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martes, junio 11

El espíritu de ‘shitamachi’



(En un artículo de Daniel Suberviola en la revista Paisajes de marzo del 2010)

Tokio ofrece mucho más que delirio consumista. El barrio de Ueno y el de Asakusa son dos de los pocos lugares en los que es posible encontrar el espíritu de shitamachi, de las clases obreras y humildes de Edo, que era la antigua denominación de la ciudad, antes de 1868, momento en que la restauración Meiji (culto a la regla) derrotó definitivamente al último shogunato o gobierno militar y estableció allí la nueva capital, rebautizándola con el nombre de Tokio.

Ueno, además de ser un barrio popular, es la sede de los mejores museos de la ciudad, como el Museo Nacional de Tokio, de obligada visita aunque sea sólo para ver la sala de guerra y la galería de los tesoros Horyuji, que alberga algunas de las principales joyas del budismo japonés. El otro barrio con acento ancestral es Asakusa y es un mundo aparte. Se extiende por los alrededores del templo Senso-ji, y si se tiene mucha suerte, se puede uno cruzar con alguna misteriosa y esquiva geisha.

En Asakusa hay anticuarios apartados de las calles comerciales que venden kimonos de seda, máscaras ancestrales, vajillas y otras antigüedades a precios increíbles, siempre que se tenga paciencia para regatear. También es posible deleitarse con las delicias de la comida popular (shashimis, sushis giratorios, sopas de miso, fideos soba y udon, carne estilo shabu shabu o semi cruda, pinchos yakitori, tempura ... ), o vivir la experiencia de un baño público en compañía de familias que se reúnen allí para hablar y estar juntos mientras disfrutan de aguas calientes y exfolian hasta el último centímetro de sus pieles.

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