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sábado, mayo 22

La Santa Capilla cumple 250 años como emblema artístico del culto a la Virgen

 (Un artículo de Mariano García en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2015)

Se inauguró el 12 de octubre de 1765 con una ceremonia en la que se cantó una misa de Nebra.

Para el historiador del arte Arturo Ansón, «es una de las diez mejores obras del barroco europeo».

[El 12 de octubre de] hace 250 años, y a los sones de una misa que el aragonés José de Nebra mandó desde Madrid, se inauguraba y consagraba la nueva Santa Capilla del Pilar. El templete barroco que Ventura Rodríguez construyó en el interior de la basílica entre 1750 y 1765 para realzar la columna sobre la que, según la tradición, se apareció la Virgen, se convirtió de inmediato en el elemento central del templo. Hoy, la Santa Capilla es una de las obras maestras del barroco español y europeo. «Es una joya artística que pasa inadvertida incluso para muchos zaragozanos», asegura el arquitecto Ricardo Usón, autor del libro ‘La intervención de Ventura Rodríguez en el Pilar: la Santa Capilla'. «Hay elementos y edificios de la ciudad, como el cimborrio de la Seo o el propio exterior del Pilar, que son ya emblemáticos. La Santa Capilla debería serlo también pero tenemos que 'redescubrirla'».

En la Edad Media, la Santa Capilla donde se rendía culto a la columna estaba en el claustro románico anejo a la iglesia de Santa María. Y, desde principios del siglo XV y hasta bien entrado el XVIII, fue un edificio pequeño y sin ventanas, iluminado solo por las velas. La sala medía alrededor de 12,8 por 6,6 metros, y a ella se accedía o a través del claustro o por una pequeña puerta abierta en el muro.

El templo, que había sido objeto de sucesivos proyectos de ampliación, tenía pendiente de resolución la Santa Capilla, ya que se quería mantener la columna en el lugar donde siempre había estado. «Se había quedado absolutamente desfasada, en dimensiones y ornamentación, con lo que se había construido a su alrededor, un templo enorme -señala Usón-. Así que se decidió construir un edificio dentro de otro, y Ventura Rodríguez tuvo que resolver todos los problemas arquitectónicos que se le planteaban».

Tras varios proyectos fallidos previos, el arquitecto real había sido enviado a Zaragoza para proponer una solución y sus planes fueron aprobados por Fernando VI en octubre de 1751. Tres años más tarde comenzaron los trabajos, bajo la dirección de obras de José Ramírez de Arellano. En 1762 las obras se dieron por concluidas, y en los tres años siguientes se trabajó en la decoración escultórica. En las fiestas del Pilar de 1765, Luis García Mañero, que acaba de asumir el arzobispado de Zaragoza, consagró la nueva Santa Capilla.

Los materiales más ricos

Es, ya se ha dicho, un templo dentro de otro templo. «Ventura Rodríguez hizo edificios muy importantes, pero este fue quizá su mayor reto. Estuvo pendiente del más mínimo de los detalles, de la selección de todos los materiales, de la marcha de los trabajos. Quedó muy satisfecho y tuvo mucho éxito», concluye Usón.

En el interior destacan tres elementos: el Camarín de la Virgen, el corazón del templo, está en un lateral; en relación con la Virgen, dos grupos escultóricos, uno que representa la Venida de la Virgen y otro en el que se plasman el apóstol Santiago y los Convertidos. González Velázquez decoró la cúpula y en el exterior destaca una rica ornamentación.

El historiador del arte Arturo Ansón, autor junto a Belén Boloqui de un estudio sobre la Santa Capilla, es rotundo a la hora de hablar de la obra. «Se puede poner a la altura de las ocho o diez mejores producciones del barroco europeo -asegura-, sobre todo del barroco clasicista. Ventura Rodríguez hizo allí la gran obra de su vida. Estudió todo al detalle y corrigió cosas que visualmente podían quedar descompensadas. Lo más importante, a mi juicio, es que en la Santa Capilla se integran a la perfección todas las artes: arquitectura, escultura y pintura».

El arquitecto empleó los mejores materiales de la época en todo el conjunto: jaspe de Ricla en los zócalos, de Tortosa en las columnas y pilastras, mármol amarillo de La Puebla de Albortón en los pedestales, bronce en basas y capiteles, mármol verde de Granada en el camarín de la Virgen y mármol de Carrara en las principales esculturas. «En la Santa Capilla se cumple, mejor que en otros sitios, el principio vitrubiano de 'firmitas, utilitas y venustas', 'firmeza, utilidad y belleza' -señala Ansón-. Los mejores artistas de la Corte trabajaron en Zaragoza y eso hace que existan distintas maneras de ver la Santa Capilla, donde Ventura Rodríguez aplicó el número áureo para lograr la perfección de sus proporciones.

Hay una cosa muy importante, además, y es que la Santa Capilla fue un proyecto de España entera, ya que se recogieron donativos fuera de Aragón, e incluso en los virreinatos de Perú y Nueva España. Fue un símbolo de la universalización del culto a la Virgen del Pilar».

Arquitectos, escultores y obispos al servicio de una idea común

El entendimiento entre ocho personajes fue clave en la construcción y ornamentación del templete.

La historia de la Santa Capilla es, también, la de los personajes que la hicieron posible. Ocho son muy importantes.

