Otro camelo sobre la ‘nación catalana’
(Y van… Este texto es de Guillermo Fatás y lo leí en el
Heraldo de Aragón del 3 de septiembre de 2017)
Un
principio elemental en historia es detectar una falsificación por anacronismo. Por
ejemplo, será falso un texto de Platón que hable de la penicilina. Esta
minucia, que nunca fue obstáculo para Sabino Arana, ahora no lo es para muchos separatistas
catalanes, que presumían de ser más refinados.
Desde
2012 circula por doquier una definición de Cataluña como nación independiente
hecha por Felipe V, el primer rey Borbón de España. En lo que va de año he vuelto
a ver, y más de una vez, ese texto 'histórico' incluso en La Vanguardia, el
diario más leído del antiguo Principado (lo de antiguo es para que Adriana
Lastra no crea que lo sigue siendo, como piensa del de Asturias).
Cráneos privilegiados
El
asunto obliga a hablar de José Pella Forgas, de Bagur (Begur) nacido en 1852.
Ya crecidito, se apuntó a 'Jove Catalunya', fundada por el poeta Ángel Guimerá
y que se deshizo pronto porque sus miembros se tiraban los trastos a la cabeza
por mor del independentismo. Como hoy. Pella era abogado, literato, etnólogo,
historiador... Un fenómeno. Decía que el nombre 'Cathalonia' procedía de
'Gotholandia', tesis filogoda ya defendida (mal) en el siglo XVII. Y descubrió
que los catalanes no eran ni franceses ni españoles, porque estos no poseían el
'cráneo sardo', específico de los 'Paisos
Catalans'. Comparaba cabezas de 'iberovascos', sardos, ampurdaneses y
bereberes, muertos o vivos, y describía sus rasgos morales. Así, de su natal Ampurdán
dijo: «Pocas comarcas habrá en el mundo en que el pueblo tenga mayor delirio al
(sic) baile público, ni más afición a la música, ni haya producido más
compositores y maestros».
Este
señor letrado admiraba a un colega barcelonés, José Coroleu Inglada, trece años
mayor que él. En 1878, escribieron el libro 'Los Fueros de Cataluña', de valor comparable
al de la teoría craneal. Por eso se hace raro ver que su doctrina circula hoy como
moneda de ley entre ciertos separatistas. Es que, ante la fe nacionalista, la
ciencia objetivadora resulta endeble y quebradiza.
El
apogeo del texto se ha dado, inesperadamente, en el siglo XXI. Circula en
Cataluña un juramento regio en el que Felipe V define y describe, legal y
políticamente, la nación catalana independiente de modo innegable y
contundente. Texto que, si en 2017 se reitera, como si tal cosa, en las páginas
de La Vanguardia, es de imaginar cuánto más se habrá reproducido en foros de sesgo
más independentista que el diario del conde de Godó y cuyo seguimiento es muy
fatigoso.
Majaderos actuales
Traducido
al castellano, lo que se imputa al rey es este prodigio: «La nación catalana es
la reunión de los pueblos que hablan el idioma catalán. Su territorio
comprende: Cataluña con los condados del Rosellón y de la Cerdaña, el Reino de
Valencia y el Reino de Mallorca. Los tres pueblos que forman la nación catalana
tienen una constitución política propia y están federados entre sí y con el Reino
de Aragón, mediante ciertas condiciones que son objeto de una ley especial.
Cataluña es el Estado político formado, dentro de la Confederación, por los
catalanes del Principado y de los condados del Rosellón y de la Cerdaña. El
principado de Cataluña es libre e independiente». Casi ‘perfecto’, a falta de
Alguero y el Aragón Oriental. Como si lo hubiera
escrito Puigdemont (al dictado de Junqueras).
Esa
majadería no es ni puede ser nada que dijeran
Felipe V ni nadie de su tiempo. Es una cita
literal del pintoresco libro citado (páginas 24 y 25), cuyo título es así: 'Los
Fueros de Cataluña: descripción comentada de la constitución histórica del
Principado; sus instituciones políticas y administrativas y sus libertades
tradicionales, con la relación de muchas revoluciones, escenas y anécdotas
curiosas, palabras y hechos notables de catalanes ilustres y el estudio
comparativo de esta constitución parangonada con las de todas las Naciones,
inclusas las forales de Navarra y las Provincias Vascongadas escrita con la
ayuda de las colecciones legales, crónicas, documentos inéditos de varios
archivos'. Casi ochocientas páginas, con grabados a la romántica. Por
descontado, escrito y editado en castellano para lograr alguna venta.
Estos
señores no engañaron a nadie con su invención estrambótica, pues declararon que
su libro traducía las viejas leyes catalanas a «modernas formas
constitucionales » de su creación. O sea, que los majaderos, o estafadores, no
son ellos, sino quienes ahora intentan embaucar a los catalanes con semejante
grosería.
El 2 de
octubre de 1701, todo el 'discurso' de Felipe V fue este: «Así lo juro»,
lacónicamente dicho ante un 'lignum Crucis' del convento barcelonés de San
Francisco, después de que el protonotario del consejo de Aragón, un Fernández de
Hijar, leyera la vieja fórmula de aroma medieval sin mención de conceptos
imposibles.
(Y que
no se cansan, ¿eh?).
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia
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