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martes, diciembre 3

Faringitis: remedios de antes, de ahora y de siempre



(Leído en el Consumer Eroski de abril de 2010)

Ante las infecciones víricas
Se recurre, en general, a analgésicos sistémicos (al tiempo que antitérmicos) para combatir el dolor y la fiebre. Los expertos en salud de EROSKI CONSUMER recomiendan utilizar el paracetamol, tanto para niños como adultos, y el ibuprofeno, si no responden al primero. No obstante, los niños con problemas de hidratación no deben tomar ibuprofeno, según las últimas Guías de Práctica Clínica (GPC) de la SING (Scottish Intercollegiate Guidelines Network), publicadas en 2010. Otro remedio a corto plazo es el de las pastillas que se disuelven en la boca. Proporcionan un alivio local en la garganta. Razón por la que los médicos se inclinan por los analgésicos sistémicos, aunque recuerdan que no sucede nada por utilizar estas pastillas. Algunas incorporan un anestésico local e incluso corticoides. 

Si hay tos, es posible emplear jarabes antitusivos. Sin embargo, conviene recordar que la tos es un mecanismo de defensa del organismo para expulsar la mucosidad y únicamente si es muy molesta, persistente y no sirve para expulsar secreciones, no es recomendable intentar frenarla. Los antivirales apenas se utilizan, salvo en enfermos con un estado general deficiente: pacientes inmunodeprimidos (con las defensas bajas), enfermos de cáncer, diabéticos o quines se han sometido a un trasplante.

Ante las infecciones bacterianas

Las infecciones bacterianas siempre deben tratarse con antibióticos. En este caso, el fármaco de elección es la penicilina ya que el estreptococo, que es el principal agente causal, responde bien a este tratamiento. No obstante, también se puede utilizar la claritromicina y la eritromicina, aunque sólo en casos de sospecha de alergia a la penicilina, porque el 40% de estos otros antibióticos son resistentes al estreptococo.

Soluciones caseras y naturales

Estos medicamentos se pueden combinar con otros remedios más caseros. La miel es probablemente la solución más tradicional. Es efectiva para combatir la tos y el dolor de garganta. Las cataplasmas son otro remedio muy popular. Para su elaboración, se mezclan semillas de hierbas y agua fría hasta obtener una pasta consistente. Se calienta a fuego lento y se aplica sobre un paño o una gasa también caliente, nunca directamente sobre la piel. Para combatir la faringitis, la cataplasma se debe colocar alrededor del cuello hasta que se enfríe. 

Las gárgaras con hojas de eucalipto y agua caliente también ayudan a frenar la infección, la irritación y la inflamación de las amígdalas. De hecho, consumir a lo largo del día caramelos de eucalipto y de miel es otra solución práctica para que se recomponga la garganta. 

Aunque la tendencia al uso de hierbas medicinales en los últimos tiempos es cada vez mayor, las guías de la SING (Scottish Intercollegiate Guidelines Network) de 2010 desaconsejan el uso de la Echinacea púrpura. Es una planta a la que se atribuye el aumento de las defensas del organismo. Sin embargo, según los resultados de un estudio reciente la Echinacea no reduce ni la intensidad ni la duración de los síntomas de las dolencias. 

A pesar de ello, los remedios naturales frente al dolor de garganta son muy demandados en las farmacias. Un ejemplo son los sprays de propóleo (o própolis) y erísimo (hierba del cantor). El propóleo es una sustancia que las abejas toman de los árboles y que procesan en su colmena. Se le atribuyen propiedades antisépticas y antibióticas. La aplicación de estos sprays protege frente a las infecciones de garganta, las suavizan y proporcionan un buen sabor de boca.

Extirpar las amígdalas: sólo en casos contados

En los últimos años, la verdadera revolución en el tratamiento de la faringitis se ha dado en el campo de la cirugía y no en el de la farmacología. Tiempo atrás la extirpación de las amigdalas era una operación que se realizaba a menudo. Hoy, es una intervención que se reserva para casos muy extremos.
En estos momentos, es una opción que se plantea a las personas que sufren más de 7 episodios de amigdalofaringitis de origen bacteriano en un mismo año, 5 episodios en dos años consecutivos o 3 en tres años consecutivos. Y según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), la decisión de extraer las anginas sólo se toma si existe un compromiso importante para la vía respiratoria, como en casos de apnea (una obstrucción durante el sueño que obstaculiza la respiración).
La extirpación de las amígdalas sólo se plantea a las personas que sufren más de 7 episodios de amigdalofaringitis de origen bacteriano en un mismo año
Este cambio de tendencia se explica después de analizar los resultados de las operaciones de amígdalas de forma objetiva. La comunidad científica ha optado por restringir al máximo su extirpación al considerarlas un órgano defensivo que sirve para que se asienten los linfocitos o células que nos defienden frente a las infecciones bacterianas. Otro motivo es que su eliminación puede conducir a un aumento del tejido linfocitario, del espesor de la garganta y en consecuencia, a la faringitis crónica e hipertrófica. Además, como las amígdalas son procesadores de antígenos -proteínas que nos ayudan a tolerar los alérgenos del medio ambiente- extraerlas puede originar problemas de alergias y de tolerancia.

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