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domingo, abril 25

San Valero, leyenda y realidad

(Un artículo de Picos Laguna en el Heraldo de Aragón del 29 de enero de 2017)

Es el patrón de Zaragoza y fue su obispo. No se sabe cuándo nació, pero murió un 29 de enero del 315 y estuvo desterrado en el Pirineo. Dicen que era tartamudo.

San Valero fue obispo de Zaragoza, ciudad en la que nació en fecha desconocida aunque se sabe que murió el 29 de enero del año 315. Durante su vida sufrió la persecución del emperador romano Diocleciano y después de ser sometido a juicio fue desterrado a Enate, un pueblo del Pirineo cerca de Barbastro, donde murió. Se conservan pocos documentos de la época, por lo que su historia tiene una parte de leyenda y otra de realidad, pero sí se conservan algunos escritos y también los testimonios del poeta romano Prudencio, que fue su biógrafo. Hay escritos que confirman que asistió como obispo de la ciudad al primer cónclave celebrado en Granada, en el año 306. También que nació en la familia consular de los Valerios, de la alta sociedad, y fue un hombre longevo, muriendo muy anciano.

Según se dice, San Valero era poco hablador, incluso se cree que un poco tartamudo, por lo que cuando fue juzgado por Daciano, gobernador de Hispania, por predicar, por su problema de locución no se pronunció ante el tribunal y fue San Vicente quien tomó la palabra y dirigió su atención principal hacia él, y pagó con la vida su discurso, siendo San Valero desterrado a Enate donde se dedicó a la oración y murió anciano.

Sus restos fueron sepultados cerca del pueblo. En el siglo XI lo que se creyó eran sus restos fueron llevados a la sede episcopal de Roda de Isábena, entonces cabeza eclesial de Aragón. Alfonso I, tras reconquistar Zaragoza en 1118, quiso que descansaran en la ciudad y fueron enviados a Zaragoza, primero un brazo, y más tarde el cráneo, que actualmente se conserva en un busto relicario regalado por el Papa Luna, Benedicto XIII, que se encuentra junto al altar mayor de La Seo. Por ello, un retrato de San Valero reproduce los rasgos de Benedicto XIII, y se guarda en el Museo Capitular de Zaragoza.

Valero

Los nombres de Valeriano, Valerio y Valero proceden de la noble estirpe romana de los Valerios, y derivan del verbo valere, de donde procede también el nombre de Valentín. En todos ellos subyace la idea de valiente, fuerte, eficaz, vigoroso. De su vida han llegado pocos datos. Los últimos años de su episcopado no podía cumplir con el cargo de la predicación, por un problema en la lengua, por lo que fue llamado 'el tartamudo', pero encontró un magnífico ayudante en el diácono Vicente, San Vicente Mártir, que fue traído por sus padres desde Huesca, para que lo educara.

Ciudad rosconera

El roscón era un postre de pueblo y hace tiempo que se añade a San Valero. Zaragoza ha sido siempre la ciudad más rosconera de España porque lo tomamos en el Día de Reyes, para San Valero, San Blas, Santa Águeda, e incluso San Antón. Su venta se realizaba habitualmente en las puertas de las iglesias, además de en las pastelerías, una costumbre que aún se suele mantener sobre todo para San Blas, San Antón y Santa Águeda. Para el día de hoy, los pasteleros zaragozanos suelen hacer unos 180.000 roscones.

El origen del roscón

El especialista José María Pisa centra su origen en los romanos, en el solsticio de invierno cuando se hacían tortas redondas con miel que adornaban con dátiles o higos. Julio Caro Baroja centra en dos testimonios del XII el roscón de Reyes o el rey de la faba. El primero, en Navarra, donde en 1361 se designaba rey al niño que encontraba el haba en el roscón; el segundo, de Ben Quzman, poeta andalusí que describe una tradición similar con una torta en el año nuevo, que contenía una moneda.

La sorpresa

Hay una prosa que dice: «En este dulce roscón hay escondido un haba y una sorpresa. Si te notas en la boca algo duro es que te ha tocado el haba, y el roscón pagarás. Si te toca la sorpresa, coronado y rey serás». El haba comenzó a introducirse en el III d.C., como símbolo próspero y de fertilidad. Aquel que la encontraba era muy afortunado, ya que esta legumbre le auguraba prosperidad el resto del año. Julio Caro Baroja en su obra 'El carnaval' explica que a quien le tocaba la sorpresa le coronaban, mientras que quien encontraba el haba tenía que pagar el dulce. Esta tradición derivó en la expresión 'tontolaba', apócope de 'tonto del haba'. Ahora se opta por pequeñas sorpresas, como figuras de cerámica o de plástico, algún llavero... incluso hay quien lleva dinero o regalos al pastelero para que lo introduzca.

Por qué se come hoy

La tradición es muy antigua y no está muy documentada en su origen. Se cree que procede de la Edad Media, cuando los grandes próceres de cada localidad ofrecían en los días festivos lo que se llamaba las 'migajas' a sus súbditos. Con el tiempo derivó en el roscón dulce. En 1800, en Zaragoza había ya tres establecimientos, algunos desaparecidos, como eran la Pastelería González, el Horno San Valero y Sánchez, que elaboraban el roscón con la sorpresa.

Puertas abiertas

Al ser el día del patrón de Zaragoza, las sedes del Ayuntamiento de la ciudad están abiertas al público para que los ciudadanos puedan ver muchas de las dependencias que el resto del año no se pueden visitar. El alcalde y la corporación suelen saludar a aquellos que les visitan y enseñar algunas de las instalaciones. Los museos municipales tienen entrada gratuita, y se celebran muchas actividades para grandes y pequeños.

El relleno

Hasta hace poco más de medio siglo, los roscones no tenían nada, y aún siguen haciéndose solo de bollo. El relleno se introduce cuando se populariza la nata, a mediados del siglo XX, y estos postres se adaptan a los tiempos y a los nuevos gustos. Hoy, casi en su totalidad, el 90% de ellos se abren por la mitad y, en su interior, se añade no solo nata, sino también crema, trufa, moca; incluso se mezclan varios de estos ingredientes, por lo general nata y crema.

Ventolero

El meteorólogo aragonés Francho Beltrán explica que casi todo el invierno zaragozano «alterna entre las situaciones anticiclónicas de niebla (más comunes a finales del otoño y principio del invierno) y las de viento del norte (cierzo). Estas situaciones del norte ocurren cuando el anticiclón está en el Atlántico (el famoso anticiclón de las Azores) y la borrasca hacia el Mediterráneo y son muy típicas de mediados del invierno». […]

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