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lunes, marzo 14

Calcio storico: los últimos gladiadores

Desde la Edad Media, cuatro distritos de Florencia (Italia) pelean entre ellos por el honor de ganar el torneo Calcio Storico. Es un cruce entre lucha grecoromana, rugbi y fútbol; un deporte extremadamente violento que cada 24 de junio lleva a más de cien hombres al límite.

Se trata de un deporte originario de 1580, que consiste en marcar más puntos que el adversario, ya sea con los pies, con las manos o usando la fuerza. Es un brutal combate de 50 minutos en el que la lucha cuerpo a cuerpo es la principal vía para derrotar al adversario. Aquí todos los participantes pelean arropados por el clamor de una fiel afición con un único objetivo: ser el mejor en la arena.

A las cinco de la tarde, frente a la iglesia de la Santa Croce, comienza la pugna. Cincuenta minutos de carreras y golpes tras un balón. Bajo un sol sofocante y en medio de la multitud, la tensión es extrema. El juego parte del harpastum que practicaban los legionarios romanos y fue muy popular en la Edad Media. Decayó a finales del s. XVIII y en 1930 se retomó. Es la respuesta de Florencia a las carreras de caballos de Siena.

Son cuatro equipos, los blancos, los azules, los rojos y los verdes. Cada color representa un barrio y cada equipo está integrado por 27 jugadores que tradicionalmente se distribuyen en 2 porteros, cinco defensores, cinco mediocampistas y quince delanteros. Juntos forman la misma línea de batalla que usaban los regimientos de infantería del Renacimiento.

Las reglas son simples: durante 50 minutos, dos equipos se enfrentan en un campo rectangular, intentando meter un balón en la portería del oponente. Si un jugador es herido o expulsado, no puede ser reemplazado. No importa cómo llega el balón a la red. Lo único que no está permitido es el ataque de dos contra uno, golpear por la espalda y pegar a un oponente que ya está en el suelo.

Los jugadores son voluntarios de entre 20 y 30 años que se preparan durante todo el año para el evento. La mayoría de los veteranos tiene la nariz rota. Desde hace un decenio no se permite jugar a quien tenga antecedentes delictivos.

La rivalidad entre los equipos tiene raíces históricas. "Cuando uno decide defender un color, es para toda la vida -explica el presidente de los azules-.

Aunque las normas son escasas, hay un árbitro, varios jueces de línea y un comisario fuera del campo, quien, en caso de infracción grave, es el máximo juez. En el centro del campo hay un alfiere, que levanta la bandera cuando se marca gol. Obviamente, también hay un equipo médico para atender a los jugadores.

El premio por ganar es una ternera y una bandera, el palio, que lleva los colores de los equipos que se han enfrentado.

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