Historias entrelazadas: Aragón, Cataluña, España
(Un artículo de Guillermo Fatás en el Heraldo de Aragón del 1 de octubre de 2017)
Se habla de la unión de Aragón y Cataluña en el siglo XII, pero cuando la reina Petronila casó con el conde Ramón Berenguer (1150) no existía la palabra Cataluña, ni las futuras tierras catalanas estaban bajo un solo señor. Cuando nació en germen la que luego sería llamada Corona de Aragón, las tierras del rey aragonés y las del conde barcelonés no eran colindantes.
El reino y la Corona de Aragón no son lo mismo. El primero fue una parte de la segunda. Yerran por eso quienes afirman sin más que Cataluña fue parte del reino de Aragón.
La Corona de Aragón
La Corona de Aragón abarcó una gran variedad de territorios y culturas y una llamativa multiplicidad de regímenes jurídicos. No obstante, los estados y gentes que la formaron superaron las tensiones internas mediante empresas comunes y a menudo sujetaron sus diferencias al imperio del derecho.
Este complejo organismo, propicio en apariencia a descoyuntamientos,
generó, en cambio, potentes fuerzas centrípetas. Durante siglos, los
pueblos de la Corona fueron el insólito pedestal de una monarquía
europea de fascinante perfil.
El nombre Corona de Aragón no existía cuando Aragón y Barcelona se unieron y tuvo significados variables.
Jaime I incorporó Mallorca ad Coronam Regni Aragonum. Jaime II habla
de Corona Aragonum, Corona Regni Aragonum y Corona Regnum
Aragoniae, expresiones usadas igualmente por Pedro IV, que también
habla de una Respublica regnorum et terrarum, un ámbito estatal de
reinos y tierras varias. El uso actual que damos al término ya aparece
en el Compromiso de Caspe (1410-1412).
La supuesta Confederación
Llamar
confederación a la Corona de Aragón es una licencia anacrónica, idea
del catalanista Antonio Bofarull Brocà, quien tituló así un libro en
1872: "La confederación catalano-aragonesa, realizada en el periodo más
notable del gobierno soberano del conde de Barcelona, Ramón Berenguer
IV". El resultado de las nupcias de Petronila y Ramón Berenguer IV no
fue una confederación unión de comunidades políticas iguales que pactan
democrática y libremente, sino una monarquía compuesta (composite
Monarchy), decidida por dos príncipes, que aglomeran por su voluntad y
en su sola mano territorios y súbditos heterogéneos. Como luego la de
España, la Corona de Aragón fue una monarquía compuesta, construida por herencia dinástica o por conquista. El rey era su cabeza y la de los "cuerpos políticos que se estructuraban de arriba a abajo, no al revés".
Para
G. Pérez Sarrión, hablar de confederación catalanoaragonesa implica
que "fue libre, entre iguales, y bajo la hegemonía catalana", cuando la
unión fue pactada entre príncipes (el rey Ramiro y el conde Ramón
Berenguer) "bajo la preeminencia política del reino de Aragón, cuyo
sucesor Alfonso II, como rey de Aragón pasó a ser también conde de
Barcelona, manteniendo su Casa Real propia y los demás atributos de la
monarquía. Desde entonces la Corona de Aragón comprendió el principado de Cataluña; y por eso se llamó así, y no Corona de Cataluña".
El rey, señor común
La
figura del rey de Aragón, soberano común y vínculo jurídico-político
compartido, cobró, por eso, singular relieve. Los monarcas, vástagos de
la Casa real de Aragón y de la condal de Barcelona, ejercían funciones generales de jurisdicción y jefatura militar.
Los nuevos territorios conquistados hicieron de ellos reyes
legisladores y su sucesión fue una cuestión capital. Tal concepción
requería una constante inter-acción entre el rey y las diversas Cortes,
de donde procede el tópico político del pactismo.
De los muchos títulos que reunió el monarca, el primero e imprescindible fue el de rey de Aragón. Aragón fue el reino fundador y el conde de Barcelona tomó por "padre, señor y rey" al aragonés. El apellido del rey y su familia fue, siempre Aragón, aunque hoy no se hable de los Aragón como se habla de los Borbón, de los Habsburgo o de los Windsor.
La aclamación de sus súbditos hispanos era "San Jorge, Aragón" (o "sant
Jordi, Aragó!"), porque san Jorge fue, mucho antes que de Aragón o
Cataluña, el patrono de la caballería del rey.
Por
esta primacía, las Cortes conjuntas de Aragón, Cataluña y Valencia se
celebraban en suelo aragonés y con ritos ceremoniales unificados (aunque
con reuniones separadas). Y la coronación del monarca común tenía lugar
solamente en Zaragoza.
Lo expresó con acuidad Jesús Lalinde en 1988: "En su personalísima situación, el rey se convirtió, a menudo, en la principal fuerza motriz de la expansión de la Corona por el Mediterráneo,
muy marcada por las decisiones de cada rey. En la dilatada historia de
la Corona de Aragón, incorporada luego a la de las Españas, el monarca
fue rey, príncipe, duque, marqués, conde y señor; y, en consecuencia con
ello, a menudo se habla de corona, monarquía, reino, principado, país o
Estado para aludir a los sustentos del poder del dinasta, a los reinos y
tierras del rey de Aragón. También este aspecto necesita de
aclaraciones, por resultar confusos y polivalentes muchos de estos
vocablos que la ciencia histórica ha utilizado para designar realidades
diferentes, pero no siempre fáciles de perfilar".
El Señal Real
"Al
ver los cuatro palos de gules sobre oro, a ningún vasallo del rey de
Aragón o del conde de Barcelona se le hubiese ocurrido pensar que
aquello era otra cosa que las armas de su señor. No era algo de la
tierra o la patria, sino privativo del soberano y su familia, que las
llevaban no por ser reyes de Aragón ni condes de Barcelona, sino que, al
revés, el rey y conde las empleaba por pertenecer a la Casa de Aragón".
Así describió con acierto Alberto Montaner, en 1995, el significado del
señal real de Aragón (nombre del que deriva senyera). Su potencia
simbólica es tal que, aunque muchos lo ignoren, Cataluña carece de escudo (la Generalitat sí lo tiene, de fecha contemporánea) y usa como bandera las barras del señal.
Las mismas que representan a toda la Corona en el escudo nacional de
España, expresivas de tan densa historia compartida. Solo el rey de
Aragón puede usarlas. Si aparecen en algún lugar, es porque ha dejado su
marca en él, ya se trate de Poblet, de Valencia, de Teruel o San Juan
de la Peña.
Cortes generales de la Corona
Esta
expresión designa las reuniones conjuntas de las Cortes de Aragón,
Valencia y Cataluña. Juntas o separadas, no se autoconvocaban: lo hacía
el rey, que era su presidente y, en general, se consideró que no había
ley propiamente dicha sin acuerdo del rey y las Cortes. El reino balear
de Mallorca, con territorios en Francia (Perpiñán), tenía representación
en las Cortes catalanas. Se celebraron en suelo aragonés y la sede
usual fue Monzón, bien abastecida y equidistante. En ocasiones, se
estimó más conveniente citar reuniones en tres puntos distintos, pero
próximos, para facilitar la coordinación. La primera reunión general fue
en 1289. Se trataron negocios de importancia e interés común, como lo
que hoy llamaríamos política internacional conjunta, la organización de
los territorios de la Monarquía, la renovación del Consejo real o la
confirmación del Privilegio General de Aragón en el que, por ejemplo,
años antes se había abolido el tormento como procedimiento judicial.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia
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