¿Quién mató -de verdad- a Rasputín?
(Reportaje escrito por Carmen Posadas en el XLSemanal del 24 de febrero de 2013)
Carmen Posadas, durante la elaboración de su novela “El testigo invisible” sobre la dinastía Romanov, se topó con documentos recién desclasificados en relación con el asesinato de Rasputín. Entre las revelaciones de esos archivos aparece la vinculación de los servicios secretos británicos en la muerte del llamado ‘Monje loco’. Ésta es la historia.
«Moriréis a manos del pueblo. Mi muerte se replicará en la vuestra como los círculos concéntricos que produce una piedra al caer en las aguas de un estanque». Así, de forma tan poética, vaticinó Rasputín el atroz fusilamiento de Nicolás II y toda su familia en una carta enviada al zar.
El apodado monje loco escribió estas palabras días antes de su muerte. Sin embargo, esas mismas dotes adivinatorias le sirvieron de poco para profetizar y anticiparse a la ferocidad de su propio asesinato.
Fue el suyo un crimen mucho más rocambolesco de lo que se creía hasta ahora, aunque igual de cruel. Con detalles que parecen sacados del guion de un thriller con tintes de opereta y en el que, a través de documentos recientemente desclasificados, sabemos con certeza que participó un espía británico llamado Oswald Rayner.
De hecho, los asesinos materiales resultaron ser inoperantes y este agente inglés fue el encargado de dar el tiro de gracia al cadáver del místico ruso.
Esta nueva versión del trágico final de Rasputín encuentra una explicación lógica. Por lo visto, un par de años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, Inglaterra tenía ya sospechas de que los alemanes, y en concreto el káiser, aguardaban solo una buena excusa para embarcarse en una gran confrontación bélica que les permitiera realizar un sueño: ponerse a la par de Francia y Gran Bretaña en influencia política y, sobre todo, en expansión territorial y colonial. Para averiguar cuáles eran las intenciones de Alemania y saber cómo se estaba preparando para la ofensiva, se creó en Londres —con el beneplácito del primer ministro Herbert Henry Asquith y posiblemente también del rey Jorge V— el entonces llamado Buró de Servicios Secretos, que tenía por finalidad «recoger información que protegiera los intereses de Gran Bretaña por cualquier medio, incluso el asesinato» (sic). De ahí que tutelaran una conspiración para asesinar a Rasputín, quien ejercía una notable influencia sobre la zarina y que siempre se opuso a la participación en la contienda. Algo que, por otro lado, ayudaba a propalar la creencia de que se trataba de un agente alemán.
¿Pero quién era realmente Rasputín y cómo fue asesinado? Grigori Yefimovich nació en la Siberia occidental aproximadamente en 1872. Llevaba en su juventud la vida típica de un campesino siberiano hasta que sufrió su 'conversión'. Se convirtió en un staret (o 'santón') más de los muchos que se hicieron populares en la Rusia de aquella época. Nada se conocería de él a no ser porque, creyéndose con poderes especiales, llegó a San Petersburgo con fama de obrador de milagros y logró curar —aparentemente a través de sesiones de hipnosis— de hemofilia al zarevich Alexis.
A partir de entonces, Rasputín se convertiría en el protegido de la emperatriz Alexandra. Llegó a detentar tanto poder dentro del palacio de los zares que prácticamente no había decisión que no pasase por su juicio. La aristocracia rusa no veía con buenos ojos la presencia de aquel hijo de campesinos analfabetos, que se jactaba de no lavarse ni cambiarse nunca de ropa, en asuntos gubernamentales. Sin embargo, era tal su capacidad de convicción, y el terror que su firmeza ejercía sobre todo, que nada pudo detener su escalada dentro del poder del gobierno del zar Nicolás II. Sus biógrafos no dejan de pintarlo como un verdadero monstruo diabólico capaz de ejercer una dictadura feroz. Conjuga ese concepto de ser uno de los grandes villanos de la historia, junto con Hitler y Stalin. Y, sin embargo, una vez que se empieza a analizar, se comprueba que no fue para tanto. Nunca mató a nadie, lo cual es un dato que tener en cuenta. Además, tampoco es que tuviese un interés desmedido por el poder.
Han pasado casi cien años, pero ya podemos esclarecer los detalles de su brutal asesinato. 29 de diciembre de 1916. El príncipe Felix Yusupov, miembro de la duna, invita a Rasputín a una cena en el sótano de su palacio con la excusa de presentarle a su bella mujer, Irina. Todos los manjares y bebidas contienen, según la versión del anfitrión, cristales de cianuro potásico machacados. Yusupov, nervioso tras comprobar que Rasputín come y bebe sin sentir los efectos del veneno, decide dispararle a quemarropa. Yusupov avisa al gran duque Purishkevich y al resto de los conspiradores —entre los que se encuentra Oswald Rayner, a quien han ordenado participar activamente en el asesinato— para que lo ayuden a retirar el cadáver, pero al llegar al sótano comprueban que ha desaparecido. Rasputín, malherido, trata de huir. Un abundante rastro de sangre les permite encontrar con facilidad al staret en el patio del palacio, y Purishkevich efectúa tres disparos contra él, tras lo cual es atado y llevado dentro del palacio. Entonces recibe una cruel paliza, en la que el príncipe utiliza un bastón con punta de hierro para golpear su cabeza. Finalmente, un proyectil que sale del revólver del espía inglés sirve de tiro de gracia al cadáver del místico ruso. El tiro se realiza con un Webley Mk IV, arma reglamentaria en los servicios secretos británicos. Finalmente, tras comprobar que ha fallecido, deciden arrojar su cuerpo a las aguas del río Neva tras envolverlo en una alfombra. Paradójicamente, la autopsia extraída de la única versión oficial con que contamos revela que Rasputín había fallecido por ahogamiento.
Una de sus máximas parece hecha a la medida de sus asesinos: «Se deben cometer los pecados más atroces, porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes pecadores».
Todos los actores del asesinato
EL 'DIPUTADO'
Vladimir Purishkevich, miembro del parlamento ruso que se había ganado la reputación como furibundo presentante de la extrema derecha. Disparó tres veces sobre Rasputín, lo cual lo convirtió en una celebridad.
EL DOCTOR
Nikolai Lazovert, médico polaco implicado en el asesinato del staret. De él partió la idea inicial de envenenar a la víctima añadiendo cianuro a la cena. Estrategia que, incomprensiblemente, no funcionó.
EL AGENTE SECRETO
Oswald Rayner había conocido a Yusupov en Oxford y confesó al final de sus días que había estado presente el día que murió Rasputín. Fue descubierto gracias a un informe secreto de 1916 dirigido a su superior.
EL ‘MARIDÍSIMO'
Felix Yusupov estaba casado con la princesa Irina, sobrina del zar a la que utilizó como señuelo para atraer a Rasputín la noche de autos. A pesar de su matrimonio, Yusupov era un homosexual atraído por Rasputín.
'DOCTOR' EN CASA
Rasputín, considerado amigo y 'médico' personal del hijo del zar Alexei Nikoiaevich, no tardó en convertirse en el hombre de confianza de la zarina Alexandra.
Rasputín se casó en 1891 con Praskovia Fyodorovna Dubrovina, con la que tuvo res hijos: Dimitri, Varvara, y María. Abandonó a su familia en 1901 y viajó a Grecia antes de formarse junto a monjes ortodoxos en el monasterio de Vekhoture, en Los Urales rusos.Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia, s.XX
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