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jueves, diciembre 20

Haircuts, quitas y recortes



(La columna de Pablo Rodriguez Suanzes publicada en El Mundo del 30 de octubre de 2011)

[…] ¿Es correcto traducir por quita el término inglés de haircut (corte de pelo)? Manuel Conthe cree que no. «La traducción de ese término, cuando se aplica a valoraciones contables, debe ser recorte (de valoración), término preferible a descuento», por el significado financiero que tiene (expansion.com/blogs/conthe). 

No es la primera vez que el haircut, quita o recorte está de moda. Hace unos años el Banco Central Europeo lo popularizó. Pero, ¿desde cuándo se utiliza de forma regular? Olaf Storbeck explica que «el primer economista que usó la expresión en la American Economic Review (www.aeaweb.org/aer) fue Herbert Bear, investigador de la Reserva Federal de Chicago. Y no lo hizo hasta nada menos que 1989 (http://economicsintelligence.com/). La expresión tardó en cuajar, y, por ejemplo, The Economist no la utilizó hasta 15 años después, en medio de la crisis económica Argentina (www.economist.com). 

¿Qué nos dice la historia sobre el efecto de haircuts anteriores? Desde hace unos años, la biblia sobre quiebras es Esta vez es diferente, un libro de Ken Rogoff y Carmen Reinhart que estudia impagos a lo largo de ocho siglos. El consenso dice que el inversor no es rencoroso y los costes de financiación no se disparan tras una quita. Pero un reciente trabajo de Juan Cruces y C. Trebesch (http://goo.gl/bk9J7) asegura, con 180 casos en 68 países (entre 1970 y 2010) lo opuesto: los inversores tienen «memoria de elefante» y no olvidan fácilmente una quita. Y menos si es grande.

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