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lunes, mayo 9

Cosmética natural contra el frío



(Un texto de Mamen Ruíz Puertas en la revista Mujer de Hoy del 22 de enero de 2011)

Nada como los tesoros procedentes de la madre naturaleza y las recetas infalibles de la abuela para hacer frente al invierno y mantener una piel radiante. 

COMBATE LA SEQUEDAD
Nadie cuestiona que durante la época invernal, el frío, el viento y la sequedad influyen negativamente en la piel, que se vuelve más propensa que nunca a la deshidratación. Y es que los contrastes de temperatura son su peor enemigo. Pero además, gran parte de la sequedad e irritaciones que sufre la piel durante esta época se debe al uso de calefacciones que reducen la humedad ambiental interior hasta un 10%, y para mantener la piel bien hidratada se requiere una humedad de entre el 30% y el 40%. ¿La solución? Utiliza humidificadores o coloca recipientes con agua junto a los radiadores para mantener la humedad ambiental idónea.


AUMENTA TUS DEFENSAS
Una dosis extra de vitaminas y minerales no sólo te ayudará a evitar más de un catarro, sino que además aumentará las defensas naturales de tu piel. Así que incrementa la ingesta de frutas y verduras, sin olvidarte de los frutos secos, fuente de antioxidantes que combaten la acción de los radicales libres, y con un contenido en proteínas, vitaminas y minerales muy superior al de otros alimentos, y que aportan al organismo magnesio, fósforo, potasio, calcio, hierro y oligoelementos como el zinc y el selenio.

LABIOS PROTEGIDOS
Usa y abusa del bálsamo labial. Ten en cuenta que los labios son muy frágiles, ya que carecen de glándulas sebáceas y, por lo tanto, son muy vulnerables a la deshidratación, especialmente en climas fríos. Así que aplica con frecuencia y generosidad bálsamos y cacaos, el mejor arma de defensa para evitar que se resequen.

MANOS A SALVO
La piel de las manos, igual que la de la cara, está expuesta de forma constante a múltiples agresiones externas -como el sol, el frío, el viento, el calor de las calefacciones o el uso abusivo de jabones y detergentes- que las resecan y envejecen prematuramente. Si quieres evitarlo, debes hidratarlas y nutrirlas con frecuencia, así que acostúmbrate a llevar en el bolso un tubo de crema y a aplicar una capa generosa varias veces a lo largo del día. ¡Y no salgas a la calle sin protegerlas con unos guantes!
La receta de la abuela: aplica una mascarilla de aceite de oliva y miel, y deja que actúe 10 minutos. Después, aclara con agua tibia y un jabón suave. Si quieres potenciar sus efectos, ponte unos guantes de algodón y duerme toda la noche con la mezcla.

PIEL ABRIGADA
Está claro que el frio favorece la deshidratación. Por esta razón, la piel reclama texturas más ricas y untuosas que ayuden a retener el agua en su interior. Si tu piel es seca o sensible, debes aplicar una crema rica y super-hidratante para saciar sus necesidades hídricas. Y aunque las pieles grasas son menos vulnerables a los rigores del frio, también necesitan hidratarse; prueba con fórmulas específicas que sean más ligeras, en forma de gel o fluidos, y libres de aceites. En cualquier caso, conviene limpiar y tonificar la piel todos los días, y aplicar después una crema hidratante (si tiene factor de protección solar, mucho mejor). Por la noche, repite la operación y sustituye la hidratante por una crema de noche que ayude a reparar la piel: amanecerá rebosante de energía y vitalidad.
La receta de la abuela: haz tu propio tónico casero a base de manzanilla, que contiene propiedades calmantes y suavizantes. Hierve 50 gramos de manzanilla en medio litro de agua durante 10 minutos. Filtra la infusión, ponla en un envase pulverizador ¡y listo!

UN BAÑO REPARADOR
Nada como sumergirse en la bañera para entrar en calor, pero siempre y cuando la temperatura no sea superior a 37º y el baño no se prolongue más de un cuarto de hora. Los efectos acumulados del agua caliente sobre la barrera cutánea la debilitan, haciéndola más sensible a las agresiones. La piel se reseca y deshidrata, mientras que los tejidos pierden firmeza. Por eso es aconsejable acabar con una ducha de agua fresca y aplicar después una leche corporal. ¿Un plus? Aprovecha para aplicar un exfoliante corporal mientras estás en la bañera: cuando la piel está seca es precisamente el momento ideal para eliminar las células muertas y estimular la renovación celular. Verás cómo incluso las zonas más resecas cambian de textura en cuestión de segundos y toda la piel del cuerpo se muestra más suave. Además, es el mejor método para ayudar a salir los pelitos que se quedan bajo la piel -y conseguir unos resultados impecables la próxima vez que te depiles-.
La receta de la abuela: si quieres elaborar tu propio exfoliante corporal, mezcla en un cuenco aceite de almendras con un puñados de sal gorda o azúcar moreno, y frota suavemente la piel con la mezcla. ¡Suavidad al Instante!

CABELLO INVERNAL
El pelo, al igual que la piel, también reclama cuidados especiales durante los meses de frío, ya que el contraste de las bajas temperaturas exteriores y el calor seco de las calefacciones reducen su capacidad natural de protección, dejándolo deshidratado y reseco. El acondicionador es un buen aliado porque recubre la fibra capilar con una película protectora que evita la pérdida de hidratación. Pero es aconsejable combinarlo una vez a la semana con el uso de una mascarilla capilar, que a diferencia de los acondicionadores tienen una mayor capacidad de penetración en la fibra capilar. Para sacarle el máximo partido, cubre la cabeza con una toalla o un film de plástico y déjala actuar durante 10 minutos. Eso sí, no se te ocurra salir a la calle con el pelo mojado. No sólo te ahorrarás algún que otro resfriado, sino que evitarás que el exceso de agua retenido en el cabello, al exponerse a las bajas temperaturas exteriores, puede deteriorar la fibra al congelarse. Pero también debes tener en cuenta que utilizar el secador con el aire muy caliente y colocando la boquilla demasiado cerca del pelo daña la cutícula. La distancia prudencial que debes mantener es de al menos 10 centímetros, y utilizar un producto que proteja la fibra capilar del calor del secador siempre es una buena idea si quieres mantener a raya la deshidratación.

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