(Un reportaje de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 9 de febrero de 2020)
Custodia las planchas y las estampas de Goya, organiza exposiciones,
acoge a investigadores de todo el mundo y sus máquinas siguen
estampando obras de arte. Pocas instituciones se pueden equiparar con
ella. Y, sin embargo, la Calcografía Nacional se conoce poco. Entramos
en ‘el Museo del Prado’ del grabado.
Si quiere usted un Goya original por 950 euros, quedan varios a la
venta: nueve al cierre de este reportaje. Sí, Goyas originales. Con
todas las garantías. Son estampas de su serie Tauromaquia.
Están impresas con las planchas surcadas por sus manos. Son las últimas,
no se van a estampar más. Las venden en la tienda de la Calcografía
Nacional, una institución española de prestigio mundial y, sin embargo,
poco conocida aquí. Está muy cerca de la Puerta del Sol, comparte sede
con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que desde 1932 se
responsabiliza de su dirección y mantenimiento.
Solo hay dos instituciones equiparables a nuestra Calcografía Nacional:
la del Museo del Louvre, en Francia, y L’Istituto Nazionale per la
Grafica de Italia. Las tres custodian las planchas (se llaman
‘matrices’) con las que se han realizado importantes grabados de la
historia del arte. Los franceses tienen las matrices de Van Dyck,
Matisse o Manet y los italianos, las de Mantegna o
Piranesi.
Ah, pero ellos no tienen a Goya: sus matrices y estampas son el
principal tesoro de nuestra Calcografía Nacional, ‘el Museo del Prado’
de los grabados. Nació en 1789, cuando se comenzaba a alegrar los textos
con ilustraciones que anticipaban la fotografía. Como las imprentas
eran caras, el conde de Floridablanca impulsó la creación de la
Calcografía Nacional como un anexo a la Imprenta Real. Se instalaron dos
tórculos (imprentas calcográficas) y se empezó a trabajar.
Un grabado no es una copia, es una obra de arte en sí misma. Es una de
las primeras cosas que quiere clarificar Juan Bordes, académico delegado
de la Calcografía Nacional: «La gente cree que el grabado es el
múltiple de una imagen. Y no es así. Una estampa siempre es un original,
una obra única. No es una reproducción, tiene calidades plásticas
microscópicas que no se consiguen ni con el dibujo ni con la pintura».
En la Calcografía Nacional se siguen haciendo grabados. El taller es el
reino de Javier Blázquez, estampador. En las repisas se alinean latas de
tinta Charbonnel. Es muy espesa; por eso, los estampadores trabajan
sobre choferetas, unas cajas metálicas con un hornillo dentro para
calentar la tinta, que se licúe y penetre mejor en los surcos.
La maquinaria tiene aspecto decimonónico. Pero esos tórculos con
rodillos que pesan toneladas ahora se mueven con tecnología moderna.
«Hacemos estampas con planchas históricas y también obras
contemporáneas», cuenta Javier Blázquez. Aquí se han hecho tiradas de
creaciones de Luis Gordillo y
Rafael Canogar,
entre otros. También imprimen las obras ganadoras del Certamen de
Jóvenes Creadores y del Premio Nacional de Grabado, que han merecido,
entre otros, Miquel Barceló, José María Sicilia o Cristina Iglesias. En
esta vetusta institución, «ahora se hace estampa digital en la que la
matriz es un archivo digital», cuenta Juan Bordes.
La joya de la corona son las
series de Goya: los 16 aguafuertes en los que copió obras de Velázquez, los Caprichos, los Desastres de la guerra, Tauromaquia, los Disparates y otras estampas legendarias como El agarrotado.
El pintor tiene allí una sala, el Gabinete Goya, donde se muestran de
modo permanente algunas de sus estampas con sus matrices
correspondientes. Este gabinete de paredes enmaderadas y atmósfera de
capilla es un pequeño museo «singular y único en el mundo -explica Juan
Bordes- porque es la primera vez que estas planchas han pasado de ser
consideradas material documental de archivo a exponerse como obras en sí
mismas».
