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jueves, mayo 27

Dalton Trumbo, el gran represaliado

 (Un texto de J.M. en la revista Tiempo de Hoy del 2 de octubre de 2015)

Película y novela sobre Dalton Trumbo, uno de los grandes guionistas de la historia, represaliado por Hollywood.

La caza de brujas de Hollywood tomaba su nombre de los juicios por brujería seguidos en Salem (Massachusetts) en 1692, que llevaron a la horca a 19 personas y condenaron a la lapidación a la única que no emitió declaración alguna. Del mismo o parecido modo, la inquisición desatada en el Hollywood de 1947 por el senador por Wisconsin Joseph Raymond McCarthy fue uno de los daños colaterales de la Guerra Fría. Consecuencia del anticomunismo exacerbado de la época, sembró tal clima de desconfianza en la alegre colonia del cine que puso fin a ese clasicismo de la pantalla estadounidense que todavía se admira.

Emplazados por el Comité de Actividades Antiestadounidenses -que curiosamente era una comisión del Congreso presidida por J. Parnell Thomas, pese a estar impulsada por el delirio de un senador-, los actores y cineastas se veían obligados a contestar a los alguaciles de McCarthy sobre su supuesta pertenencia al Partido Comunista y sobre la penetración del comunismo en Hollywood. Quienes colaboraban debidamente con los inquisidores eran aplaudidos por su patriotismo y podían seguir trabajando como hasta entonces. Ahora bien: quienes, acogiéndose a la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense -que, entre otras cosas, prohíbe cualquier ley que vulnere la libertad de expresión-, decidían permanecer en silencio, eran acusados de obstrucción a la investigación y encarcelados. En el mejor de los casos, pasaban a engrosar la llamada lista negra y nadie volvía a darles trabajo. "La izquierda se traicionó entonces a sí misma por defender sus piscinas en Beverly Hills", recordaría Orson Welles al cabo de los años.

Dalton Trumbo, uno de los mejores guionistas del Hollywood de posguerra, prefirió la prisión a la piscina. Vuelve a estar de actualidad estos días por el inminente estreno del biopic que le ha dedicado Jay Roach y la publicación por parte de la editorial Navona del libro de Bruce Cook en el que dicha película está basada. Aunque a partir de 1951 sería denunciado como comunista por varios compañeros -el realizador Frank Tutle, por poner un ejemplo, le delató el 24 de mayo de aquel año- al Comité no le hizo falta ninguna acusación para convocarle. La más célebre novela de Trumbo, Johnny cogió su fusil (1939), hoy todo un clásico de la literatura pacifista, fue objeto durante la guerra de una edición seriada en el Daily Worker, órgano del Partido Comunista estadounidense. Aquello bastó para que el escritor fuese citado por los alguaciles de la inquisición maccarthista. Autor asimismo del libreto de Treinta segundos sobre Tokio (Mervyn LeRoy, 1944), el patriotismo de esta cinta -versaba sobre el primer bombardeo estadounidense en suelo japonés tras Pearl Harbor- no impidió que Trumbo fuese emplazado el 28 de octubre de 1947. Frente a los inquisidores, ni afirmó ni negó ser miembro del Partido Comunista. Convertido en uno de los Diez de Hollywood, aquellos guionistas y realizadores acusados de obstrucción al Congreso, permaneció once meses en prisión.

Al ser puesto en libertad se exilió en México. Como la industria precisaba de sus trabajos, volvió a escribir, aunque no podía firmar sus libretos y cobraba mucho menos. Así llegaron los guiones de Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953) que le valió un Oscar que no pudo recoger. Idéntico fue el caso de El bravo (Irving Rapper, 1956), cuando se llamó al escenario, para entregarle el Oscar, a un tal Robert Rich. No subió nadie. Era un seudónimo de Trumbo. Solo el empeño de Kirk Douglas consiguió que le permitiesen firmar el guión de Espartaco (Stanley Kubrick, 1960). Fue entonces cuando se dio por terminada la inquisición maccarthista. En el 71, él mismo adaptó a la pantalla Johnny… En los años siguientes, la Academia le reconoció las estatuillas que le había negado.

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