Rue Montorgueil, no es una calle cualquiera
(Un texto de Use Lahoz en El País semanal del 29 de octubre de 2017)
Comerciantes y vecinos se manifiestan ante la inminente apertura
de un McDonald's en la histórica Rue parisiense de Montorgueil.
Cualquiera que haya paseado por la Rue Montorgueil de París habrá podido
constatar que no es una calle cualquiera. No solo abunda una exquisita
arquitectura medieval y alguna joya modernista, sino también comercios
centenarios y terrazas chic donde el café clope de las cinco se enlaza
con la happy hour de las siete. Aquí, por el lado de la iglesia de Saint
Eustache, está L'Escargot Montorgueil, uno de los restaurantes de caracoles más
deliciosos del mundo, abierto desde 1832. Superado el café Étienne Marcel también
se sitúa la Maison Stohrer, que lleva haciendo pasteles y baba au rhum desde
1730, la fromagerie La Fermette o el Palacio de la Fruta.
Pues bien, después de siete años de intento y dos juicios perdidos
contra la alcaldía, McDonald's ha conseguido por fin emprender la apertura de uno
de sus restaurantes de comida rápida en la esquina con la Rue Reamour. Los comerciantes
de Montorgueil llevan varios domingos manifestándose. Sienten que el orgullo de
su nombre (la traducción literal es monte orgullo) está herido por la voraz glotonería
de la globalización. En breve veremos anuncios de promociones de bigmacsy, una
vez más, no pasará nada. Poco importará que esta calle fuera inmortalizada en 1878
por Claude Monet en su memorable La rue Montorgueil, expuesto en el Museo
de Orsay; ni que tenga un significado especial para el colectivo LGTB porque
aquí fueron detenidos Bruno Lenoir y Jean Diot, últimos condenados por cometer el
delito de la homosexualidad, y posteriormente quemados en la Place de Grève en
1750; ni siquiera que durante siglos haya sido un espacio urbano dedicado a preservar
las buenas enseñanzas de la mesa. La historia no cuenta.
El colectivo anti malbouffe (anti mala comida) se ha puesto
las pilas y se prevén más concentraciones. Me encuentro a Tanguy, uno de sus
miembros, colgando un póster reivindicativo: "Es un riesgo real para la salud
de los niños y los adolescentes del barrio, está casi enfrente de una escuela y
de otros seis establecimientos escolares. Además, es una amenaza para la
diversidad comercial de la calle”. El proyecto es gigante: más de 500 metros cuadrados,
tres pisos, 160 plazas, ¡abierto los siete días de la semana hasta la
medianoche! "Símbolo de la comida basura en el corazón de un barrio
histórico", "un insulto a la belleza de nuestro barrio", son algunas
de las frases que se leen en los carteles.
Quedo aquí con Diego, vecino de la zona, para comer. Mientras debatimos
entre griego o sushi descubro un panel y leo: "Insigne lugar para
la gastronomía y el comercio de la alimentación desde el siglo XIII, esta calle
marcaba el ritmo de la marea de los puertos del norte. En el número 59 se levantó
el restaurante Au Rocher de Cancale, inmortalizado en La comedía humana, célebre
por su marisco y por acoger a Balzac, Dumas, etcétera". Nos sentamos ante
una bandeja de sushi y le escucho: "Los Gobiernos privilegian a las
grandes corporaciones, que saben que insistiendo consiguen sus propósitos. Si
se permite esto en esta calle, apaga y vámonos". Y eso es lo que hacemos: pagamos
y au revoir.
Etiquetas: Pensamientos varios
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