8 meteduras de pata históricas
(Un texto de Hector Barnés en el confidencial.com del 4 de
julio de 2015)
A lo largo de los siglos, muchos hombres convencidos de que tenían toda
la razón han terminado pasando a los anales de la historia por haberse
equivocado garrafal y trágicamente.
¿Negar una y otra vez la crisis económica hasta que es demasiado tarde?
¿Dejar que la burbuja del ladrillo se infle e infle hasta hacer estallar un
país? ¿Permitir que la corrupción campe a sus anchas mientras los niveles de
paro no dejan de ascender? Peccata minuta frente a otros errores
históricos que derivaron en muerte, destrucción y escarnio a lo largo de los
siglos para aquel que tomó la decisión. Un artículo en The Independent ha
recogido un puñado de las cagadas históricas más desconocidas, que completamos
aquí con otros tristes episodios que empezaron con un “¡si no pasa nada,
hombre!” y terminaron con un “no volverá a ocurrir, lo prometo”.
El panadero que quemó Londres
Lo típico de que se te olvida que has dejado algo en el horno y devastas
la mitad de una de las ciudades más grandes del mundo. Esto es lo que le
ocurrió a Thomas Farriner (1615-1670) en 1666, cuando un fueguecito que comenzó
en la media noche del 2 de septiembre en su panadería, sita en Pudding Lane (en
plena City), terminó convirtiéndose en el Gran Incendio. Así, con mayúsculas.
El fuego ardió durante tres días y destruyó el centro de la ciudad: 13.200 casas,
87 iglesias y 44 antiguas casas gremiales desaparecieron pasto de las llamas
mientras Farriner, que había conseguido escapar por una ventana, afirmaba que
había apagado el fuego antes de irse a la cama. Actualmente hay un monumento de
62 metros en el lugar en el que empezó el fuego.
La venganza del ciego
La historia no es clara sobre el origen de la ceguera de Enrico Dandolo
(1107-1205), un veneciano de buena familia que fue detenido en 1171 por el
Imperio bizantino y enviado a Constantinopla como embajador. Puede ser que
sufriese de ceguera cortical, pero también que fuese cegado por los propios
bizantinos, incluso por el emperador Manuel Comneno por pura diversión. Sea
como sea, mal hicieron en tocarle las narices, puesto que su odio lo llevó a
conquistar y saquear Zara y Constantinopla entre 1202 y 1205 junto a los
caballeros de la Cuarta Cruzada. Ahí, dándolo todo.
La matanza del día que terminó la guerra
El 11 de noviembre de 1918 fue la última jornada de la primera guerra
mundial. A pesar de que el armisticio se firmó a las cinco de la mañana, 11.000
hombres fueron heridos o asesinados en las horas siguientes hasta que este
entró en vigor, según ha explicado en Eleventh Month, Eleventh Day, Eleventh
Hour: Armistice Day, 1918 World Ward I and its Violent Climax (Random
House) el historiador Joseph E. Persico, una cantidad superior a la de los
caídos en el Día D de la segunda guerra mundial. Muchos de ellos fueron
conducidos al frente por militares que estaban al tanto del armisticio, pero
querían conseguir una última victoria. Es el caso del general William W.
Wright, que perdió a 365 hombres y se justificó aduciendo que quería tomar los
baños de Stenay (en Lorena) para que sus tropas pudiesen refrescarse.
El apocalipsis pájaro de Mao
En 1958, Mao Zedong lanzó el proyecto del Gran Salto Adelante con el
objetivo de reforzar la industria pesada y la agricultura para no depender de
las importaciones extranjeras. Entre la multitud de reformas planteadas por el
líder comunista se encontraba la de las Cuatro Plagas, que tenía como objetivo
eliminar cuatro especies muy dañinas para las cosechas: ratones, moscas,
mosquitos y gorriones. ¿El problema? Como explicó un estudio de 1960 publicado
por la Academia de las Ciencias Estadounidense, los gorriones servían para
eliminar los insectos y parásitos que acababan con las cosechas, por lo que su
eliminación provocó la proliferación de langostas y fue un factor importante en
la Gran Hambruna China, en la que murieron entre 16 y 30 millones de personas.
¿Caledonia? Mejor, cagadonia
Caledonia era el nombre que los romanos le daban a su provincia norte de
las Islas Británicas que se encontraba más allá del muro de Adriano, pero
también el nombre que los colonos escoceses quisieron darle a un territorio
estratégico en el istmo de Panamá que los permitiría convertirse en una
potencia comercial internacional. Se trata del Proyecto Darién de 1698 que no
tardó en irse a pique: la flota desembarcó en 2 de noviembre, pero para verano
del año siguiente, los colonos morían por las enfermedades tropicales a ritmo
de 10 por día. En julio de 1699, la colonia fue abandonada y tan sólo 300 de
los 1.2000 colonos sobrevivieron. Ello no impidió que llegase otro barco con
más de 1.000 tripulantes que esta vez fueron repelidos por los españoles, que
los asediaron durante un mes hasta que los pocos centenares que quedaban
tomaron rumbo al hogar.
Nadie vacila a las hermanas Trung
La historia de Trung Trac y Trung Nhi es recogida en el Libro de Han
Posterior, compilado por el historiador chino Fan Ye en el siglo V, aunque
el folklore vietnamita refleja diversas versiones de la historia. Una de ellas explica
que en el año 40, cuando el marido de Trac fue ejecutado por los chinos como
una demostración ejemplarizante ante posibles rebeliones, las hermanas
reclutaron un gran ejército formado casi exclusivamente por mujeres que
consiguió recuperar 65 ciudadelas de manos de los invasores chinos. Las Trung
se convirtieron en reinas de Vietnam y aguantaron otros tres años más hasta que
finalmente fueron vencidas por un ejército chino comandado por Ma Yuan.
Ojo por ojo, cabeza por… un imperio
A pesar de que posteriormente sería conocido por su ánimo imperial, el
mongol Genghis Khan no tenía ninguna intención de invadir en el año 1219
Khwarezmia, que se encuentra en el actual este de Irán. Por eso le mandó al
emperador Ala ad-Din Muhammad un mensaje conciliador en el que ofrecía acuerdos
comerciales que fue rechazado. Cuando Khan envió tres embajadores (un musulmán
y dos mongoles) para negociar la liberación de un destacamento, sólo recibió la
cabeza decapitada del musulmán. No se lo tomó demasiado bien, así que decidió
mandar entre 80.000 y 100.000 arqueros montados para sitiar la ciudad y
derrocar al imperio del sha.
La cagada de Cavite
1898 no fue un buen año para España, no sólo en Cuba sino también en el
otro extremo del mundo, concretamente en Filipinas. Aunque en principio en la
bahía de Manila se iban a encontrar dos armadas, la estadounidense y la
española, bastante equilibradas –cuatro cruceros y dos mercantes por parte de
los americanos y siete cruceros por parte española– el mal estado de los navíos
patrios, la escasa preparación de las tropas y un despliegue poco apropiado con
el objetivo de que la ciudad no quedase dañada, terminó en un desastre ocasionado
por la confusión. Aunque el comodoro Dewey ordenó retirarse porque pensaba que
no tenía suficiente munición, Montojo ordenó abandonar dos barcos y se retiró
dándose por vencido, lo que terminó provocando la derrota y su posterior
enjuiciamiento. Los americanos sufrieron 13 bajas, mientras que los españoles
perdieron 77 hombres y el control de la bahía de Manila, lo que llevó a los
filipinos a la
sublevación.
Etiquetas: Alégrame el dia, Pequeñas historias de la Historia
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