‘Monterrat dels espanyols’
(Extraído de un texto de Guillermo Fatás publicado en el
Heraldo de Aragón el 27 de abril de 2014)
La devoción tradicional de los
catalanes por la Virgen de Montserrat […] está históricamente muy implicada con
la Casa Real de Aragón y con España.
[El] 27 de abril es la festividad católica de la Virgen de
Montserrat, patrona de Cataluña. Por lo tanto, [se canta] abundantemente el
Virolai, himno oficial montserratino. El santuario serrano [se llena] de fieles
y, acaso, de banderas con el señal real de Aragón, que hoy es también emblema de
Cataluña. Y -esto [se nota] mucho menos- [hay una] ceremonia especial en la
iglesia de Roma llamada 'di Santa Maria in Monserrato degli Spagnoli'.
Montserrat de los
Españoles
La 'Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat' es
un elegante templo romano trazado inicialmente por Antonio Sangallo, en el
siglo XVI, y cuyas obras se prolongaron un siglo y medio. Sirve de título a un
cardenal español, cuyo escudo campea en la puerta. Hoy, el 'titulus Sanctae
Mariae Hispanorum in Monte Serrato' es el del franciscano Carlos Amigo, arzobispo
emérito de Sevilla. El edificio está cerca del Tíber y del Palacio Farnesio,
también obra de Sangallo y suntuosa embajada de Francia.
Tiene su origen en una hospedería para peregrinos pobres de
la Corona de Aragón. Luego se fundió con otro, dedicado a Santiago y de perfil
castellano, lo que produjo su completa 'hispanidad'. Santa María de Montserrat
de los Españoles es de particular interés para los aragoneses. Guarda la tumba
de los dos papas Borja, Calixto III y su sobrino, el temible y fascinante Alejandro
VI, padre de César y de Lucrecia. Los Borja o Borgia llevan el apellido de su
ciudad aragonesa de origen y estaban afincados en Játiva. También pueden verse allí
dos bellas estatuas con santos aragoneses, obras del turiasonense Juan Adán,
elegante artista neoclásico, que representan a la infanta aragonesa Isabel,
hija de Pedro III y reina santa de Portugal, y al inquisidor epilense Pedro
Arbués, asesinado en la Seo de Zaragoza.
Sobre la entrada misma, hay una original escena, que
representa a María con el Niño, en actitud de cortar -con una gran sierra- la montaña
catalana, el 'Mont Serrat', de inconfundible aspecto. Menciono esta escultura
porque, sobre ser delicada y original, es obra de Giambattista Contini,
escultor y arquitecto pontificio; el mismo que, unos años después, concibió la
magnífica torre de la Seo de Zaragoza. En el interior, en la tercera capilla
derecha, un cuadro de buen tamaño, de Francisco Preciado de la Vega, pintor de cámara
de Carlos III, muestra la aparición a Santiago de la Virgen del Pilar, a la que
reverencia el valenciano san Vicente Ferrer.
Montserrat y la Casa
de Aragón
El segmento más necio del nacionalismo catalán, que tiene más
seguidores esta temporada, ha convertido a la última rama de la Casa de Aragón,
titular de la Corona desde el Compromiso de Caspe (1410), en algo ajeno y
detestable. Resulta que los llamados Trastámara, encabezados por el hijo de una
princesa de Aragón -y, por lo tanto, nieto de Pedro IV el Ceremonioso-, son
reducidos a la 'vergonzosa' condición de castellanos. Estos 'extranjeros'
fueron grandes devotos de la 'Moreneta', empezando por el primero, Fernando el de
Antequera, y concluyendo con su tataranieto, Carlos I, y el hijo de este,
Felipe II. Se cuenta de ambos que se fueron de este mundo con un cirio
montserratense entre las manos. Felipe II invirtió una fortuna en despejar el
acceso al monasterio, tan favorecido por su padre y su bisabuelo.
Fue uno de estos reyes de Aragón tan denostados quien hizo
de Montserrat un lugar de importancia mayor. No había allí sino ermitaños
aislados y escasos, de forma que no se correspondía la devoción de las gentes
con la materialidad del santuario. Para constituir una abadía, se precisaba una
docena de monjes, como mínimo. El rey los hizo llegar de Valladolid. Así empezó
la prosperidad material de ese centro religioso, por el que sienten tanta inclinación
quienes usan el significado sentimental del fenómeno en provecho de sus tesis políticas.
El rey que tal hizo en 1493 fue el aragonés Fernando el Católico, V de Castilla
y II de Aragón.
Virolai para
españoles
El lay es una canción medieval francesa ('laid', en gaélico,
'Leicb', en alemán). Si requería repetir ('virar') un verso o un paso de danza,
era un 'virelay'. Los lais decían historias -del rey Arturo, de Carlomagno, de
los antiguos romanos- o frases amorosas, con tiernas expresiones como «ni vos
sin mi, ni yo sin vos» y cosas así. Hoy, el virolai más famoso es un canto a la
Virgen de Montserrat. Tiene letra de 'mosén Cinto' -Jacinto Verdaguer- y música
de Josep Rodoreda, que ganó el concurso para el 'Birolay' (sic) oficial en
1880.
El nacionalismo catalán, omnívoro como todos -y hoy en fase bulímica-,
hace del Virolai y de Montserrat símbolos políticos exclusivistas. Pero lo que
Verdaguer escribió a la Mare de Déu de Montserrat fue un dulce requiebro: «Deis
catalans sempre sereu Princesa, deIs espanyols Estrella d'Orient». Y, en un
segundo poema, le pidió que abrigase a España, su reino amado, bajo el ala, como
a un nidito: «Abrigau a tota Espanya, lo regne de vostre amor, cam un niuet
sota l'ala». Todo nacionalismo, por necesidad, es denodado fabricante de
recuerdos postizos, incluso religiosos. La receta contra este fuerte tósigo es
la información solvente.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia
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