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domingo, marzo 2

Goya, el testigo



(Un texto de Ana Domínguez Siemens en el XLSemanal del 6 de abril del 2008)

En el Museo del Prado se guardan dos famosos lienzos de Goya, recién restaurados, sobre los acontecimientos del 2 de mayo de 1808: La carga de los mamelucos, y Los fusilamientos del 3 de mayo. Hablamos de ellos con Fernando Checa, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid. En algún momento se ha dicho que quizá hubo otros dos lienzos pertenecientes a esta serie, pero, como dice Checa, son sólo especulaciones: «No se sabe bien tampoco si los cuadros los pintó Goya por iniciativa propia o si se trata de un encargo que le hacen, aunque sí conocemos que pidió permiso al regente para pintarlos, cosa que hizo seis años después de los acontecimientos. De hecho, también se desconoce para qué fueron pintados; son cuadros de un tamaño muy grande y, a veces, se ha pensado que pudieran ser para un arco triunfal, pero no se sabe con seguridad.»

Existe una leyenda según la cual el criado de Goya, un tal Isidro, acompañó al pintor el mismo día de los fusilamientos a la colina del Príncipe Pío y que el pintor tomó allí apuntes del natural de la matanza: «Eso es sólo una leyenda, probablemente inspirada en el modo en los personajes están pintados, tan directo y vivo, y en que, en efecto, parecen tomados del natural. Lo que sí es verdad es que Goya había trabajado anteriormente en la serie de Los desastres de la guerra, donde sí habría tomado apuntes de lo que ocurría en la calle, que luego le habrían servido para estos cuadros». La visión que Goya tiene de la guerra es absolutamente moderna y novedosa: «La imagen de la guerra es un tema favorito en la historia del arte desde la Antigüedad. A partir del Renacimiento se produce una renovación en la manera de acercarse a este tema. Por ejemplo, si nos fijamos en el caso del Piero della Francesca en Arezzo, se ve una representación de la batalla muy intelectual y congelada. A partir del siglo XVI, el tema se trata como un asunto heroico, en el que se destaca un personaje central, un general, por ejemplo. No se dan ejemplos de tono crítico, que representen la guerra como horror, sin héroes, sino con vencidos. Ésta es una idea contemporánea que aparece por primera vez en la pintura francesa, en los cuadros sobre Napoleón, en los que aparece todavía como héroe, pero ya con muchos muertos a su alrededor. En la pintura de Los mamelucos se ve claramente esta concepción, esta nueva visión del tema, expresada incluso en la composición confusa: el héroe ya no es un general, sino el vencido». El modo en que los cuadros han sido pintados es también muy moderno: «El hecho, por ejemplo, de que estén como inacabados es absolutamente intencionado. Ese tipo de pincelada de grandes brochazos con fondos poco dibujados, con un carácter muy directo y personajes desgarrados, muy realistas, son características típicas de la pintura romántica del siglo XIX».

Y la posición de Goya en esa época es complicada. ya que es un personaje liberal, progresista, lo que podía interpretarse como poco patriótico: «Goya es claramente un afrancesado; de hecho va a morir en Francia, como exiliado político, durante la Restauración monárquica. Además, había colaborado con José Bonaparte en la selección y el traslado de obras de arte de las colecciones reales a París, poniendo sus conocimientos al servicio de los franceses». De hecho, los cuadros no son tan patrióticos como se podría creer:· «Las pinturas son, en realidad, una denuncia contra la crueldad y la opresión, no tanto un tema sobre la independencia. Es una muestra de la rebeldía de Goya frente al poder absoluto e irracional. De hecho, los cuadros no se exponen al público hasta mucho más tarde de ser pintados; en primer lugar, porque rompían con el orden clásico; pero además, no habrían sido censurados para su exposición pública si hubiesen sido más patrióticos. El que los sucesos representados sucedieran de verdad es anecdótico. Lo importante es que la fuerza enorme de estos cuadros los convierte en símbolos, ése es el verdadero valor de la obra de arte, y, en este caso, en símbolo de la libertad».

El modo deliberadamente desordenado en que están pintados se relaciona con otras manifestaciones de la época: «También Stendhal hace en su novela La Cartuja de Parma una descripción de la batalla de Waterloo en la que el protagonista no es consciente de que está viviendo un momento histórico importantísimo; simplemente plantea una descripción totalmente desordenada de lo que es el caos de la guerra».

A veces se ha querido insistir en la relación del personaje central de Los fusilamientos con la figura de Cristo crucificado: «Aunque la composición de Los fusilamientos es más clara y contundente, Goya recoge en esta pintura esquemas que provienen del modo de representar martirios de santos y crucifixiones, resueltas, tradicionalmente a base de composiciones triangulares; es en ese sentido en el que se puede relacionar esta pintura con las de temática religiosa». Estos cuadros se convirtieron en muy famosos desde que se los expuso públicamente y tuvieron una destacada influencia posterior, que va desde Manet y su Ejecución del emperador Maximiliano de México hasta Picasso y Matanza en Corea, y no en Guernica, como a veces se ha dicho.