, cabestro). Por no hablar de corral, hacienda,
plaza o siesta.
¿Le sorprende que un pionero americano como Daniel
Boone (1734-1820) adoptara la nacionalidad española y fuera nombrado por un
gobernador español comandante de un distrito de Misuri? Volvamos al principio:
la bandera española se plantó en Florida en 1513 y se arrió en 1821,308 años
más tarde, aunque la inmensa mayoría de los americanos cree que todo empezó con
la colonia de Jamestown (Virginia) en 1607. Olvidan que los jesuitas establecieron
allí sus misiones 37 años antes. No es extraño: la, por otra parte, magnífica
Enciclopedia Británica, en su entrada sobre la historia de EE UU (Global Edition, 2009), despacha a Ponce
con una línea; dedica un párrafo a Hernando de Soto y un tercero, compartido, a
Menéndez de Avilés y Coronado. Reconoce como españolas San Agustín y Santa Fe (de
Los Ángeles o San Francisco, ni pío), y remata el brevísimo texto con una frase
que produce sonrojo: “Pese a estos comienzos, los españoles tuvieron poco que
ver con el desarrollo inicial de los Estados Unidos".
Dicen los americanos que España fue al Nuevo Mundo
buscando "tres ges" (God, gold
and glory: Dios, oro y gloria). No está mal visto. Pero si conocieran a
fondo sus orígenes europeos a lo mejor se daban cuenta de que el famoso “sueño
americano" empezó siendo un sueño español.
Y las mujeres…
En el siglo XVI, entre los más de 45.000 viajeros a
América, 10.118 son mujeres. Nos suena el nombre de Catalina de Erauso porque
fue la famosa Monja Alférez. Pero hay ejemplos sorprendentes: Isabel Barreto, única
almirante de la Armada, dirigió en 1595 la hasta entonces más larga expedición
por el Pacífico. María Escobar fue la primera en llevar trigo a América. Beatriz
de la Cueva llegó a ser gobernadora de Guatemala. Inés Suárez, quizá la más
guerrera, luchó espada en mano contra los araucanos junto a su amante, Pedro de
Valdivia, fundador de Chile. Mencía Calderón viajó con sus tres hijas a
Sudamérica; se puso al frente de la expedición cuando murió su marido, Juan de Sanabria,
y cruzó, ahí es nada, el Mato Grosso brasileño. Todas fueron valientes. Y muchas,
de armas tomar.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home