Venenos, una historia que viene de lejos II
(En el mismo artículo que ayer, completado con unas notas encontradas en el XLSemanal del 5 de agosto)
1. Cicuta. En el 399 a.C., Sócrates la tomó tras ser condenado a muerte por impiedad y por corromper a los jóvenes. Escribe
Platón en Fedón que Sócrates continuó paseándose hasta
que el veneno hizo efecto y se le durmieron las piernas. En la Atenas posterior
a Pericles (399 a.C.), la cicuta era la pócima de la ejecución. Los griegos la
llamaban "la muerte dulce". Sin embargo, los toxicólogos describen
una terrible agonía de entre tres y seis horas, razón por la cual se supone que
el veneno debía de estar mezclado con opio y vino. Curiosamente, es una
combinación muy similar a la que se utiliza hoy en las ejecuciones por
inyección letal en China o EEUU, salvo que se suele administrar por vía
intravenosa en vez de oral. Un combinado de drogas muy similar se usa en
Holanda, donde está regulada la eutanasia activa. Proviene de la planta del mismo
nombre, de la familia de las opiáceas. Procedencia: se extrae de la colina, planta herbácea que huele a orina. Efectos: ataca el sistema nervioso central. Es el veneno más rápido y letal; sólo 0,01 g matan a alguien en 30 segundos. Antídoto:
no
hay.
2. Setas venenosas.
El veneno fue una constante en la dinastía romana ala que pertenecieron
Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, y fue vital (mortal) en el acceso
al trono de Nerón. La hechicera Locusta proporcionó el medio que quitó de en medio
a Claudio y Británico: la Amanita phalloides. Locusta
siguió trabajando tras fallecer Nerón y fue
condenada a muerte por causar otros 400 fallecimientos. El archiduque Carlos de
Austria -emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico, rey de Hungría,
rey de Bohemia y pretendiente al trono de España a la muerte de Carlos II de
España, motivo este de la Guerra de Secesión española murió en 1740, 10
días
después de comer setas. Todo apunta a la Amanita, que
tiene un anillo de color blanco y el sombrero color verde oliváceo, aunque a veces
tiende hacia el amarillo. Antídoto:
no
hay.
3. Cantarella. Con puñales
o veneno, César Borgia eliminó al menos a 20 personajes
principales de la corte vaticana antes de la muerte de su padre, en 1503.
A
Lucrecia no le duró vivo ningún novio ni marido (sólo Alfonso del Este logró
huir) mientras su hermano anduvo cerca. El tóxico
favorito de la familia era la cantarella, un polvo blanco insípido, cuya fórmula
fue descrita en Poisons
et Sortileges por Cabanés y Nass así: "Sacrificar un
cerdo y de él sacar sus entrañas rociándolas con arsénico. Colocarlas en una vasija
de cobre durante 30 lunas y 30
soles
aguardando su total putrefacción. Sacar la masa putrefacta y recoger los líquidos.
Desecar estos para obtener una cristalización, una especie de polvo parecido al
azúcar. Guardarlos en una cajita de metal, preferiblemente de oro". Antídoto:
dimercaprol.
4. Acqua Toffana. Los venenos
eran tan usados que Luis XIV de Francia tuvo que instaurar
un tribunal especial (1679) para investigar su uso
con fines criminales. Los rumores incluso llegaron al entorno del rey: su
cuñada y ex amante, Enriqueta-Ana, casada con el hermano homosexual del
monarca, Felipe de Orleáns, clamó en su lecho de muerte que había sido
envenenada. Otra favorita del rey estuvo relacionada con esta sustancia: la
marquesa de Montespan fue señalada por las envenenadoras condenadas por el
citado tribunal como compradora de este acqua, cuyo destinatario habría sido el
rey. Este ordenó quemar los archivos para evitar el escándalo. La
pócima,
inventada por Tofania d'Adamo, contenía arsénico, plomo, antimonio y belladona.
Los Papas Pío II y Clemente XIV están
entre sus víctimas. Antídoto:
no
hay.
5. Sublimado
corrosivo. Robert Carr, consejero del rey Jacobo I,
sucesor
en el trono inglés de Isabel I, participó en un original
y sonado caso de envenenamiento: el del poeta Thomas Overbury, asesinado con un
enema que contenía un sublimado corrosivo. Overbury trató de separar a Carr de
su enamorada, Frances Howard, pero la pareja, con ayuda del rey, lo encerró en
la Torre de Londres y allí lo envenenaron. Tras varias intentonas con arsénico,
al final decidieron echar mano del cloruro de mercurio. Primero, en una tarta y
después, con la excusa de prevenir el estreñimiento crónico que sufrían los presos,
en un enema. Al final, todo se descubrió y la pareja fue hallada culpable,
aunque Jacobo les perdonó la vida.Antídoto:
la
droga del PAN (penicilamina n-acetil), con éxito limitado.
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