Goya, el testigo
(Un texto de Ana Domínguez Siemens en el XLSemanal del 6 de
abril del 2008)
En el Museo del Prado se guardan dos famosos lienzos de Goya, recién restaurados,
sobre los acontecimientos del 2 de mayo de 1808: La carga de los mamelucos, y Los
fusilamientos del 3 de mayo. Hablamos de ellos con Fernando Checa, catedrático
de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid. En algún momento
se ha dicho que quizá hubo otros dos lienzos pertenecientes a esta serie, pero,
como dice Checa, son sólo especulaciones: «No se sabe bien tampoco si los
cuadros los pintó Goya por iniciativa propia o si se trata de un encargo que le
hacen, aunque sí conocemos que pidió permiso al regente para pintarlos, cosa
que hizo seis años después de los acontecimientos. De hecho, también se
desconoce para qué fueron pintados; son cuadros de un tamaño muy grande y, a veces,
se ha pensado que pudieran ser para un arco triunfal, pero no se sabe con seguridad.»
Existe una leyenda según la cual el criado de Goya, un tal Isidro,
acompañó al pintor el mismo día de los fusilamientos a la colina del Príncipe
Pío y que el pintor tomó allí apuntes del natural de la matanza: «Eso es sólo
una leyenda, probablemente inspirada en el modo en los personajes están pintados,
tan directo y vivo, y en que, en efecto, parecen tomados del natural. Lo que sí
es verdad es que Goya había trabajado anteriormente en la serie de Los desastres de la guerra, donde sí
habría tomado apuntes de lo que ocurría en la calle, que luego le habrían
servido para estos cuadros». La visión que Goya tiene de la guerra es
absolutamente moderna y novedosa: «La imagen de la guerra es un tema favorito
en la historia del arte desde la Antigüedad. A partir del Renacimiento se produce
una renovación en la manera de acercarse a este tema. Por ejemplo, si nos
fijamos en el caso del Piero della Francesca en Arezzo, se ve una
representación de la batalla muy intelectual y congelada. A partir del siglo
XVI, el tema se trata como un asunto heroico, en el que se destaca un personaje
central, un general, por ejemplo. No se dan ejemplos de tono crítico, que
representen la guerra como horror, sin héroes, sino con vencidos. Ésta es una
idea contemporánea que aparece por primera vez en la pintura francesa, en los
cuadros sobre Napoleón, en los que aparece todavía como héroe, pero ya con
muchos muertos a su alrededor. En la pintura de Los mamelucos se ve claramente esta concepción, esta nueva visión
del tema, expresada incluso en la composición confusa: el héroe ya no es un general,
sino el vencido». El modo en que los cuadros han sido pintados es también muy
moderno: «El hecho, por ejemplo, de que estén como inacabados es absolutamente intencionado.
Ese tipo de pincelada de grandes brochazos con fondos poco dibujados, con un
carácter muy directo y personajes desgarrados, muy realistas, son
características típicas de la pintura romántica del siglo XIX».
Y la posición de Goya en esa época es complicada. ya que es un
personaje liberal, progresista, lo que podía interpretarse como poco patriótico:
«Goya es claramente un afrancesado; de hecho va a morir en Francia, como
exiliado político, durante la Restauración monárquica. Además, había colaborado
con José Bonaparte en la selección y el traslado de obras de arte de las
colecciones reales a París, poniendo sus conocimientos al servicio de los franceses».
De hecho, los cuadros no son tan patrióticos como se podría creer:· «Las
pinturas son, en realidad, una denuncia contra la crueldad y la opresión, no tanto
un tema sobre la independencia. Es una muestra de la rebeldía de Goya frente al
poder absoluto e irracional. De hecho, los cuadros no se exponen al público hasta
mucho más tarde de ser pintados; en primer lugar, porque rompían con el orden
clásico; pero además, no habrían sido censurados para su exposición pública si
hubiesen sido más patrióticos. El que los sucesos representados sucedieran de verdad
es anecdótico. Lo importante es que la fuerza enorme de estos cuadros los
convierte en símbolos, ése es el verdadero valor de la obra de arte, y, en este
caso, en símbolo de la libertad».
El modo deliberadamente desordenado en que están pintados se relaciona
con otras manifestaciones de la época: «También Stendhal hace en su novela La Cartuja de Parma una descripción de la
batalla de Waterloo en la que el protagonista no es consciente de que está
viviendo un momento histórico importantísimo; simplemente plantea una descripción
totalmente desordenada de lo que es el caos de la guerra».
A veces se ha querido insistir en la relación del personaje central de Los fusilamientos con la figura de
Cristo crucificado: «Aunque la composición de Los fusilamientos es más clara y contundente, Goya recoge en esta
pintura esquemas que provienen del modo de representar martirios de santos y
crucifixiones, resueltas, tradicionalmente a base de composiciones triangulares;
es en ese sentido en el que se puede relacionar esta pintura con las de temática
religiosa». Estos cuadros se convirtieron en muy famosos desde que se los
expuso públicamente y tuvieron una destacada influencia posterior, que va desde
Manet y su Ejecución del emperador Maximiliano
de México hasta Picasso y Matanza en Corea,
y no en Guernica, como a veces se ha dicho.
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