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viernes, mayo 22

Canto y voces blancas


(Leído en una revista del concesionario de 2009)

En la Antigüedad las mujeres tuvieron prohibido cantar en los espacios públicos. Esta costumbre se inicia en la Grecia Clásica, en donde la actuación en el teatro y, por supuesto, la profesión de musico o cantor se reservaba al hombre. Se consideraba esta una actividad que requería cierta fortaleza física y la mujer no estaba preparada para ello.

Con el nacimiento del cristianismo esta costumbre permaneció y se vigiló, si cabe, con más cuidado. Cuando comenzó en Europa la música profana con los juglares y trovadores, estos eran solo hombres, aunque sabemos por fuentes literarias, que en algunos lugares, existían juglarescas, pero eran consideradas mujeres de mal vivir. Sin embargo, ya en el siglo XII se cita a alguna mujer, quizá compositora, a la que no se puede aplicar tal consideración, como la condesa de Pie o Marie de France.

Pero la música evolucionó mucho a partir del Renacimiento. El hecho de que las mujeres tuvieran prohibido cantar en público obligaba a los compositores a utilizar como voces agudas las voces de los niños educados al amparo de diferentes capillas. Pero cuando los niños crecían perdían su voz blanca y su registro agudo.

Como consecuencia de esta situación, en el siglo XVI, se inició la costumbre en el sur de Europa de castrar a los niños que poseían dotes especiales para la música antes de comenzar a cambiar la voz. La ablación de los genitales impedía el crecimiento de la laringe, y por tanto, de las cuerdas vocales, manteniendo una voz blanca de niño en un cuerpo adulto con la capacidad torácica de un hombre. El joven castrati, así se le llamaba en ltalia, recibía durante diez años y de forma gratuita una completa instrucción musical, literaria e histórica. Posteriormente eran adoptados o protegidos por algún alto personaje de la aristocracia que le aseguraba una brillante carrera.

Su timbre agudo y cristalino, unido al virtuosismo técnico y a la potencia de sus voces, hizo de los castratis los cantantes más aclamados durante los siglos XVII y XVIII en los teatros de ópera italianos y en buena parte de Europa. Grandes compositores, como Mozart, confiaron a ellos los papeles de héroes y dioses de sus grandiosas óperas.

El castrato más famoso de todos los tiempos fue Carlo Broschi, más conocido como Farinelli, de quien se decía que podía recorrer con su voz tres octavas haciendo trinos sobre cada nota. Farinelli termino su carrera en Madrid, al servicio del rey Fernando VI, a quien cantaba todos los días las mismas arias para calmar los ataques de melancolía del monarca.

En 1770 el Papa Clemente XIV, prohíbe la castración. Se acabo, con ello, con la traumática y antihumana formula de formar un cantante lirico. A partir de aquí el repertorio de los castrati será interpretado, con frecuencia, por los denominados contratenores, que se apoyan en una técnica de emisión especial para hacer vibrar Ias cuerdas vocales solo en una parte de su longitud.

También existen voces excepcionales como llamados sopranistas, hombres adultos que han conservado de forma natural una voz de soprano, que es la voz más aguda de la mujer.

De todas formas el mundo del castrati estaba rodeado de la orla de la fama que tienen hoy en día los grandes divos de la música y los grandes cracs del deporte, así se explica su reclamo por parte de los reyes y, como las estrellas del futbol actual, pasaban de un lugar a otro con una especie de fichaje ganando sumas fabulosas de dinero.

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