¿Por qué se forman las dunas?
(Un texto de Antonio
Ruiz De Elvira en El Mundo del 22 de septiembre de 2013)
Cuando en una tarde
ventosa de playa nos empieza a molestar la arena, estamos rodeados de granos de
silicatos de muchos tamaños, desde milímetros a micras que no podemos ver, pero
que podemos sentir en nuestros senos nasales y en los bronquios. El aire empuja
esos granos de arena. Imaginemos una superficie totalmente plana, y de algunos
cientos de metros de longitud y anchura, cubierta de arena. Si el viento sopla
sobre esta superficie, la dinámica propia del fluido que es el aire genera
torbellinos, grandes o muy pequeños. En esos torbellinos varía localmente la
presión, y la arena se acumula en algunos puntos. El aire, al seguir pasando
por los puntos de acumulación, eleva su velocidad, y baja aún más la presión.
En esos puntos se acumula más arena, en un mecanismo de tipo «el rico es cada
vez más rico y el pobre más pobre», lo que en física llamamos mecanismo no
lineal de realimentación positiva.
El resultado de esas
fluctuaciones del aire sobre la arena es la creación de pequeños montículos que
van creciendo lentamente. Las colinas de arena son asimétricas: de pendiente
suave a barlovento, de pendiente fuerte a sotavento. A sotavento de la duna el
aire se despega del terreno, aumenta la presión y desaparece el arrastre de
arena: ésta cae de forma brusca y si no existiera aporte de arena hacia la
cresta de la duna por el aire, la duna iría desapareciendo. Al caer la arena, y
recibir nueva, la duna se desplaza en el sentido del viento. El viento no puede
ser constante a lo largo de una línea transversal a su dirección de
propagación. Se acumula en regiones y deja de soplar en otras por ese mecanismo
no lineal. Las dunas, como las olas, son limitadas a lo ancho: no hay dunas más
anchas que una cierta dimensión.
Etiquetas: Culturilla general
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