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viernes, enero 1

El milagro de Empel

(Un texto de la wikipedia, pero este tipo de episodios hace lamentar el poco cariño que tenemos los españoles a nuestra historia. De ser estadounidenses, ya habría al menos un par de películas sobre el tema)

El Milagro de Empel o la Batalla de Empel fue un suceso acaecido los días 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que se enfrentaron un Tercio del ejército español, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, a una flota de diez navíos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, bajo mando del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein, a raíz del cual la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles, actual Infantería Española.

De acuerdo con las crónicas, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesta por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueada por completo por la escuadra del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los Tercios españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.

El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Hohenlohe-Neuenstein recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada.

Esa noche, se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

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