Las 228 matrices de Goya se custodian en la caja fuerte, que guarda
unas 9000 planchas en total. Ahí está casi toda la creación de Goya como
grabador. Faltan solo cuatro planchas. «Íbamos a comprar las cuatro
matrices de los Disparates que nos faltan, pero el Louvre, que
era el segundo comprador, presionó al marchante Paul Prouté y se hizo
con ellas», cuenta -todavía dolido- Juan Bordes.
Las planchas
están protegidas en unas cajoneras especiales dentro de una estancia con
temperatura y nivel de humedad controlados. Desde 1983 está prohibido
que las matrices goyescas entren de nuevo en los tórculos. Para que no
se estropeen. Antes de esa fecha no había límite y se estampaba hasta
que la plancha se desgastaba.
Por supuesto, en la Calcografía
Nacional también se custodian estampas, más de 30.000, la cifra no es
exacta porque, como explica Pilar García Sepúlveda -responsable del
Archivo de Estampas y Exposiciones-, «estamos inventariando la donación
del coleccionista Antonio Correa». Los ayudan profesionales de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero, aun así, los cuatro
trabajadores exclusivos de la Calcografía Nacional tienen mucho que
hacer: inventariar, estampar, atender a los investigadores que acuden a
estudiar sus fondos o a consultar los 200 dibujos preparatorios de su
archivo, o su biblioteca de 8000 libros técnicos. «Ni el Louvre tiene un
stock de esta categoría», proclama Juan Bordes.
También se ocupan de las exposiciones. Este año prestan a 17 muestras. Y organizan las propias. En mayo arranca Peces de los mares de España,
con los dibujos, del siglo XVIII, de Antonio Sáñez Reguart. Además,
organizan exposiciones itinerantes junto con el Instituto Cervantes,
como Los Desastres y la fotografía de guerra, que ha viajado por medio mundo. Ahora cuelgan de sus salas obras de Luis Feito y está de gira Goya fisonomista,
con paradas en Burdeos, Argel, Praga… «Es una exposición pionera:
relaciona a Goya con los tratados de fisonomía de su época», dice Juan
Bordes.
El académico no disimula su entusiasmo. «Me siento como el
secretario de Goya en la Tierra. Porque es en el grabado donde Goya se
quiere comunicar con el pueblo. No está mediatizado por el encargo; es
el Goya auténtico, el más fantasioso y surrealista, el Goya que más
influencia ejerce sobre el arte moderno», proclama.
Si quiere una de sus estampas, puede comprarla en la tienda de la
Calcografía. También hay allí un Fortuny por mil euros y varios grabados
del siglo XIX en el papel original por 200 y 300 euros… Dan salida así a
obras que en su momento fueron un fracaso editorial.
Goya comenzó a realizar grabados para difundir el patrimonio artístico español, la Calcografía Nacional continúa esta labor.
Un arte muy complejo
Hay varios tipos de grabados. Las técnicas se clasifican según los
materiales y los medios empleados. En las xilografías, las matrices son
de madera; en las litografías (inventadas en 1796) son de piedra o de
metal. En el aguafuerte, por ejemplo, la plancha de metal se embadurna
con betún de Judea y cera de abeja. Cuando se seca, se dibuja con un
punzón; luego se sumerge la plancha en una solución de ácido nítrico y
agua que corroe la plancha donde se ha retirado el barniz y así se va
grabando la placa. Muchos grabados son fruto de la combinación de varias
técnicas.
Notas:
En el taller de la Calcografía Nacional donde se realizan estampaciones
con matrices antiguas y se reciben encargos de artistas contemporáneos.
También hay un taller digital.
En la Calcografía Nacional se estamparon vales reales, antecedentes de los billetes.
Las xilografías se realizan con planchas (matrices) de madera. Hasta 9000 placas se custodian en la caja fuerte de la
Calcografía Nacional. En el archivo hay más de 30.000 estampas.
La tinta la compran en Francia, de la marca Charbonnel, una
firma centenaria. Es muy espesa, hay que calentarla (se hace en las
choferetas, unas mesas especiales) para que se licue y penetre mejor.
Etiquetas: Culturilla general
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