Monasterios, arquitectura útil y funcional
(Artículo escrito por Ricardo Centellas Salamero en el Heraldo de Aragón del 6 de abril de 2017)
Estos recintos del reino y la corona de Aragón han pasado de la ruina a su paulatina recuperación y restauración.
El monacato es una expresión religiosa presente en credos tan diferentes y distantes como el cristiano y el budista pasando por la fe islámica. Un monasterio cristiano semeja una microciudad ideal dedicada a la oración («Ora y trabaja» de la regla de san Benito) convertida en un centro de poder espiritual y temporal. En la Península, desde la Edad Media hasta la quiebra absoluta del Antiguo Régimen en la época liberal, el monasterio fue una unidad vital en la organización política, administrativa y económica.
El monacato benedictino y luego el cisterciense desempañaron un papel principal en la historia del reino y de la Corona de Aragón, primero como un sistema político y económico de afianzamiento de la frontera y de la repoblación cristianas, luego como una fuente permanente de consejo espiritual y político del monarca. No fueron menos importantes en la Baja Edad Media los conventos de las órdenes mendicantes y militares, y, posteriormente, el movimiento cartujano.
La vida de las formas. El monasterio cristiano occidental constituye por sí mismo una tipología especializada dentro de la historia de la arquitectura. El reino y la Corona de Aragón poseen algunos de los más importantes y bellos ejemplos de este tipo de arquitectura protegidos todos ellos por la máxima figura legal española, la declaración de Bien de Interés Cultural, ampliada en algunos casos como el de Santa María de Poblet (Tarragona) con el reconocimiento en 1991, de Bien Cultural del Patrimonio de la Humanidad otorgado por la Unesco.
Los cambios políticos, sociales y económicos en la Edad Contemporánea motivaron la ruina paulatina de los principales edificios monacales y conventuales no sólo en Aragón sino del resto de la Península y de Europa. Las diversas exclaustraciones (en España fue la más importante la Desamortización de 1834), la pérdida del poder económico y político, y el proceso creciente e imparable de secularización cultural de la sociedad fueron algunas de las importantes razones que influyeron en dicha ruina.
Solo la influencia del movimiento cultural romántico que fijó una parte de sus intereses en la historia y la cultura de la Edad Media suavizó el profundo golpe infligido al patrimonio cultural español. En Aragón, son ejemplares los casos de la compra particular de Federico Muntadas del monasterio de Piedra que convirtió en un vergel romántico de fama europea y la estancia en Veruela de los hermanos Bécquer, del que fue uno de los frutos fundamentales las cartas 'Desde mi celda' publicadas por entregas en el periódico 'El Contemporáneo', en 1864, por el poeta Gustavo Adolfo.
En los últimos cien años, con una intensidad desigual, el movimiento de ruina se ha frenado y ha invertido su marcha dirigiendo su nueva dirección hacia la protección legal, la conservación, la restauración y la 'devolución' del bien a la sociedad que lo construyó. El Gobierno de Aragón ha hecho esfuerzos considerables en los monasterios de San Juan de la Peña y de Rueda, entre otros grandes ejemplos señalables, lo mismo que la Diputación Provincial de Zaragoza en Veruela, la Diputación de Huesca en la cartuja de Las Fuentes y el ayuntamiento de Zaragoza en el convento de San Agustín (Centro de Historia); también hay que destacar la iniciativa privada (tan escasa en España) representada por el caso más que centenario de la familia Muntadas en Piedra (Nuévalos), uno de los destinos turísticos más importantes de España.
El monasterio representa uno de los estereotipos culturales que definen el patrimonio cultural europeo. Lo forman dos unidades arquitectónicas sustanciales y solidarias: la iglesia y el claustro abaciales. Este último es generador de unos espacios propios de uso monacal como la sala capitular, el refectorio, la cocina, el dormitorio, entre otros, que son un ejemplo de arquitectura racional y útil al mismo tiempo que bella, según el pensamiento estético medieval. Por desgracia, son muy pocos los casos en que el monasterio medieval ha llegado completo hasta la contemporaneidad constituyendo generalmente la iglesia la principal parte superviviente del conjunto, especialmente en los monasterios de fundación más antigua. Este es el caso, por ejemplo, de los cenobios medievales oscenses de Siresa, Iguacel, Santa Cruz de la Serós, Obarra o Sasabe.
Es de destacar el excelente grado de conservación de las tres abadías cistercienses masculinas fundacionales: Veruela, Rueda y Piedra; de estos conjuntos, la única gran pérdida destacable es la de la abacial de Piedra que se compensa a cambio con la conservación del pasillo dedicado a los conversos, una parte casi siempre destruida. Peor suerte corrieron, en general, los conventos de las órdenes mendicantes que por su carácter urbano han sido víctimas del desarrollo y de la especulación inmobiliaria de las ciudades que los albergaron. En Zaragoza, del convento de predicadores (dominicos) solo subsisten el dormitorio (actual capilla de la Casa de Amparo municipal) y el refectorio y cillas (Centro de Documentación del Agua y del Medio Ambiente).
Sin embargo, el caso más flagrante fue la destrucción después de la Guerra de la Independencia del conjunto del monasterio jerónimo de Santa Engracia (la orden que gobernó El Escorial filipino) del que hoy solo subsiste la fachada, la cripta y parte de una torre. El claustro de Belén en Lisboa proporciona un reflejo de lo que la piqueta se llevó en la capital del cierzo.
Etiquetas: Tradiciones varias
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home