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jueves, febrero 15

Otro camelo sobre la ‘nación catalana’



(Y van… Este texto es de Guillermo Fatás y lo leí en el Heraldo de Aragón del 3 de septiembre de 2017)

Un principio elemental en historia es detectar una falsificación por anacronismo. Por ejemplo, será falso un texto de Platón que hable de la penicilina. Esta minucia, que nunca fue obstáculo para Sabino Arana, ahora no lo es para muchos separatistas catalanes, que presumían de ser más refinados.

Desde 2012 circula por doquier una definición de Cataluña como nación independiente hecha por Felipe V, el primer rey Borbón de España. En lo que va de año he vuelto a ver, y más de una vez, ese texto 'histórico' incluso en La Vanguardia, el diario más leído del antiguo Principado (lo de antiguo es para que Adriana Lastra no crea que lo sigue siendo, como piensa del de Asturias).

Cráneos privilegiados
El asunto obliga a hablar de José Pella Forgas, de Bagur (Begur) nacido en 1852. Ya crecidito, se apuntó a 'Jove Catalunya', fundada por el poeta Ángel Guimerá y que se deshizo pronto porque sus miembros se tiraban los trastos a la cabeza por mor del independentismo. Como hoy. Pella era abogado, literato, etnólogo, historiador... Un fenómeno. Decía que el nombre 'Cathalonia' procedía de 'Gotholandia', tesis filogoda ya defendida (mal) en el siglo XVII. Y descubrió que los catalanes no eran ni franceses ni españoles, porque estos no poseían el 'cráneo sardo', específico de los 'Paisos Catalans'. Comparaba cabezas de 'iberovascos', sardos, ampurdaneses y bereberes, muertos o vivos, y describía sus rasgos morales. Así, de su natal Ampurdán dijo: «Pocas comarcas habrá en el mundo en que el pueblo tenga mayor delirio al (sic) baile público, ni más afición a la música, ni haya producido más compositores y maestros».

Este señor letrado admiraba a un colega barcelonés, José Coroleu Inglada, trece años mayor que él. En 1878, escribieron el libro 'Los Fueros de Cataluña', de valor comparable al de la teoría craneal. Por eso se hace raro ver que su doctrina circula hoy como moneda de ley entre ciertos separatistas. Es que, ante la fe nacionalista, la ciencia objetivadora resulta endeble y quebradiza.

El apogeo del texto se ha dado, inesperadamente, en el siglo XXI. Circula en Cataluña un juramento regio en el que Felipe V define y describe, legal y políticamente, la nación catalana independiente de modo innegable y contundente. Texto que, si en 2017 se reitera, como si tal cosa, en las páginas de La Vanguardia, es de imaginar cuánto más se habrá reproducido en foros de sesgo más independentista que el diario del conde de Godó y cuyo seguimiento es muy fatigoso.

Majaderos actuales
Traducido al castellano, lo que se imputa al rey es este prodigio: «La nación catalana es la reunión de los pueblos que hablan el idioma catalán. Su territorio comprende: Cataluña con los condados del Rosellón y de la Cerdaña, el Reino de Valencia y el Reino de Mallorca. Los tres pueblos que forman la nación catalana tienen una constitución política propia y están federados entre sí y con el Reino de Aragón, mediante ciertas condiciones que son objeto de una ley especial. Cataluña es el Estado político formado, dentro de la Confederación, por los catalanes del Principado y de los condados del Rosellón y de la Cerdaña. El principado de Cataluña es libre e independiente». Casi ‘perfecto’, a falta de Alguero y el Aragón Oriental. Como si lo hubiera escrito Puigdemont (al dictado de Junqueras).

Esa majadería no es ni puede ser nada que dijeran Felipe V ni nadie de su tiempo. Es una cita literal del pintoresco libro citado (páginas 24 y 25), cuyo título es así: 'Los Fueros de Cataluña: descripción comentada de la constitución histórica del Principado; sus instituciones políticas y administrativas y sus libertades tradicionales, con la relación de muchas revoluciones, escenas y anécdotas curiosas, palabras y hechos notables de catalanes ilustres y el estudio comparativo de esta constitución parangonada con las de todas las Naciones, inclusas las forales de Navarra y las Provincias Vascongadas escrita con la ayuda de las colecciones legales, crónicas, documentos inéditos de varios archivos'. Casi ochocientas páginas, con grabados a la romántica. Por descontado, escrito y editado en castellano para lograr alguna venta.

Estos señores no engañaron a nadie con su invención estrambótica, pues declararon que su libro traducía las viejas leyes catalanas a «modernas formas constitucionales » de su creación. O sea, que los majaderos, o estafadores, no son ellos, sino quienes ahora intentan embaucar a los catalanes con semejante grosería.

El 2 de octubre de 1701, todo el 'discurso' de Felipe V fue este: «Así lo juro», lacónicamente dicho ante un 'lignum Crucis' del convento barcelonés de San Francisco, después de que el protonotario del consejo de Aragón, un Fernández de Hijar, leyera la vieja fórmula de aroma medieval sin mención de conceptos imposibles.

(Y que no se cansan, ¿eh?).

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