Maño
(Las columnas de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 11 y 18 de octubre de 2015)
Según el Diccionario de la Real Academia, la palabra ‘maño' es un adjetivo (a veces sustantivo) que designa a un aragonés o a lo perteneciente o relativo a esta tierra, amén de utilizarse en nuestra comunidad como «expresión de cariño» y de sugerir la idea de 'grande, magno'. Convendremos todos que, además y por aquí, es interjección y muletilla polivalente que puede expresar sorpresa, incertidumbre, hastío... ¡Maño, maño…!
Juan J. Morales (1992) se percató de que en un documento inquisitorial, fechado en 1484 y custodiado en el Archivo Histórico Nacional, se hacía referencia cuna conversación entre unas mujeres de la zona de Teruel y Albarracín en la que ya se usa 'maña' como interjección que denota sentimiento: «¡Manya! así me ayude el Dio».
¿Cuál es el origen, el porqué de 'maño'? En 1952, el sabio Francisco Ynduráin publicó un artículo sobre el término, en el que descartaba la derivación desde ‘magnus' en sentido de grande («precisaría probar que ha nacido maño en oposición a chico»). Se inclinaba el lingüista por entroncar la génesis en el significado de ‘hermano', al tiempo que recordaba que, en los ambientes de nuestro Siglo de Oro, 'hermano' era una forma de tratamiento muy común que nada tenía que ver con el parentesco y sí con un cierto aprecio. De ahí derivaría 'maño', un vocablo cargado de afectividad. En la comedia clásica de ambiente aragonés 'La Joya de las montañas', a veces atribuida erróneamente a Tirso de Molina (1579-1648), ya aparece: «Pues toma aqueste pellizco / porque no me digas, maña, / que jamás te he dado cosa». De nuestro país, pasaría a América, donde ‘maño' se utilizaría como «voz de cariño», al igual que 'mano' y ‘manito'.
En aquel 1952, Ynduráin subrayaba: «No es cierto que el tratamiento se emplee en toda la región aragonesa, pues parece por mis informantes que es desusado en la mayor parte de la provincia de Huesca, especialmente en el centro y en el Norte, como tampoco se oye en la parte de Teruel. El empleo más habitual es en la provincia de Zaragoza y comarca del Bajo Aragón. Merece la pena notar que en algunas comarcas como las de Daroca, Valderrobres y Alcañiz, hasta Calanda, maño/a solo se dice al hermano o hermana mayor. Y en Fraga, maño equivale a guapo. En el resto de la región el tratamiento se emplea sin limitación, salvo que supone cierto grado de familiaridad y llaneza en el trato de quienes lo emplean».
En fin, en los años cincuenta en la partida caspolina de la Herradura aún se podía escuchar «mi maño mayor» para referirse a «mi hermano mayor», según me han contado en mi pueblo. Supongo que también «mi mañico» en relación al hermano pequeño.
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Procedencia geográfica, cariño, admiración, grandeza... todo, eso y más late en el significado de la palabra ‘maño'. A finales del siglo XV ya aparece como interjección en documentos referidos a Teruel y la serranía de Albarracín. La semana pasada les contaba que reconocidos especialistas descartan que el término pueda proceder de ‘magnus' y también me detenía en relatar cómo eruditos de talla se inclinan a asociarlo con el concepto 'hermano'.
Durante el siglo XIX y en la segunda mitad del siglo XX, la facilidad de comunicación impulsó que, poco a poco, en todo Aragón el uso de la palabra ‘maño' se generalizase y también que se fuesen compartiendo todos sus variados significados. No siempre ha sido así, porque la bibliografía que manejo señala que, antaño, este adjetivo se escuchaba más en el entorno rural, especialmente en zonas de Zaragoza y del Bajo Aragón. Por cierto, Andolz comenta en su popular diccionario (1977): «En Huesca solo llaman maños a los naturales de Zaragoza capital cuando se habla de ellos con simpatía. Si no -y es lo más frecuente- se les dice cheposos».
¿La etimología? Hace un cuarto de siglo, la profesora Elena Pezzi, especializada en la Edad Media, exponía una hipótesis tan llamativa como novedosa sobre la génesis del vocablo ‘maño', que hace derivar del vocablo árabe ‘ma'nuw' (dicho en alta voz: ‘magnu' o ‘mannu'), que podría traducirse como «cautivado, sometido, humillado». Pezzi concluye: «Creo, sinceramente, que ‘maño' fue el calificativo que quedó entre los mudéjares aragoneses para designarse entre ellos afectivamente, como compañeros de cautividad, hermanos de infortunio, miembros de un pueblo sometido. Más adelante, cuando la fusión étnica y religiosa borró esta discriminación, ‘maño' designó al hombre del pueblo, en general, sin resentimientos de origen, pero conservando el carácter afectivo de hermandad que debió de tener en su primer momento».
Que yo conozca, la catedrática Martín Zorraquino ha sido la última autoridad en reflexionar «sobre las formas maño(s), maña(s), ¡maño!» (2002). No llegó a conclusiones definitivas en torno al uso y etimología, quizá porque nunca se podrá llegar. En su trabajo he subrayado, entre otros muchos, este párrafo: «En el XVIII, es notable, sobre todo, la ausencia de las formas que nos ocupan en un epistolario como el de Goya, tan lleno de espontaneidad y tan rico en formas apelativas de la más diversa condición: en efecto, el genial pintor de Fuendetodos, educado en Zaragoza, utiliza chiquio, chico, amigo, guitonaz, zanganaz, ciruelo, lizanero, borde de mierda, etc., pero ni una sola vez emplea maño. También ha de subrayarse la ausencia de la voz en el Pedro Saputo de Braulio Foz».
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