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sábado, septiembre 28

Argán: el secreto está en las cabras


(Un texto de Icíar Ochoa de Olano en el Heraldo de Aragón del 1 de diciembre de 2018)

En el sur de Marruecos los chivos ramonean en los árboles de argán. Son un eslabón en la elaboración del cotizado aceite cosmético.

Si no hubiera un lugar en el mundo en el que la cabaña caprina volara, o en el que los pájaros estuvieran literalmente como cabras, o en el que los árboles dieran frutos místicamente cornudos, probablemente José Luis Cuerda se habría encargado de inventarlo. Pero existe. Con permiso de Vargas Llosa, la fiesta del chivo se celebra a diario en Marruecos. Allí, este animal vivaz e independiente, con cuyo sacrificio las culturas vetustas expiaban tradicionalmente sus culpas, está que se sube por los árboles. Ramonea en sus ramas. Es la belleza cabrita que exhibe el argán, el oro líquido que el sector de la cosmética ha encontrado en estos almendros endémicos del reino magrebí.

La 'Argania spinosa' crece en el suroeste marroquí, entre las villas costeras de Agadir y Esauira. En una lengua de terreno de 8.000 hectáreas se contabilizan 21 millones de ejemplares de esta especie de almendro. El clima allí es tan riguroso que en los momentos de ausencia total de humedad sus frutos se convierten en los únicos nutrientes para los bóvidos. Aunque es bien conocida su pericia escaladora, el camino hasta las copas no es iniciativa suya. Se lo muestran lo bereberes cuando aún son crías. Incluso podan los árboles para que su acceso les resulte más fácil. Humanos y rumiantes se benefician de esta insólita conquista. Las cabras se ocupan de ingerir las almendras y de disolver con sus jugos gástricos la dura capa elástica que cubre las cáscaras. Cuando las defecan, sus dueños las recuperan para extraer las semillas y, a continuación, tostarlas, machacarlas y prensarlas hasta extraer la última gota de su cotizado aceite. Los cuadrúpedos regurgitan los frutos de mayor tamaño diseminando así las semillas de este árbol salvaje, capital para frenar la erosión que el viento y el agua ocasionan en la zona -de ahí que la Unesco declarara esos bosques Reserva de la Biosfera en 1998- y también para sacar a su población femenina del agujero del analfabetismo y la pobreza.

El elixir que se esconde detrás de la estampa acrobática que hipnotiza a los turistas se ha convertido en los últimos años en un preciado elemento de la industria cosmética por su alto poder nutritivo y antioxidante. Se utiliza en cremas para la piel y, sobre todo, es muy valorado por sus beneficios para el cabello, al que proporciona luminosidad e hidratación. Grandes multinacionales, como la francesa Kérastase, elaboran gamas enteras con este ingrediente como protagonista estelar.

Pero no siempre fue así. Durante mucho tiempo, este tesoro dorado, que en la actualidad da trabajo a dos millones de personas en empleos directos o indirectos en Marruecos, fue un desconocido para los propios locales. Solo las bereberes sabían cómo elaborarlo y lo utilizaban para la piel, el pelo y la cocina. La extracción artesanal es lenta y penosa. Para conseguir un solo litro tenían que invertir veinte horas de trabajo y las mujeres no solían recibir ningún beneficio a cambio, dado que los hombres se encargaban de venderlo en mercados locales. La tradición y los almendros empezaron a perderse casi al unísono. Durante la Segunda Guerra Mundial, la mitad de los bosques de argán se talaron para obtener combustible y en las décadas posteriores se cortaron aún más ejemplares para extender los campos de cultivo. 

Hace un par de décadas, la investigadora y profesora de Química de la Universidad Mohamed V de Rabat Zoubida Charrouf se ocupó de lanzar la alarma para detener el desastre ecológico, proporcionar una base científica al secreto de belleza y culinario de los bereberes, y lanzar un proyecto económico que ha alumbrado desde entonces hasta trescientas cooperativas femeninas dedicadas a la producción de aceite de argán. En 1996, cuando la académica echó a andar la primera, Marruecos solo exportaba cien litros de este producto al año para su uso gastronómico, a tres euros por litro. Hoy vende más de 1.200 toneladas a unos 25 euros por litro.

No solo las arcas del país norteafricano se han beneficiado del 'boom' del argán, hasta el punto de que el Gobierno se ha comprometido a reforestar 200.000 hectáreas antes de 2025. Miles de mujeres berebeberes han logrado dignificar sus vidas -el analfabetismo femenino ha pasado en veinte años del 95% al 50% en la zona-, ganar un salario estable y escolarizar a todos sus hijos.

El elixir

Propiedades
El aceite de argán es el que más concentración de vitamina E tiene y posee tres veces más omega 6 que el de oliva.

Uso
Cosmético, por su alto poder nutritivo y antioxidante -en especial para el cabello, al que proporciona luminosidad e hidratación-, y culinario.

Elaboración
Para producir un litro son precisos 30 kilogramos de frutos y 20 horas de trabajo si se hace de forma artesana.

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