La evolución en diez destinos turísticos IV
(Un reportaje de Mario
García Bartual en la revista Quo de agosto de 2012. Continúa)
7.- Isla Canguro: una reunión de mamíferos
Es la tercera isla más grande
de Australia y se sitúa a 112 km al sudoeste de la ciudad continental de
Adelaida. Aparte de su bello paisaje de acantilados y su yacimiento de fósiles del
Cámbrico, lo más destacado de la isla Canguro es que reúne los tres tipos
distintos de mamíferos que pueblan el planeta. Están los placentarios, caso de
roedores, carnívoros, primates, incluidos los humanos; los marsupiales, como el
koala; y, por último, los más antiguos, raros y fascinantes. Hablamos de los
monotremas, que ponen huevos; las hembras no tienen pezones y, cuando nacen las
crías, lamen la leche de la superficie del abdomen materno.
Curiosamente, la isla
Canguro es uno de los pocos lugares del planeta en los que los mamíferos placentarios
no se han hecho los dueños. Así es, alberga unas pocas especies, sobre todo
lobos de mar y osos marinos. Los marsupiales, como koalas, ualabíes y canguros,
resultan ser los amos del lugar. Pero las estrellas indiscutibles son los monotremas.
Sólo existen dos tipos -equidnas y ornitorrincos-, y ambos se pueden encontrar
en la isla. El equidna excava hormigueros y termiteros con las garras de sus
fuertes patas anteriores y atrapa los insectos con una lengua pegajosa. Y el
ornitorrinco es un animal tan desconcertante que, cuando en 1799 el naturalista
inglés George Shaw lo examinó, pensó que era cuadrúpedo con un pico de pato
injertado en la cabeza.
Los actuales monotremas son
descendientes de los primeros mamíferos que aparecieron hace más de 200
millones de años, en el Triásico. Luego, durante el Jurásico, se desarrollaron los
marsupiales y los placentarios. De esta manera, visitar la isla Canguro (45
minutos en ferry desde Adelaida) es como asistir a una reunión familiar donde
nos encontramos con nuestros parientes más distantes. Los canguros se dejan ver
fácilmente en la Isla; no así los ornitorrincos, que se bañan en las aguas cristalinas
del interior y se esconden en sus nidos. Una red de senderos conduce a los
aventureros por bosques, playas, acantilados, cuevas y raras formaciones rocosas.
8.- Wadi AI-Hitan: las ballenas más antiguas
Las ballenas constituyen
un ejemplo clave de la evolución: respiran aire, tienen sangre caliente y amamantan
a sus crías, y sus tatarabuelos fueron mamíferos que, en un pasado distante, se
trasladaron de la tierra al mar. Como dice el paleontólogo de la Universidad de
Míchigan Philip D. Gingerich, son extraterrestres en el sentido literal de la
palabra, lo cual aumenta su interés. D
Hoy existen dos tipos:
las ballenas dentadas y las ballenas con barbas. Sus predecesores, los arqueocetos,
vivieron en el Eoceno (entre 56 y 34 millones de años). Los primeros fósiles,
que fueron hallados en Norteamérica en 1834, hicieron creer a los científicos que
estaban ante un reptil marino gigante. Lo bautizaron como Basilosaurus -rey lagarto-, pero no fue hasta la década de 1980
cuando se conoció la envergadura auténtica de la criatura.
Ocurrió cuando el equipo
dirigido por Gingerich localizó docenas de esqueletos en Wadi Al-Hitan -Valle
de las Ballenas, en árabe-, en el desierto occidental de Egipto, a unos 150 Kms
al suroeste de El Cairo. Una laboriosa reconstrucción permitió deducir que el
primitivo mamífero poseía entre 66 y 68 vértebras en un esqueleto axial de 18 metros
de longitud. El yacimiento, que albergaba un mar hacía 40 millones de años,
tiene restos de Basilosaurus y Dorudon, otro cetáceo de la misma
familia. Hoy, sus esqueletos están expuestos ante el visitante a lo largo de un
paseo de tres kilómetros.
Por su importancia científica,
Wadi Al-Hitan fue designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005. Además,
forma parte de una extensa área protegida, Wadi EI-Rayan, que incluye oasis
saharianos y fauna desertícola, como chacales, gacelas y zorros del desierto.
Etiquetas: Sitios donde perderse
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