• Ventura Rodríguez. Nacido en Ciempozuelos en 1717 y fallecido en Madrid en 1785, está considerado, junto a Juan de Villanueva, el mejor arquitecto español del siglo XVIII. Hijo de un maestro de obras, empezó a destacar muy pronto gracias a su facilidad para el oficio -fue segundo aparejador de las obras del Palacio Real de Madrid-. Estudiando las estampas que llegaban de Italia, conoció la arquitectura de Bernini y Borromini. En 1749 Fernando VI eligió su proyecto para la construcción de la capilla del Palacio Real de Madrid, prefiriéndolo al de su maestro, Sacchetti. En 1752 fue nombrado director de los estudios de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Ocho años más tarde le encargaron la remodelación de la Santa Capilla del Pilar, en aquel tiempo controvertida porque los arquitectos no llegaban a convencer con sus proyectos al Cabildo. La diseñó en una transición del barroco (exterior) al neoclásico (interior). Fue su obra más aplaudida, y seguramente también de la que quedó más satisfecho, porque ya casi con 70 años, cuando posó para que Goya le hiciera un retrato, quiso que le plasmara con los planos de la Santa Capilla en la mano. Destacó en la arquitectura civil (suyo es, entre otros muchos, el palacio de Liria), el urbanismo (plaza mayor de Ávila) y la arquitectura religiosa (fachada de la catedral de Pamplona e iglesia del monasterio de Silos, entre otros).

• José Ramírez de Arellano. Nacido en Baelis, Huesca, hacia 1705 fue director adjunto de las obras. Arquitecto y escultor, entre 1754 y 1762 modeló y esculpió los relieves que decoran el frente en el que se encuentra la Virgen. Escultor de transición entre el barroco y el neoclásico, decoró también la iglesia de las Escuelas Pías de Zaragoza y realizó los retablos de la capilla de San Jerónimo de la catedral de Huesca y de la iglesia de Santa Isabel de Portugal de Zaragoza.

• Carlos Salas. Nacido en Barcelona en 1728, fue uno de los grandes artífices de la decoración de la Santa Capilla. Esculpió en mármol de Carrara buena parte de las obras que enriquecen el interior. También trabajó en la catedral de Huesca y en el panteón real de San Juan de la Peña. Falleció en 1780.

• Francisco Ignacio Añoa. Nacido en Viana en 1648, fue obispo de Pamplona antes de llegar a la archidiócesis de Zaragoza (1742). Fue el principal promotor de la Santa Capilla, aunque falleció el 22 de febrero de 1764, sin poder verla terminada.

• Luis García Mañero. Fue el arzobispo que bendijo la Santa Capilla tras culminarse las obras. Nacido en 1703 en Sotillo de la Ribera (Burgos), a los 56 años recibió su primer nombramiento importante (Obispo de Tortosa). En 1764 fue nombrado arzobispo de Zaragoza, ciudad donde dejó huella en diversos aspectos de la vida social y religiosa de la ciudad. Contribuyó, por ejemplo, a apaciguar el Motín del Pan de 1766.

• Fernando VI. El monarca (1713-1759) ordenó la construcción de la Santa Capilla en 1754. Fue el responsable del nombramiento de Ventura Rodríguez y la Corte contribuyó económicamente a las obras.

• Julián Yarza Ceballos. El arquitecto aragonés (1718-1772) fue responsable, entre otros proyectos, de las obras de la Casa de Misericordia junto a Miguel Sanclemente. Con Ramírez de Arellano se ocupó del templete-baldaquino de la Santa Capilla.

• Antonio González Velázquez. Nacido en el seno de una familia de artistas, destacó muy pronto como dibujante y pintor. Trabajó en la decoración de la bóveda y cúpula de la iglesia del Convento de las Salesas Reales (Madrid), en los frescos de la iglesia de Santa Trinitá degli Spagnoli en Roma, la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid y la cúpula sobre la Santa Capilla del Pilar. Nombrado pintor de Corte en 1757, participó también en la decoración del Palacio Real de Madrid.

«Cabalgatas, mojigangas y comedias»

Según aseguraba Anselmo Gascón y Gotor en su 'Guía del peregrino del Pilar' (1942), el día de la inauguración de la Santa Capilla «...se decoró la carrera que había de seguir la procesión del 12 de octubre con arcos de triunfo, altares y follajes; cubrieron la fachada de algunos edificios con tapices bordados, en los balcones fueron colgados paños, espejos de gran tamaño, cornucopias, arañas de cristal, pusieron imágenes del Pilar de plata, blandones, carteles con poesías, se quemaron fuegos de artificio, hubo cabalgatas, mojigangas y comedias, se inauguró la plaza de toros que la dirigió el canónigo Pignatelli. Tal edificio se principió el siete de mayo y quedó terminado a fines de septiembre de 1764, costó 34.000 libras jaquesas y con planta circular que mide 110 varas. En la corrida inaugural se lidiaron dieciséis toros. En la procesión de la Virgen se llevaron en andas cuarenta imágenes de plata, entre estatuas y bustos, asistió todo el clero parroquial, lleváronse veintidós cruces de plata parroquiales y tres conventuales. Concurrieron asilados, religiosos, hermandades, gremios con bandera, pífano y tambor, corporaciones civiles y mi-litares, timbaleros, maceros, alguaciles y los gigantes y gigantillos».

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