A las andadas
(La columna de Guillermo Fatás en el Heraldo de Aragón del 15 de noviembre de 2015)
Es inevitable recordarlo porque han vuelto a las andadas. En abril de 1931, los monárquicos ganan las elecciones en el conjunto de España, pero la victoria republicana en las grandes ciudades es tan grande que el rey se siente repudiado y abandona el país. En las urbes mayores, las instituciones cambian de manos. En Barcelona lo hacen inmediatamente y sin las formalidades que suelen perfeccionar la legitimidad de un cambio así. Los nuevos jefes tienen prisa. El día 13, los dos grandes dinosaurios de la política catalana, el conservador Cambó y el altisonante Maca, han mantenido una entrevista. El creador de la Lliga, arquetipo de la burguesía regional, teme que, si las cosas se hacen de modo rudo y desordenado, se hunda la peseta, con daño general. La respuesta del visionario Maciá corta cualquier debate: «Tant se m'en fot la pesseta!». No hay pacto posible y Cambó sale de viaje para Madrid, con la idea de limitar los daños.
Barcelona, 1931
Pero Francesc Maciá, 'el Avi' (el abuelo), ex teniente coronel de Ingenieros que en 1926 fue cabeza de una extravagante invasión armada de España (en la que hizo de capitán Araña, tras pedir sin lograrla ayuda ¡a la Rusia soviética!), no tiene en cuenta a otro personaje del momento, el azogado Lluís Companys, 'el Ocellet' (el pajarito), que no le ha consultado qué debe hacerse.
Companys, militante de Esquerra Republicana, ha citado a un grupo de afines en la plaza de San Jaime, lugar simbólico de la Ciudad Condal, donde, frente por frente, están el Ayuntamiento y la Generalidad (entonces, la Diputación provincial de Barcelona). El séquito ondea banderas tricolores españolas, pedidas a los lerrouxistas. Pagan a un violinista ciego para que toque La Marsellesa. Suben al despacho del alcalde. No está y se encaran con su teniente, un aturdido hombre de Cambó, que no sabe qué hacer. Un seguidor de Companys coge sin más el bastón de mando y se lo entrega: «Toma, que te lo has ganado». Con esas credenciales, el alcalde autodesignado, que ni siquiera ha sido el más votado, sale al balcón y proclama la República Española. El busto de Alfonso XIII sale por una ventana.
El 'Avi' y el 'Ocellet'
Pero los planes del ‘Ocellet' no coinciden con los del ‘Avi'. Por aquellos años, la idea de Companys es que «Viva Cataluña y viva España se deben hermanar y confundir». Maciá (71 años) disiente. Se considera con mayor autoridad moral e histórica que el alcalde sobrevenido (48). El exmilitar, largo tiempo defensor de la lucha armada y creador del micropartido Estat Catalá, había fundado, con otros dos grupos, la variopinta Esquerra Republicana, en la que también milita Campanys, pero con otra procedencia.
Maciá se enciende en cólera: no está dispuesto a ceder protagonismo a una 'españolada'. Se persona en el Ayuntamiento y se cruza con Companys en la escalera. Lo arrincona, lo coge por el cuello de la chaqueta y le mete un broncazo. Enric Vila, en su biografía de Companys, dice que este «aguanta la pedregada como una criatura arrepentida, con el labio caído, las cejas en alto y ojitos de inocente». Mutis. El impulsivo y autoritario Maciá sale al balcón y proclama el «Estado Catalán», sin más. Desde el edificio de enfrente repite la operación, invocando esta vez la «Federación de Pueblos Ibéricos», idea de visionario. Duró tres días.
Barcelona, 2015
Ahora, el aguerrido ‘condottiero' Artur Mas ha sido virtualmente agarrado por las solapas, como Companys en 1931, por una joven y feroz erinia. Anna González lo ha arrinconado. Cogido por el cuello, el altivo caudillo, olvidado el adulador consejo del astuto millonario Grifols, se ha arrugado. Es su condición. El jueves [anterior] llegó a ofrecer ser presidente solo diez meses y ceder su poder a tres comisarios. Si el voluble Companys, heroificado por su cruel muerte en 1940, no contó con las ínfulas de Maciá, Mas ha desdeñado la fría ‘rauxa' justiciera de los anarkos de la CUP, a quienes en el fondo se les da una higa de la República Catalana, del Reino de España y de la Unión Europea, temas accesorios en su ideario, porque el Estado, además de venirles muy grande, les cae francamente mal por sí mismo. Y en esas manos se ha puesto el 'hereu' de Pujol con toda su comitiva, a la que ya se va viendo corrida de vergüenza y amarilla de impotencia. No merecen, empero, compasión ni Mas ni servidores suyos tan de orden como MasColell, Gordó, Puig o Mascarell.
Lo apuntó Marx en 1851: «Hegel dice que los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, por así decir, dos veces. Olvidó añadir que una como tragedia y la otra como farsa». En el Parlament no hay grandes hechos, sino sucesos pintorescos de nuestra peor historia doméstica. Pero, ahora como en 1931, sí se repite la humillación que a Cataluña y España inflige de nuevo la incompetencia separatista.
Etiquetas: Cosas que hay que saber, Pequeñas historias de la Historia
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